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» El Ciudadano
Fecha: 20/08/2025 16:37
Aunque la polémica no ha hecho otra cosa que llevar espectadores a los cines y le va a garantizar en breve un gran desembarco en la plataforma Disney+, la doble vara de algún sector del producción audiovisual nacional quedó expuesta en las últimas horas frente a lo que se supo respecto del financiamiento de Homo Argentum, la película que protagoniza Guillermo Francella y que dirigió la dupla integrada por Mariano Cohn y Gastón Duprat. Homo Argentum, que indudablemente es un éxito de taquilla, fue usada como «ejemplo» de un cine «exitoso» que no necesita ningún dinero del Estado para su realización, incluso el propio gobierno nacional y el presidente Milei invitaron a través de sus redes a ver la película en ese mismo tono. Sin embargo, en las últimas horas se supo que la película sí tuvo apoyo del Estado porque para su realización recibió un subsidio del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es decir contó el aporte de fondos públicos siendo que desde todos los rincones se la vende como una película rodada sólo con capitales privados. La película generó una grieta en medio del desfinanciamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y de las descalificaciones del protagonista y los realizadores acerca del cine más de arte que apoyó en otros tiempos el Estado nacional, más allá de las críticas feroces que en su gran mayoría recibió la película de parte de las y los especialistas en la materia. Pero la polémica sumó ahora un nuevo capítulo dado que se conoció que recibió un subsidio público del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En 2024, Homo Argentum fue una de las afortunadas producciones ganadoras de un certamen organizado por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El programa devolvía parte de la inversión realizada por productoras locales en proyectos con proyección internacional y, según cifras oficiales publicadas, se otorgaron más de 70 mil millones de pesos en esa inversión privada. De este modo, Homo Argentum fue una de las ganadoras del certamen BA Producción Internacional, el programa del Gobierno de Caba que devolvió parte de la inversión a productoras locales con proyección internacional, dado que se trata de dos directores muy conocidos en el exterior. En ese momento, el responsable de la entrega de los fondos fue el polémico Roberto García Moritán, el exmarido de la modelo Carolina Pampita Ardohain, que era ministro de Desarrollo Económico de la Ciudad. Según trascendidos, la película habría recibido alrededor de 150 millones de pesos del Estado porteño, un dato que volvió a poner el foco en la distribución de recursos dentro de la industria audiovisual. Por su parte, el presidente del Incaa, Carlos Pirovano, defendió la película Homo Argentum y el programa oficial de financiamiento, aunque admitió en una entrevista no haberla visto aún. “No pude ir a verla porque doy clases a esa hora… vi TikToks; cuando ves TikToks, ves casi toda la película”, sostuvo el candidato a diputado por la ciudad de Buenos Aires del espacio La Libertad Avanza. En medio de la compleja situación que atraviesa la producción audiovisual en la Argentina, la declaración de Pirovano generó rápidamente una serie de repercusiones en redes sociales y también en algunos medios de comunicación, sumando una nueva polémica al estreno de cine que dividió a la opinión pública nacional. En paralelo, Milei ofreció hace pocos días un discurso ante referentes de su espacio político, donde calificó la película como “una obra de arte”, como la mayoría de sus seguidores, y destacó que “sus viñetas llaman a una profunda reflexión”. Según sus palabras, “la más interesante es la última, que plantea de manera brutal el problema de la llamada Justicia Social. La justicia social es un robo, es injusta y criminal”. El estreno de la película de los creadores de El ciudadano ilustre en una larga lista de títulos, llegó en un momento muy complejo para la producción de cine en el país. El año pasado, bajo el decreto 662, el gobierno limitó los subsidios a películas locales, favoreciendo sólo a grandes estudios en detrimento de proyectos medianos y pequeños, lo que puso en riesgo la sustentabilidad de la industria audiovisual que históricamente recibió subsidios a partir de un porcentaje que se retiene de lo que se paga por las entradas de cine. Precisamente, ese hecho hizo grande al cine nacional de la post dictadura, de proyección nacional e internacional, abrió el juego a nuevos realizadores y visivilizó la calidad de muchos de ellos, como pasó con las primeras películas de Cohn-Duprat que recibieron subsidios del Incaa.
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