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  • La espectacular bola de fuego que convirtió la noche en día en Japón: las imágenes y la explicación de los expertos

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 21/08/2025 12:49

    Una bola de fuego cayó del cielo en Japón El cielo nocturno suele estar reservado a la calma, a la luna que ilumina suavemente y a las estrellas que titilan a lo lejos. Pero en el oeste de Japón esa rutina se rompió con un destello inesperado que dejó a miles de personas mirando hacia arriba con asombro. Una bola de fuego “brillante como la luna” atravesó la atmósfera y convirtió por unos segundos la oscuridad en un espectáculo de luz deslumbrante. Los videos y testimonios no tardaron en multiplicarse, y junto con la fascinación surgió también la inquietud: ¿qué fue exactamente lo que cruzó el firmamento con semejante intensidad? El fenómeno se produjo cerca de las once de la noche y fue visible desde diferentes prefecturas, incluso a cientos de kilómetros de distancia. Vecinos en ciudades como Kagoshima, Miyazaki y hasta Osaka —a más de 200 kilómetros del epicentro— afirmaron que el cielo se iluminó de manera tan intensa que las casas y calles quedaron a la vista como si hubiera amanecido de repente. En el oeste de Japón una bola de fuego iluminó el cielo nocturno con una intensidad comparable a la luna llena sorprendiendo a miles de personas (Prefectura de Miyazaki) “Una luz blanca que nunca había visto antes descendió desde arriba, y se volvió tan brillante que pude ver claramente las formas de las casas que nos rodeaban”, relató Yoshihiko Hamahata, conductor que circulaba en la prefectura de Miyazaki y quedó atónito frente a lo ocurrido. La espectacularidad del suceso hizo pensar a algunos en explicaciones fuera de lo común, pero los astrónomos rápidamente despejaron dudas. Toshihisa Maeda, director del Museo Espacial de Sendai, fue categórico: se trató de un bólido, un meteoro excepcionalmente brillante que ingresó a gran velocidad en la atmósfera y se desintegró antes de llegar a tierra firme. Según explicó, la trayectoria habría terminado en el océano Pacífico, al sur de la isla de Kyushu, sin que hasta el momento se hayan encontrado fragmentos. “La gente decía sentir vibrar el aire. Era tan brillante como la luna”, aseguró Maeda, al describir un espectáculo que muchos compararon con un relámpago sostenido en el tiempo. Un espectáculo astronómico poco frecuente El meteoro fue visto desde varias prefecturas incluida Osaka a más de 200 kilómetros del epicentro mostrando la magnitud del fenómeno (Prefectura de Miyazaki) Aunque la escena parezca extraordinaria, no se trata de un evento tan inusual en términos astronómicos. Se estima que alrededor de 17.000 meteoritos atraviesan la atmósfera terrestre cada día. La gran mayoría son pequeños y se desintegran sin dejar rastro, apenas perceptibles como fugaces estrellas que cruzan el cielo. Pero de vez en cuando aparece uno con el tamaño y la velocidad adecuados para producir un destello que despierta la atención de toda una región. Los objetos responsables de las bolas de fuego pueden superar el metro de diámetro, lo suficiente para generar una fricción intensa al entrar en contacto con el aire a velocidades que pueden llegar a decenas de miles de kilómetros por hora. Esa fricción produce calor y luz, transformando una roca espacial en un espectáculo visible desde enormes distancias. Cuando la luminosidad alcanza niveles excepcionales y la explosión resulta audible o perceptible en forma de vibración, los especialistas hablan de bólidos. En este caso, la intensidad fue tan alta que varios testigos afirmaron que parecía pleno día en plena medianoche. El fenómeno fue registrado en múltiples videos desde teléfonos móviles y cámaras de seguridad, que luego se viralizaron en redes sociales y medios de comunicación. En cuestión de minutos, la bola de fuego pasó de ser un suceso local a convertirse en un tema de conversación global. Los astrónomos confirmaron que se trató de un bólido un meteoro brillante que ingresó en la atmósfera y se desintegró en el océano Pacífico Cabe recordar que el término asteroide hace referencia a un cuerpo menor del sistema solar que orbita alrededor del Sol, mientras que meteoro y meteorito dan nombre a los cuerpos sólidos procedentes del espacio que entran en la atmósfera terrestre; por su parte, un bólido es un meteoro que atraviesa la atmósfera rápido y normalmente se desintegra. Por otra parte, un bólido es un meteoro que, de acuerdo con el Diccionario de la lengua española de la RAE, ‘atraviesa rápidamente la atmósfera con la apariencia de un globo inflamado y suele estallar y dividirse en pedazos’. Kazuyoshi Imamura, curador del Centro de Ciencias Anan en la prefectura de Tokushima, filmó el episodio desde su propia casa y se mostró sorprendido por la magnitud. “Ver un objeto que produce un destello de esta intensidad, es quizás una oportunidad que se presenta una vez al año”, comentó, destacando la rareza del evento. Aunque los meteoros entran diariamente a la atmósfera, solo una pequeña fracción logra alcanzar un nivel de brillo que pueda compararse con la luna llena y mucho menos provocar vibraciones detectables por la gente en tierra. La oficina meteorológica de Kagoshima respaldó esta explicación y subrayó