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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 21/08/2025 04:33
A muchos estudiantes argentinos las restricciones económicas los llevan a postergar o abandonar proyectos educativos, adelantar la inserción laboral o limitar su horizonte de aspiraciones (Canva) Están cerca de terminar la escuela, pero proyectar su futuro les resulta muy difícil. En Argentina, 7 de cada 10 adolescentes de 15 años (71%) afirman que no se sienten suficientemente preparados para la vida adulta. Es la proporción más alta de la región y la tercera más elevada entre más de 80 países. A la hora de explicar el dato, entran en juego distintos factores: uno de ellos es la preocupación de los chicos por su situación económica. Los datos pertenecen al último informe de Argentinos por la Educación y surgen de la prueba PISA 2022, que por primera vez incluyó un cuestionario para los estudiantes de 15 años sobre bienestar, orientación y expectativas de futuro. Según se desprende de sus respuestas, a 6 de cada 10 estudiantes argentinos (63%) les preocupa no tener suficiente dinero para hacer lo que les gustaría después de terminar la secundaria. “Este dato da cuenta de un condicionamiento real que viven muchos alumnos: tener que postergar o abandonar proyectos educativos, adelantar la inserción laboral o limitar el horizonte de aspiraciones”, advierte el informe, elaborado por Sandra Ziegler, investigadora de Flacso, y María Sol Alzú y Víctor Volman, de Argentinos por la Educación. El gráfico muestra la proporción de alumnos a los que les preocupa no tener suficiente dinero para hacer lo que les gustaría después de terminar la secundaria. Fuente: Argentinos por la Educación (a partir de PISA 2022) Como es esperable, la preocupación económica afecta en mayor medida a los estudiantes de menor nivel socioeconómico (asciende al 67% en el quintil más bajo), y es menor entre los alumnos más favorecidos (afecta al 55%). En los países de la OCDE, el 52% expresa esta preocupación, mientras que en América Latina las cifras más altas están en Colombia (70%), Perú, Brasil y Chile (los tres con 68%). Otro informe de la OCDE basado en los datos de PISA 2022 y publicado recientemente plantea que, a nivel global, el entorno social y económico de los jóvenes es el principal factor que determina sus planes educativos y laborales, por encima del rendimiento académico. El documento señala que la mayoría de los jóvenes no recibe el suficiente apoyo para explorar las oportunidades laborales que se pueden presentar en el futuro. El problema se observa también en Argentina, según los datos relevados por Argentinos por la Educación. En el país el 65% de los estudiantes se siente bien informado sobre las opciones educativas o laborales luego de terminar la escuela. El porcentaje es similar al promedio de la OCDE (67%), pero está por debajo de varios países de la región: Colombia (77%), Costa Rica (75%), Panamá (74%) y Perú (73%). Para los autores del informe, la brecha con estos países indica la necesidad de “fortalecer los dispositivos escolares de orientación y acompañamiento, especialmente en los últimos años del nivel secundario”. Las becas, un apoyo clave El peso de la situación económica en los proyectos de vida de los jóvenes condiciona sus posibilidades de imaginar, planificar y alcanzar un futuro deseado. En ese sentido, estos datos –que corresponden a respuestas de 2022– se publican en un contexto de recortes en las becas estatales para estudiantes de nivel secundario y universitario, en particular del programa Progresar del Estado nacional, que apunta a estudiantes de 16 a 30 años que vivan en hogares de bajos ingresos. Ambas líneas –Progresar Obligatorio y Progresar Superior– tienen su convocatoria abierta en este momento, hasta comienzos de septiembre. Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) reveló que en el último año y medio las becas Progresar perdieron poder adquisitivo y redujeron la cantidad de beneficiarios. Según el CEPA, el valor actual de las becas –35.000 pesos mensuales– es un 39% inferior al de 2023. El deterioro de su monto no es un proceso nuevo, pero se aceleró el año pasado. En 2025, el poder adquisitivo de las becas equivale a un tercio del valor que tenían hace 10 años, en 2015. El gráfico muestra la evolución del poder adquisitivo de la beca Progresar, el sistema de becas para jóvenes más importante a nivel nacional, en los últimos 10 años. Fuente: CEPA En tanto, en 2024 la cantidad de personas que reciben la ayuda se redujo en 511.712 y descendió de 1,8 a 1,3 millones de jóvenes. La inversión nacional destinada a becas cayó un 65% entre 2023 y 2024, y la caída se profundizó en el primer semestre de 2025, según los datos de Presupuesto Abierto del Ministerio de Economía. Con respecto a este tema, en la última reunión del Consejo Federal de Educación la Secretaría de Educación presentó la “Red Federal de Becas”. Según un comunicado oficial, las metas de la nueva red son “fortalecer y articular las políticas de becas para garantizar el acceso, permanencia y egreso educativo de los estudiantes; así como la creación de un espacio de trabajo federal y participativo para la cooperación y el intercambio entre todas las jurisdicciones”. La red estará compuesta por referentes de cada jurisdicción y del Consejo de Universidades (el organismo que nuclea a los rectores de universidades públicas y privadas). La presión familiar A la hora de encarar el futuro, 3 de cada 4 estudiantes argentinos (76%) consideran que la escuela les enseñó cosas que podrían ser útiles para el trabajo, según el informe de Argentinos por la Educación. En otras palabras, la gran mayoría reconoce un vínculo entre lo aprendido en la escuela y su futura inserción laboral. Además, el 64% considera que el colegio los ayudó a tener confianza para tomar decisiones. En ambos casos, las cifras son mayores que para el promedio de los países de la OCDE. Otro dato relevante del informe es que casi la mitad de los adolescentes argentinos sienten que su familia los empuja a elegir un camino específico tras la secundaria, ya sea ingresar a la universidad, incorporarse al mundo laboral o aprender un oficio. Esta presión familiar afecta al 47% de los estudiantes de 15 años: es la cifra más alta de la región y supera el promedio de la OCDE (35%). El fenómeno se intensifica entre los sectores más vulnerables: el 55% de los jóvenes del quintil socioeconómico más bajo percibe esta presión, frente al 38% en los sectores más favorecidos. El gráfico muestra la proporción de alumnos que sienten presión de su familia para seguir un camino específico después de la secundaria. Fuente: Argentinos por la Educación “Estos datos son relevantes para proyectar el futuro de los sistemas educativos en términos de su propuesta formativa, el fomento de la autonomía de los estudiantes y el apoyo a su crecimiento”, consideró Sandra Ziegler, investigadora del área de Educación de Flacso Argentina. Y destacó: “La incorporación de un módulo sobre bienestar y expectativas futuras en PISA constituye un avance significativo, porque permite valorar la contribución de la escuela más allá de los aprendizajes formales y comprender cómo los estudiantes perciben su papel en la construcción de proyectos de vida y en las decisiones posteriores a la escolaridad”. Para Guillermina Laguzzi, especialista en educación y trabajo de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), los datos ponen el foco en una contradicción que atraviesa a los jóvenes argentinos: “Por un lado, valoran las herramientas que la escuela les brinda para el trabajo y la toma de decisiones; por otro, experimentan una notable ansiedad y sensación de falta de preparación para la vida adulta”. Laguzzi resaltó la necesidad de “apostar a un trabajo del sistema educativo enfocado en el desarrollo de habilidades generales para el egreso”, y destacó la importancia de “acompañar a los jóvenes para que puedan desenvolverse con autonomía en un entorno de alta presión e incertidumbre”.
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