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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 21/08/2025 18:59
El avión espacial Delta tendrá capacidad para seis pasajeros y dos pilotos, con despegue desde Spaceport America en Nuevo México (Virgin Galactic) Una nueva generación de aeronaves busca, potencialmente, transformar los viajes con trayectos fuera de la atmósfera, tecnología avanzada y propuestas de aventura pensadas para el público general. El objetivo es ambicioso: un modelo que promete más frecuencia, mayor capacidad y una experiencia inmersiva diseñada para convertir a cada pasajero en el protagonista de un viaje. Después de suspender sus vuelos con la nave VSS Unity en 2024, los expertos de Virgin Galactic pusieron toda su energía en el desarrollo de su nuevo avión espacial suborbital, conocido como clase Delta. Virgin Galactic prepara el debut de su nave Delta en 2026, con vuelos turísticos que costarán más de 600000 dólares por pasajero (Virgin Galactic) “Nos complace anunciar que nuestro primer vuelo espacial con nuestros nuevos Delta SpaceShips está previsto para 2026”, afirmó el director ejecutivo Michael Colglazier. El primer vuelo será en el verano boreal de 2026 y estará orientado a la investigación científica. Recién en otoño de ese mismo año se abrirá la puerta a los viajes turísticos privados con astronautas civiles. La apuesta tecnológica detrás del Delta Los viajes de Virgin Galactic durarán 90 minutos, incluirán momentos de ingravidez y vistas panorámicas de la curvatura terrestre (Virgin Galactic) El desarrollo del avión espacial Delta no es un paso aislado, sino la pieza central de un plan industrial y comercial que estos expertos venían preparando desde hace tiempo. Colglazier explicó en la conferencia con inversores del segundo trimestre de 2025 que “el progreso en nuestras naves espaciales continúa en todos los sistemas y estructuras”. El ensamblaje de las alas se completará en el cuarto trimestre de este año, mientras que el fuselaje quedará terminado hacia finales de 2025 o principios de 2026. Uno de los elementos más innovadores es el sistema de “plumas”, un mecanismo que se despliega cuando la nave regresa a la atmósfera y le proporciona estabilidad en la reentrada. Esta característica se probó en Unity y ahora se perfeccionó para Delta, garantizando mayor seguridad y control en una de las fases más delicadas del vuelo. El ensamblaje final de las naves se llevará a cabo en las instalaciones Delta, cerca de Phoenix, Arizona. Allí se construyen los vehículos que, según la firma, podrán realizar hasta ocho misiones por mes, lo que equivale a doce veces la capacidad de carga útil de Unity. Este salto productivo no es menor: significa que se podrá atender una demanda mucho más amplia y transformar el turismo espacial en un servicio recurrente, y no en un acontecimiento excepcional. Cada pasajero recibirá un traje espacial a medida diseñado con Under Armour, pensado para brindar seguridad tecnología y comodidad (Virgin Galactic) Este grupo de especialistas también avanza en estudios de viabilidad para expandir su red de operaciones. Entre las opciones, aparece el desarrollo de un segundo puerto espacial en Italia, que se sumaría al de Nuevo México, donde se encuentra la actual base de despegue. Esta posible expansión refleja una visión de futuro en la que el turismo espacial podría tener múltiples sedes alrededor del mundo, acercando la experiencia a clientes de diferentes regiones. La estrategia se complementa con la colaboración que Virgin Galactic mantiene con el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore. Juntos estudian la posibilidad de usar la nave nodriza como plataforma de transporte para lanzar otras naves a gran altitud. Esta alternativa convertiría a la flota en una infraestructura más versátil y no solo en vehículos turísticos, diversificando el negocio y ampliando su alcance en la industria espacial. Los vuelos espaciales de Virgin Galactic comenzarán en 2026, primero con fines científicos y luego para turistas particulares (Virgin Galactic) - REUTERS/Jose Luis Gonzalez