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  • La historia detrás de los incidentes en Independiente-U de Chile: la guerra en la barra roja y un cantito que disparó la barbarie

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 21/08/2025 18:52

    barra de Independiente entrando a pegarle a hinchas de la U de Chile En la cancha de Independiente hubo una barbarie, pero también hay una historia que corre por debajo del ineficaz operativo de seguridad que tuvo una cantidad de fallas tan insólitas que llaman la atención. A saber: no puso pulmones ni barreras de contención en la tribuna Sur alta, donde iba la barra de la Universidad de Chile, que está considerada junto a la de Colo Colo como las dos peores del país trasandino. No intermedió cuando los violentos visitantes empezaron a arrojar proyectiles hacia la bandeja inferior. No autorizó el ingreso de Infantería como grupo de contención y, lo peor de todo, no previó o directamente miró para el costado cuando la barra oficial decidió saltar por la zona de las piletas e ingresar por el anillo interno a la tribuna visitante. Todas esas fallas provocaron las salvajes imágenes que se vieron ayer en el Libertadores de América. Pero nada hubiera ocurrido quizá si no existiera otra historia detrás. La de la lucha fratricida en la barra brava roja. ¿Por qué esto es importante? Porque es lo que termina con la masacre de Avellaneda, que tiene aún cuatro hinchas chilenos hospitalizados, dos con pronóstico reservado tras ser intervenidos quirúrgicamente. Para entender cómo finalizó la noche hay que remontarse un paso atrás, que Infobae viene reflejando hace tiempo: la barra oficial que manejan Juan Ignacio Leczniki y Mario Nadalich tiene el apoyo de la dirigencia del club y de las autoridades policiales y políticas de la zona, y ocupa la cabecera Norte, la que habitualmente usó siempre la barra brava y se hace llamar Los Dueños de Avellaneda. Enfrente, a la Sur baja, va la barra disidente que tiene por líderes a David y Emanuel Escubilla. Hace rato vienen peleando, y éstos últimos perdiendo la chance de tomar el poder. Y como ellos van a ese sector, a la Sur baja, la barra oficial manda siempre unos 20 propios a controlar movimientos y pasar por handy coordenadas. Cuando la barra de Universidad de Chile empezó a arrojar proyectiles, la oficial no respondió. Quienes eran agredidos eran los de la disidente y los hinchas comunes que estaban en ese sector. Al principio eran unas butacas y después empezaron a volar caños de plástico y también pedazos de mampostería. La situación comenzaba a tornarse insostenible. Según algunos testimonios, la agresión de la barra visitante se produjo tras un intento de la barra disidente de robar desde abajo algunas banderas que estaban colgadas sobre la baranda. Lo cierto es que, con el clima espeso y promediando el primer tiempo, la barra disidente decidió dejar su lugar e ir en búsqueda de los chilenos. Apenas se vio el hueco en esa zona, la Policía desplegó a la Guardia de Infantería hacia dicho acceso y, tras reprimir, consiguió que quienes se referencian en los hermanos Escubilla tuvieran que retroceder y volver a la Sur baja. Fue en ese instante en que empezaron a cantar contra la barra oficial. Como de arriba seguían tirando cosas, otros sectores del estadio se plegaron al canto de “no tenés vergüenza, por la plata no se alienta” y “la barra tiene miedo”. Juan Ignacio Leczniki y Mario Nadalich, los líderes de la facción oficial de la barra Ante esa situación hubo cónclave en la barra oficial. Sus líderes tienen el compromiso de no generar incidentes dentro del Libertadores de América para seguir recibiendo el apoyo y las prebendas del club y las autoridades. Pero creían en ese momento que quedaban en offside frente a toda la gente, como que no la estaban cuidando. Y además sonó un teléfono celular avisando que, algunos de los propios que estaban en la Sur baja para controlar a la disidente, habían sufrido traumatismos con los objetos arrojados desde arriba. Y ahí fue cuando tomaron la decisión de atacar. Tras haber visto cómo la Policía rechazó a la disidente cuando quiso salir por la puerta que da a la calle, tomaron otra estrategia. Un grupo iba a ir por la salida habitual y, cuando Infantería se movilizara hacia ese sector, otro bando integrado por 60 piernas, tal como ellos les dicen a los subalternos, iban a saltar para la zona de las piletas olímpicas y de ahí se iban a meter por el anillo interno del club para pasar hacia la tribuna de enfrente. Así, apenas terminó el primer tiempo se puso en marcha el plan. El grupo que fue hacia la calle quedó encapsulado por la Bonaerense y, como el foco de atención estaba ahí, el otro aprovechó para llevar adelante la otra fase de la estrategia. Sólo los separaban dos portones en el camino interno. Cada uno tenía apenas cuatro guardias de seguridad privada, que conocen a los barras y decidieron no jugarse la vida. El primero lo pasaron casi como si fuera su propia casa y el segundo, que estaba cerrado, lo lograron abrir a los golpes según aseguran fuentes judiciales que se ve en las cámaras de circuito cerrado de Independiente. Eso les dio la chance de ingresar a la Sur alta justo cuando ya estaba casi desalojada y llevar adelante el plan criminal que se vio en vivo y en directo para todo el mundo. La impunidad fue tal que mientras los hinchas chilenos que bajaban eran detenidos (la Policía capturó a 111), los barras oficiales de Independiente hicieron lo suyo y se fueron sin que nadie se opusiera o intentara detenerlos. Como se ve en las imágenes, además, les sacaron las ropas a varios hinchas que colgaron de las barandas, mientras a otros los humillaron y grabaron videos de ese accionar para viralizarlos; códigos tumberos y narcos que hablan bastante del tipo de delincuentes que habita en la barra brava roja. ¿Qué puede pasar ahora? En principio, que la barra disidente consiguió el objetivo que hace rato venía buscando y no lograba. Mientras a la cúpula propia le pusieron derecho de admisión por cuatro años (en total son diez barras, incluyendo a los hermanos Escubilla que el 22 de julio de este año patentaron para sí la marca La gloriosa banda de Independiente para vender todo tipo de merchandising con el nombre de su facción), de la barra oficial sólo tiene prohibición de concurrencia su líder, Juani, a quien le aplicaron apenas cinco meses, que vencen la próxima semana, aun cuando se veían las imágenes de su golpiza a hinchas en la parte baja del estadio. Pero ahora eso cambia: la protección política y policial tras los hechos de ayer caen y se esperan no menos de una veintena de detenidos y la aplicación de la admisión para toda esa gente de la barra oficial. Así, la disidente cree estar ahora en igualdad de condiciones para ir a pelear el poder, lo que obviamente anuncia más batallas. Judicialmente, el caso lo lleva el fiscal Mariano Zitto, de Avellaneda, que por ahora tiene caratulada la situación como “atentado y resistencia a la autoridad en espectáculo deportivo”, una figura muy menor al lado de todo lo que se vio. Por eso se espera que, con el correr de las horas y con la identificación de los protagonistas, pase a tentativa de homicidio que tiene penas efectivas de prisión. Los abogados pedirán lesiones en riña, con mínimo excarcelable, pero las imágenes son elocuentes: no hubo muertos de casualidad por un cóctel explosivo entre la violencia de la barra chilena y la desatada por la de Independiente, que quiso saldar cuentas internas y con los visitantes, todo en un mismo momento y lugar. Los violentos incidentes que derivaron en la suspensión de Independiente-Universidad de Chile en la Copa Sudamericana

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