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» El litoral Corrientes
Fecha: 23/08/2025 22:50
De pronto el cielo se oscureció. Anunciaba esos momentos previos a toda tempestad, ante el miedo. La incertidumbre por lo que vendrá. Procurar ver si tanta irregularidad permite avizorar algo que nos tranquilice. No sea que como recientemente Europa lo experimentara, dentro de los malos tiempos también se avecina la ciclogénesis, una especie de consecuencias inesperadas como ser lluvias intensas acompañadas de fuertes vientos. Según se pronostica para buena parte del país en este juego de temperaturas de baja y sube por estos días. Como vemos todo es factible. Recientemente con el advenimiento de confeccionar listas para el acostumbrado evento de Elecciones a celebrarse a la brevedad, los políticos mostraron los colmillos y con una locura generalizada todo, como la ciclogénesis se desencadenó con fortaleza descomunal. Un repunte en el dólar, todos los proyectos perdidos en el Congreso, según Milei, gran fantasioso, se habría colado una traidora. Esto me hace acordar un amigo que culpa de todos sus yerros al mundo. El, siempre indemne, “inocente” e incapaz, tirándole el fardo al otro. Esa costumbre bien argentina de “limpiar de nuestras Fichas limpias, cualquier anécdota que empañe el destino de los que jamás han osado incriminarse, comprometerse, jugarse por algo: la culpa es del otro. Amén de ello, los supercadistas dijeron no cobrar los aumentos que se vinieron, breves, pero aumentos al fin como una actitud solidaria, ya que también bajaron sus propias ventas, pero como toda promesa que jamás se cumple, prometieron lo que no cumplieron. Al fin y al cabo con semejante descalabro resultó “ganancia de pescador”, lo elevaron y listo, acaso se cumplen algunas de las tantas promesas formuladas en este país. Lo que no podemos dejar de admirar es la soberana paciencia social, a toda prueba, mientras se diezma el mercado; mutis, aquí no ha pasado nada. Agregarle otro agujero al cinturón, total la suerte está echada. Al igual que los combustibles que cada vez que suben, nada escapa, se encarece por más que sean mínimo. Es como un ascensor empujándolo todo para arriba, sin importar un poquito que la gente se haga añicos al final del ascenso. Pero quién aguanta a quién, generalmente es la mitad de la población por debajo de la pirámide la que verdaderamente hace todos los sacrificios, y no obstante se la sigue castigando con la incongruencia que en la macro la inflación supuestamente cede ante una desvalida micro que le pone entereza y guapeza a una desigualdad como nunca demarcada por un ajuste histórico y sin compasión como se ha demostrado y demuestra diariamente. Personas también con sueños, con sueldos que no ceden ante una voracidad incontenible y tarifas públicas que para pagarlas hay que financiarlas sumando más problemas al problema. La locura generalizada políticamente hablando nunca la había experimentado, a todas horas los teléfonos molestando con encuestas, preguntas, publicidad acorde, todas las posibilidades de los medios modernos al servicio de avenidos que se los conoce por su popularidad artística, no por su capacidades específicas. Como el asunto es cubrir como sea, poco importa todo lo demás; candidatos que a última hora son sacados y reemplazados por otros como en un juego de nunca acabar, demostrando que para este país todo es un juego y mucho más votar si a algunos ni se los conoce. Con accionar muy similares, o peor que el carnaval populista; el todo vale, con los insultos callados por fin para no alterar los fines electoralistas, pero seguramente volverán nuevamente a animar la función de nunca acabar. Como en todo país en estado de ebullición, surgen algunas cosas que no vienen bien a quienes gobiernan. Específicamente a la oposición parapetada en el Congreso, lugar donde tendría que realmente discutirse el país que siempre se nos escapa de las manos. Demostrando patéticamente el comportamiento permanentemente negligente de Argentina, con el espantoso caso del Fentanilo contaminado, y casi 100 personas muertas. Un caso que es una bomba por sus características, donde también está la gente o “carne de cañón” disponible para todas las pruebas que ocurren y se repiten con igual gravedad. Pensaba que este articulo tendría final feliz que, por fin los jubilados dejarían de ser utilizados, dejando la feliz moraleja que al final del camino se torna en felicidad. No, que la deshumanización impuesta por el gobierno triunfara con vetos cual aviones en picada mortal, transmitiéndonos que todos somos simplemente cifras, no alma ni corazón, ni afecto ni consideración. Se trata de los abuelos que fueron utilizados por todos los gobiernos desde siempre, como artículos en liquidación. Al final, remarcaríamos que el Gobierno debe sacarse la mascarilla que no le deja ver la realidad de la verdad a gritos, marcando como nunca que se tratan de dos mundos en pugna: los que pueden y los que no. Perdón, por no cumplirse aquello con que encabezo el artículo: “A mal tiempo, buena cara.” Es embromado y difícil torcer la realidad cuando no se quiere oír. En realidad: “A MAL TIEMPO, MALA CARA.”
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