Cada vuelo Delta transportará seis pasajeros y dos pilotos. El viaje durará alrededor de 90 minutos e incluirá todos los ingredientes que hasta hace poco parecían exclusivos de la ciencia ficción: un despegue asistido por el avión nodriza VMS Eve, la separación a 15.000 metros de altura, el encendido del motor de cohete y un ascenso hasta más de 90 kilómetros. En ese punto, los pasajeros flotarán en microgravedad y podrán contemplar la curvatura de la Tierra a través de 17 ventanas panorámicas especialmente distribuidas en la cabina. Luego, la nave planeará de regreso y aterrizará en la misma pista de partida. El concepto combina la adrenalina de un vuelo espacial con la elegancia de un trayecto breve pero intenso, diseñado para quienes buscan exclusividad y lujo. La experiencia comienza incluso antes del vuelo. Los clientes participarán en un programa de preparación de varios días, con entrenamientos físicos, simulaciones de ingravidez, chequeos médicos y encuentros con los pilotos. Fotografía cedida por Virgin Galactic que muestra una vista de su vuelo espacial suborbital Unity 25. (EFE/Virgin Galactic) Cada pasajero recibirá un traje espacial a medida que combina seguridad con estilo. El objetivo es que el viaje no sea solo un traslado, sino una vivencia integral. El precio de los boletos aún no se confirmó, pero todo indica que superará los 600.000 dólares que se cobraban en las misiones anteriores. A pesar de la cifra, más de 700 personas ya reservaron su asiento, lo que muestra que existe un mercado dispuesto a pagar por una experiencia única. La nave Delta es el paso que necesitábamos para convertir este modelo en una verdadera industria. Nuestro objetivo es claro: vuelos semanales, seguros y memorables”, afirmó Colglazier. La competencia no es menor. Blue Origin continúa desarrollando sus cápsulas con despegue vertical y SpaceX apunta a la colonización lunar y eventualmente marciana. Frente a estas propuestas, Virgin Galactic se posiciona en un nicho intermedio: no promete viajes interplanetarios, pero sí experiencias espaciales recurrentes y de alta calidad, pensadas para un público dispuesto a invertir en exclusividad. En ese sentido, el turismo espacial podría seguir el camino de la aviación comercial en sus primeras décadas. Lo que comenzó como un lujo reservado a unos pocos terminó convirtiéndose en un servicio masivo. Aunque la barrera de entrada económica aún es alta, la compañía confía en que el modelo Delta reducirá progresivamente los costos y abrirá la puerta a un mercado más amplio en el futuro. El impacto cultural y científico El cohete VSS Unity operado por Virgin Galactic aterriza tras el primer vuelo comercial de la compañía al borde del espacio, en las instalaciones de Spaceport America, en Nuevo México ( REUTERS/Jose Luis Gonzalez) El debut de Delta no solo marcará un avance tecnológico, sino también un cambio cultural. Llevar a ciudadanos comunes al espacio altera la percepción de lo que significa ser astronauta. Ya no se tratará solo de pilotos militares o científicos altamente entrenados, sino de turistas, empresarios, artistas o exploradores curiosos que quieren vivir en carne propia la experiencia de observar la Tierra desde el espacio. El primer vuelo de investigación en 2026 será clave para consolidar esta visión. No solo servirá para probar la nave en condiciones reales, sino también para demostrar su potencial como plataforma científica. Desde experimentos en microgravedad hasta observaciones astronómicas, el vehículo podría convertirse en una herramienta valiosa para la comunidad académica. El proyecto Delta no está exento de desafíos. La seguridad, la eficiencia operativa y la sostenibilidad económica son aspectos que deberán probarse en el terreno. La experiencia se completa con acceso a una comunidad global de astronautas privados con charlas exclusivas y eventos especiales (Virgin Galactic) (Virgin Galactic) Con 2026 como fecha marcada en el calendario, el mundo observará si la promesa de vuelos espaciales semanales se convierte en realidad.
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