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  • Once días sin tregua ni descanso: los héroes que combatieron contra el monstruo de Jarilla "cuando era imposible"

    » Diario Cordoba

    Fecha: 22/08/2025 17:48

    Calma, adrenalina y emoción absoluta. Es lo que se respira al entrar en el Puesto de Mando Avanzado del incendio de Jarilla, situado en La Granja. Tras once días de infierno, en los que la desesperación y la angustia se adueñaron del norte de Extremadura, los titanes que han combatido las llamas pueden, al fin, dar la noticia más esperada a los vecinos de más de trece localidades que han permanecido en vilo durante 240 horas: ya están a salvo. A la undécima va la vencida. El incendio que ha arrasado buena parte del Valle del Ambroz y el Jerte está estabilizado, tras jornadas en las que se llegaron a registrar hasta 19 fuegos activos al mismo tiempo en la región. Una victoria lograda gracias a un despliegue extraordinario de medios y a la entrega de equipos que, entre polvo, sudor y hollín, han resistido como auténticos héroes frente a un monstruo que parecía imposible de doblegar. Una hecha que pasa a la historia 22 de agosto de 2025. Esta fecha quedará marcada como un día histórico para la brigada del Plan de Lucha contra Incendios Forestales de Extremadura (Infoex) y de todos los equipos que han participado en la extinción. Entre vítores y abrazos, los bomberos forestales celebran un respiro merecido. "Verlos a todos cubiertos de negro significa que han estado dentro, dándolo todo. Hemos demostrado profesionalidad y entrega. En la región no solemos vivir incendios de esta magnitud, por suerte, pero ha quedado claro que estamos preparados para afrontarlos", asegura emocionado Manuel Tena, coordinador regional y director de extinción. Son los valientes que, durante once largos días, han trabajado sin descanso, con apenas unas horas de sueño en el suelo de un camión. "Lo más difícil ha sido intentar dominarlo en los momentos en que era imposible. Los factores eran muy negativos y, por mucho que lo intentáramos, el incendio tenía una fuerza descomunal. Aun así, nuestro objetivo siempre ha estado claro y permanece intacto", insiste Tena. Ahora, más de 200 efectivos recorren palmo a palmo el perímetro de 170 kilómetros para enfriar los puntos calientes, sobre todo en el norte, la zona más castigada. El proceso será lento y costoso: semanas de vigilancia, de subir montañas pedregosas y de internarse en áreas inaccesibles para asegurar que nada vuelva a arder. Durante estos días en los que la virulencia de las llamas no daba tregua por las reactivaciones a causa de las condiciones meteorológicas, a Tena hay una imagen que se le quedará grabada en la memoria. Es la de los alcaldes de todos los municipios afectados que han participado en las reuniones del Cecopi (Centro de Coordinación Operativa Integrada especial para emergencias). "Ellos representan a los vecinos y han transmitido de manera muy humana los problemas y la angustia de sus ciudadanos. También me quedo con que, pese al descontrol del incendio, siempre supimos hacia dónde iba y logramos que no hubiera víctimas humanas, que es lo más importante", señala. Con 17.300 hectáreas arrasadas, este es ya el mayor incendio forestal de la historia reciente de Extremadura. También ha supuesto un despliegue inédito: 500 efectivos de la Junta, las diputaciones, la UME, equipos internacionales de República Checa, Alemania y Eslovaquia, además de varias comunidades autónomas. Todos, en un esfuerzo coral contra las llamas. Voluntarios: "En una emergencia así hay que arrimar el hombro" A la región han llegado además voluntarios que han empleado incluso sus días libres para ayudar. Rubén Flores, bombero forestal, ha viajado desde Córdoba junto a profesionales de otras comunidades. "Estábamos en nuestro día de descanso, pero al recibir la llamada de compañeros de aquí decidimos venir a echar una mano en lo que hiciera falta. Nos inscribimos en el puesto de