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  • Mi vida en el autobús

    » Diario Cordoba

    Fecha: 21/08/2025 03:55

    ¡Vaya! ¡Hoy no ha habido suerte! Yo y la parada de autobús. Cualquier día por la mañana. Son mis vacaciones, mi playa, mi piscina, mi jardín, mi parienta y mi «¡niña, tráeme otra cervecita y algo que picar!». Veo venir el autobús. Unnn... Hoy creo que llega de un viaje espacial. Aterriza o, más bien, aluniza. Yo alucino. Tiemblo. Subo. ¡Uf! ¡Qué mala pinta se le ha puesto a la mañana! Yo, ciudadano bien educado, pago mis impuestos, cumplo las normas y saludo: «Buenos días...» Silencio. ¿Conduce el silencio? Yo, como aquel niño esotérico, me da que oigo rumores, no sé por dónde. Oigo: «Otro pringado que tendría que estar de vacaciones y no estar aquí fastidiándome al obligarme a detenerme para recogerlo». El autobús arranca a una velocidad de nave espacial. Oigo rumores: «¡Todo el mundo al suelo!». Esto sí que es un golpe de estado y no el de aquellos aficionados en las Cortes. Consigo sujetarme a una barra para llegar hasta el asiento. Otro acelerón. Caigo en el asiento. Oigo rumores: «¡Se sienten, coñ...!». Esto sí que es una dictadura. Empiezo a temblar. Menos mal que sé rezar. Otra parada. Rezo para que no haya ningún viajero. ¡Menos mal! ¡No hay ningún viajero! Otra parada. Una señora quiere bajarse. ¡Madre mía! «¡Venga ya, señora!». Vamos quedando menos en el autobús. Alquitranan. ¿Vendrá a por nosotros quien conduce y nos arrojará por la ventanilla, para que no molestemos? Otro paso de peatones. Dos señoras lo cruzan, lentas. «¡Venga ya, coñ...!». Aún me quedan dos paradas. Pero me bajo antes. No quiero molestar al susodicho. Sigo oyendo rumores... Voy a renovar mi bonobús. Una cola de diez metros. Menos mal, no es invierno ni hace frío. No. ¡Árboles! Pero… ¡Son dos colas! ¡Vaya! Es la hora de descansar por convenio. Cafetito, tagarnina... Hoy he empezado así. Pero otros días... Otros días es la entrada al jardín del Edén. El autobús abre la puerta. Una bella sonrisa de mujer. Joven, agradable, tierna. No sigo por si me denuncian por abusador machista. Sólo compartir la realidad. La mujer me sonríe, me saluda, me da las gracias, ¡a mí, que soy un pringado que viaja en autobús! ¿Cuál es el sueño y cuál la realidad? Seguro que el astronauta venía con la vejiga hasta el borde y la próstata empujándole. Es duro vivir en un volante, una mañana de agosto, sin playa, sin cañita, sin parienta y sin «¡niña, tráeme otra cervecita y más gambitas!», aguantando al personal, cada cual de quien sea su padre y de su madre, su olor y sudor, su querer subir y su querer bajar. ¡Ya ven ustedes! ¡Y el mundo en manos de los chuflas y los perroflautas! ¡Y yo, quejándome de mala suerte! ¡Los hay que, teniéndolo todo, no nos aguantamos con nada!

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