que lo observado fue “probablemente una bola de fuego o un meteorito”. En paralelo, las autoridades locales confirmaron que no se reportaron daños materiales ni personas heridas. En 2013 un meteoro explotó en Cheliábinsk Rusia causando daños y heridos pero en Japón el fenómeno fue impactante sin consecuencias graves Esto diferenció al evento japonés de otros más destructivos, como el recordado caso de Cheliábinsk en Rusia, en 2013, cuando un meteoro explotó sobre los Urales y provocó daños en edificios, además de más de un millar de heridos. En Japón, en cambio, la bola de fuego quedó como una anécdota impactante pero inofensiva. Lo interesante de estos episodios no es solo la explicación científica, sino también la reacción social que generan. En cuestión de segundos, la rutina de miles de personas se vio interrumpida por una luz inesperada. Algunos sintieron temor, otros corrieron a grabar con sus teléfonos, y no faltaron quienes pensaron en explicaciones fantásticas. Internet se llenó de hipótesis que iban desde la caída de un satélite hasta teorías sobre objetos no identificados. Sin embargo, los astrónomos fueron claros: se trató de un fenómeno natural, explicado por las leyes de la física que rigen en el espacio y en la atmósfera terrestre. Maeda ofreció un detalle clave al remarcar que “las bolas de fuego son fenómenos causados por polvo, fragmentos de asteroides y otros objetos en el espacio que se queman al entrar en la atmósfera de la Tierra”. Al desintegrarse, liberan una energía que se traduce en luz, calor y, a veces, vibraciones perceptibles. La escala del suceso depende del tamaño del objeto original y del ángulo con el que ingresa. En este caso, el meteoro tuvo las condiciones necesarias para brillar con una potencia excepcional antes de desaparecer en el Pacífico. La fricción con el aire a gran velocidad produjo un destello tan intenso que convirtió la noche en día por unos segundos en ciudades enteras (REUTERS/Alexey Malgavko) Lo cierto es que la fascinación por estas bolas de fuego viene acompañada de un trasfondo científico de gran valor. Cada vez que ocurre un evento de este tipo, los astrónomos recopilan videos, fotografías y testimonios que sirven para calcular trayectorias, velocidades y posibles puntos de impacto. Incluso cuando no se recuperan fragmentos, la información visual es útil para entender la composición y el comportamiento de estos cuerpos espaciales. En Japón, numerosos observatorios y centros de divulgación aprovecharon la repercusión para explicar la naturaleza de los meteoros y resaltar la importancia de la investigación espacial. La comparación con Cheliábinsk apareció casi de inmediato, aunque con diferencias notorias. En 2013, la explosión del meteoro sobre Rusia liberó una energía equivalente a varias decenas de bombas nucleares pequeñas y provocó ondas de choque que rompieron ventanas en toda la ciudad. El episodio en Japón, por su parte, fue más breve y menos poderoso, pero igualmente llamativo por su intensidad visual. En ambos casos, lo que sorprende a los especialistas es cómo objetos relativamente pequeños, de apenas un par de metros de diámetro, pueden producir fenómenos tan impactantes para quienes los observan desde tierra. Un recordatorio desde el espacio Los especialistas explicaron que alrededor de 17 mil meteoros ingresan a la atmósfera cada día aunque solo unos pocos generan bolas de fuego (NASA) Estos destellos imprevistos sirven también como recordatorio de que la Tierra no está aislada en el cosmos. Nuestro planeta viaja constantemente en medio de restos de asteroides y cometas, y la atmósfera funciona como un escudo que nos protege de colisiones que, de otro modo, serían devastadoras. Sin esa barrera natural, episodios como el de Japón serían mucho más frecuentes y peligrosos. Cada tanto, sin embargo, una roca de mayor tamaño logra atravesar ese escudo y llegar a la superficie. Aunque se trata de casos poco comunes, la historia geológica muestra que los impactos de gran magnitud forman parte del pasado de la Tierra e incluso jugaron un rol decisivo en la extinción de especies. Por eso, la comunidad científica sigue con atención cada bola de fuego que aparece en el cielo: no solo despiertan curiosidad, también ofrecen pistas sobre cómo prepararnos frente a posibles amenazas mayores en el futuro. El episodio japonés, afortunadamente, fue un ejemplo de cómo un fenómeno natural puede transformarse en un espectáculo inolvidable sin consecuencias negativas. Para quienes lo presenciaron, quedará grabado como el momento en que la noche se volvió día por unos segundos. Para la ciencia, en cambio, será una nueva oportunidad para estudiar la interacción de los meteoros con nuestra atmósfera y seguir afinando las herramientas que permiten rastrear objetos cercanos a la Tierra. En definitiva, lo ocurrido en Japón recuerda que el universo está lleno de sorpresas y que incluso en una noche cualquiera, cuando nadie lo espera, el cielo puede desplegar un espectáculo capaz de dejar a millones de personas mirando hacia arriba con asombro. Como dijo el propio Maeda, “era tan brillante como la luna”. Un fenómeno breve, sí, pero lo suficientemente poderoso como para iluminar no solo el firmamento, sino también la imaginación colectiva.

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