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  • No es país para viejos

    » Diario Cordoba

    Fecha: 22/08/2025 03:30

    Es verano, la estación de los jóvenes y los cuerpos, la exaltación de las noches, el mar, la piscina, el río helado de nuestra infancia. Es verano y no queda bien hablar de otra cosa que no sea este esplendor de vida en los pequeños pueblos, las verbenas, las fiestas, las casas invadidas de niños, convertidas en campamentos de camas tiradas por el suelo. Pero hay temas que no se pueden aparcar, porque el tiempo agobia y los días pesan para muchas personas que cuidan a sus mayores y, sobre todo, para los mayores, nuestros olvidados. Es tiempo de frutas que se deshacen en la boca, de amores que se desharán o no, pero qué dulces mientras duran, de amistades forjadas en viajes y festivales que tienen la caducidad exacta de la próxima partida. No es momento de tristezas ni de concienciación social ni familiar ni humana. Lo que nos molesta hay que dejarlo fuera, aparcarlo hasta nuevo aviso, hasta que venga el otoño y no haya bálsamo suficiente para la piel seca. Pero hay temas que no se pueden aparcar, porque el tiempo agobia y los días pesan para muchas personas que cuidan a sus mayores y, sobre todo, para los mayores, nuestros olvidados. No es un tema del verano, no, pero tampoco lo es de las otras estaciones, ni de ningún año, por eso se retrasa una y otra vez, como si no hubiéramos aprendido nada de la pandemia, que nos abrió los ojos hasta hacernos daño. Las residencias están llenas, con listas de espera, y en las familias se producen dramas que necesitan solución urgente, pero no la encuentran. Es así de duro. No hay plazas en las públicas, y entrar en las privadas supone pagar más de dos mil euros por una habitación compartida. Pero qué nos importa si nos enredamos con los casos de corrupción sin querer ver que detrás del dinero que se roba y no se devuelve nunca está todo lo que no se dedica al bien público. Como si fuera fácil tomar la decisión, como si los mayores pudieran esperar y sus cuidadores, también. Fuera, la fiesta continúa, pero los problemas siguen apareciendo. A veces, aguardar un mes para una plaza en una residencia supone la diferencia entre la depresión del cuidador o su buen estado, y pagar ese dineral por compartir habitación arruina no solo a los residentes, sino también a las familias. Pero qué nos importa si nos enredamos con los casos de corrupción sin querer ver que detrás del dinero que se roba y no se devuelve nunca está todo lo que no se dedica al bien público. Vivimos en islas, somos islas en un mar habitado por muchos náufragos. Y si nada lo impide, seremos uno de ellos, una persona con muchos años que no encuentra un lugar seguro y amable donde poder vivir. No es un tema del verano, no, pero llegará el otoño y será muy tarde para muchos, también para nosotros, que vivimos ajenos a lo que pasa en nuestro bloque, en nuestro barrio, en nuestra pequeña parcela donde se puede hacer mucho por ayudar a la gente mayor, pero a veces no se hace nada. *Profesora y escritora

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