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Concordia » El Heraldo
Fecha: 23/08/2025 22:50
Las graves incursiones en las fronteras, y particularmente el robo y arreo de millones de cabezas de ganado hacia Chile, adonde eran pasados por los pasos cordilleranos (Paso Pehuenche, Paso Icalma, Paso Carriñe, Paso Mamuil Malal, Paso Hua Hum) urgieron la búsqueda de una solución para la defensa de las poblaciones y las estancias saqueadas y amenazadas por el indígena. Bahía Blanca, Tres Arroyos, Dolores, fueron otras poblaciones frecuentemente castigadas por el malón. Adolfo Alsina era Ministro de Guerra y Marina del Presidente Nicolás Avellaneda y fue el que proyectó la construcción de una zanja, especie de columna vertebral de norte a sur, en buena parte de la extensión de la Provincia de Buenos Aires, cuyo trazado y dirección se encomendó al ingeniero francés Alfredo Ebelot. En realidad, la “Zanja de Alsina” no fue tan ineficaz como se pueda pensar. Esta no era para impedir los malones y los consiguientes arreos del ganado robado. Lo que hacía era retrasar el arreo era el ancho de la zanja (2.50 metros) y la profundidad (1.60) y (0.40 cm) en la parte inferior, habiéndose calculado el declive de los lados, de modo de evitar el desmoronamiento de las tierras livianas entre las que, por lo general, corre la zanja, y hacer imposible, por la angostura del fondo, que un animal vacuno, caído adentro, pueda enderezarse para salir. Con la tierra extraída se colocaba de manera que el pasto crezca. En una comunicación del ingeniero Ebelot al Ministro Adolfo Alsina en una parte le informa que: “se han manifestado dudas tanto por la duración cuanto sobre la eficacia de la zanja. Esa doble cuestión puede discutirse a la luz de la experiencia. Por lo que es su duración, la zanja ha pasado por una prueba decisiva, pues las lluvias de este otoño, que han sido verdaderamente excepcionales, y han causado perjuicios serios en las construcciones de algunos campamentos en varios puntos de la campaña, solo han ocasionado en ella daños insignificantes. En tres o cuatro trechos, donde se había determinado corrientes de agua que venían a golpear contra el terraplén, se han la abierto reducidas brechas que demuestran la necesidad de preparar a estas aguas una salida, y no importan reparaciones de consideración. En casi toda la extensión de los trabajos ya realizados, puede decirse que las lluvias han más bien consolidado las obras haciendo el efecto de un pisón para sentar el terraplén y la pared. Los bordes no se han desmoronado, y si hay que levantar partes terrosas depositadas en el fondo del foso por las aguas, eso no excede las proporciones de los trabajos de conservación indispensable en toda construcción de esa naturaleza. Por lo que es de su eficacia, es digno de notarse Señor Ministro, que los indios acosados por el hambre, y que han intentado en estos últimos tiempos agresiones desesperadas, no hayan tratado sin embargo de salvar el obstáculo que les ofrece la zanja, y hayan creído más oportuno, ora a exponerse a ser despedazados por la División Costa Sur, cosa que en realidad les sucedió, presentándose para pasar en las mismas inmediaciones del campamento de Puán, ora de lanzarse por los vados del Sauce Chico que se consideraban intransitables: circunstancias que han originado completo fracaso de las recientes invasiones. Debo sin embargo mencionar que una partida liviana de seis indios, que habían aparecido en la Frontera Oeste, sin otros caballos que el montado, después de una vana demostración contra una caballada, donde fue muerto uno de ellos, han conseguido pasar de noche por una de las brechas de las que he hablado más arriba. Habrían sin duda penetrado del mismo modo, y es probable que, no existiendo brecha, hubieran podido abrir un portillo por donde lograsen salvar la línea. Esto no quita que aún ese insignificante grupo de indios no hubiesen hecho pasar una tropilla, y se limitó a entrar en el montado y no hubiera hecho tampoco salir un arreo. Hubiese pasado por alto ese detalle, en si mismo de muy poca importancia, dadas las circunstancias en que aconteció, a no ser que sirve para definir exactamente las condiciones y el objeto de la zanja, sobre el que se han emitido tantas apreciaciones erróneas. La zanja hace difícil sin duda la entrada y la salida de unos cuantos jinetes que se atrevan a penetrar sin el otro elemento de movilidad que el caballo montado. En el caso presente, la salvación de los que se trata, con los rondines de los que se habían desprendido para tomarlos, fue debido a la oscuridad de la noche y a una suerte poco común. Es incuestionable que sí, contra toda probabilidad, se generalizasen esas tentativas, de dos veces una, los merodeadores serían escarmentados. Sin embargo, no puede esperarse que la zanja, haga completamente imposible esas entradas aisladas. Lo que hace imposible, y ahí está su importancia, es la entrada o salida de una caballada, mucho menos de un arreo. Una caballada o un arreo no cruza por donde cruza un jinete. Para abrirles un pasaje, se necesitan, calculando por lo bajo, con las pocas herramientas de que disponen los indios, ocho horas de trabajo no interrumpido. Es suficiente para que les caiga encima toda una División. La traza del foso ha sido objeto de un estudio especial, y tenía que responder a exigencias complejas. Industrialmente la zanja debía ser lo más recta posible para reducir su largo y el cubo de tierra removida, debía al mismo tiempo evitar los médanos y los terrenos arenosos, donde hubiera sido trabajo conservarla en buen estado, así como los terrenos demasiado duros, donde su excavación presentaba grandes dificultades. Militarmente debía encerrar y proteger los puntos estratégicos, particularmente las aguadas, cuya posesión y defensa forman la base de la estrategia de la Pampa… Los trabajos se iniciaron en la Laguna del Monte y Trenque Lauquen, a poca distancia de la primera, y se tuvo desde un principio que modificar la línea adoptada, y que prescindir de los trabajos ya hechos en la construcción de fortines. Se habían por lo general colocado estos en los puntos más dominantes, es decir en los médanos más altos, que, formados de pura arena, poco se prestaban a la construcción de fortines y de ningún modo a la excavación de la zanja… Trazando la línea de zanjeo a vanguardia de la línea de fortines, a más de hacer una zanja más duradera, se consiguió un doble objeto: primero, se enderezó el foso, acortándolo y haciendo una economía en movimientos de tierra que formaba una sobrada compensación a la reedificación de fortines; segundo, se encerraban sobre el frente de la nueva línea campos riquísimos y las mejores aguadas de la comarca, facilitando así a nuestras fuerzas, y quitando a los salvajes un poderoso elemento para la guerra del desierto” Extractado del libro “La Pampa” Costumbres Argentinas del ingeniero Alfredo Ebelot. Biblioteca Escary de Joseph Escary Editor 1890. Los fortines estaban intercalados cada 5 kilómetros junto a la zanja y eran instalaciones precarias. Cada uno con una pequeña dotación, entre cinco y ocho soldados y un oficial. La línea de frontera de la División Sud era de 52 kilómetros protegida por 35 fortines. Cada fortín tenía su corral para guardar los caballos por la noche. También cada uno tenía su huerta para consumo del personal militar, el que debía procurarse su alimento con la fauna local (mulitas, gamas, guanacos, peces) en la dura vida del soldado de frontera. Ads Los Fuertes eran construcciones más sólidas rodeadas de empalizada y foso y albergaban un Regimiento. Estos acudían en ayuda de un fortín atacado y se intercalaban en la línea de fortines. Varias ciudades se formaron a partir del asentamiento de un fuerte, como Trenque Lauquen, Carhue, Guaminí y Puán Ads
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