mando y hemos trabajado en labores de perímetro, vigilancia y liquidación de puntos calientes". Con ojos de no haber dormido y el traje forestal a cuestas, Flores cuenta que, pese al esfuerzo, lo vivido compensa: "Nos han tratado estupendamente, tanto los cuerpos de emergencia de la zona como la población. Da satisfacción poder ayudar en una catástrofe de esta magnitud. Como asociación apostamos por los servicios públicos y creemos que el voluntariado no debe estar en primera línea en incendios, pero entendemos que en una gran emergencia hay que arrimar el hombro". Para los residentes de los pueblos, lo vivido ha sido una auténtica pesadilla. Una cicatriz que quedará de por vida. "En Cabezabellosa, la alcaldesa nos explicó lo duro que había sido. Por suerte, parece que el mal sueño está terminando y que pronto podrán volver a la normalidad", afirma optimista el bombero. Cruz Roja: la otra retaguardia En paralelo, más de 300 voluntarios de Cruz Roja han recorrido cientos de kilómetros para abastecer a los equipos de extinción y atender a los evacuados. "Han sido días de mucho trabajo y de gran movilización, con compañeros que se han desplazado desde distintas zonas de la región, en ocasiones recorriendo largas distancias y levantándose a las cinco de la mañana para estar aquí a las nueve, abasteciendo a los equipos de extinción y garantizando apoyo sanitario", recuerda Antonio Manchón, subdirector de la Unidad de Emergencias en Extremadura. Durante más de una semana, casi sin haberse recuperado de los incendios en Valdecaballeros y Caminomorisco, el equipo lo ha dado todo de sí, con 20 profesionales rotando a lo largo del día para montar los albergues, distribuir avituallamiento a efectivos y desalojados, y dar cobertura sanitaria preventiva. La labor más difícil, admite, fueron las evacuaciones en Cabezabellosa, cuando vecinos que no habían querido salir se vieron rodeados por las llamas. "Tuvimos que trasladar también a encamados, dependientes y personas con necesidades especiales. Fue lo más delicado". Por eso, recalca que los voluntarios han demostrado una entrega excepcional. "Es verdad que hay cansancio tras tantos días, pero el ánimo siempre ha sido positivo. Y ahora, al confirmarse la estabilización, el ambiente es al fin más relajado". Guardia Civil: la protección de la población Desde la caseta de la Guardia Civil también se puede respirar al fin, tras la realización de labores fundamentales durante este proceso: acompañar a la población en cada evacuación, asegurar los cortes de carreteras para dar paso a los medios aéreos y terrestres, ayudar a los vecinos en los pueblos desalojados y colaborar con la UME en tareas nocturnas de vigilancia con drones. La comandante Aurora Vicente, jefa de operaciones de Cáceres, admite que la organización de tantos medios a nivel provincial fue un gran reto, pero muestra su satisfacción por el deber cumplido. "Hemos trabajado muy coordinados y se ha demostrado que, en emergencias de este tipo, la tarea en equipo da resultados", asegura. Desde el 12 de agosto, los agentes no han tenido ni un día de descanso. Hoy, al igual que los bomberos, respiran aliviados: "Estamos cansados, sí, pero con la tranquilidad de haber hecho todo lo posible por proteger a la ciudadanía". El fin de un infierno, la herida de una tierra El incendio de Jarilla ha dejado miles de hectáreas calcinadas y ha marcado para siempre la memoria de quienes lo han sufrido. Entre cenizas aún humeantes, se dibuja la silueta de un paisaje arañado en toda su crudeza, pero también la certeza de que, en los momentos más oscuros, emergen la solidaridad, la profesionalidad y la entrega. El cielo sobre La Granja vuelve a ser azul. Y en ese azul limpio resuena el eco de once días que parecieron eternos, pero también de un pueblo que ha puesto todo su empeño, con profesionales que lo han defendido hasta la extenuación. Extremadura, pese a la herida, vuelve a respirar.

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