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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 19/08/2025 22:32
La contaminación plástica afecta la salud pública y el ambiente global La contaminación por plásticos representa uno de los mayores desafíos ambientales y sanitarios del siglo XXI. Los microplásticos y nanoplásticos, partículas invisibles para el ojo humano, dejaron de ser un problema exclusivo de los ecosistemas y se transformaron en una amenaza real para la salud. El veterinario y magíster en gestión ambiental Diego Albareda, coordinador del programa Marino Costero de la Fundación Vida Silvestre, advirtió que el principal foco del problema ya traspasó el ámbito marino y afecta de manera directa a la salud pública. Durante una entrevista en Infobae en Vivo, Albareda explicó que en Argentina cada habitante utiliza en promedio 42,7 kilos de plástico por año. Estos residuos se degradan y se fragmentan en micro y nanoplásticos, que pueden ingresar al organismo a través del agua, los alimentos y el aire. Los plásticos y su efecto en el organismo humano El consumo masivo de plásticos y el bajo reciclaje agravan la exposición sanitaria Albareda aseguró: “Hoy los microplásticos y nanoplásticos están en todos lados. Ingresan a nuestro organismo por el agua, los alimentos y el aire que respiramos, y pueden atravesar barreras como la hematoencefálica y la placenta”. Remarcó que ya se encontraron estos compuestos en tejidos cerebrales y arterias, lo que refleja nuevos hallazgos científicos que preocupan a la comunidad médica. El especialista profundizó sobre cómo el avance de los plásticos y sus derivados se convirtió en un tema de salud pública. “Al principio el foco estaba en el ambiente y la fauna marina; ahora el problema ya es directamente la salud pública”, afirmó. Señaló trabajos recientes donde se hallaron partículas de nanoplásticos en arterias carótidas asociadas a cuadros cardiovasculares, y en cerebros humanos con patologías como demencia senil. “Es difícil encontrar causas directas, pero estamos expuestos de forma crónica a compuestos químicos cuyos efectos celulares ya se conocen”, resaltó. Microplásticos y nanoplásticos se detectan en órganos humanos y tejidos vitales Albareda contextualizó la problemática del país: “Cada argentino, en promedio, utiliza 42,7 kilos de plástico por año. El porcentaje de reciclaje es muy bajo, no supera el 10%, así que la mayor parte de los desechos termina en el ambiente y luego ingresa en la cadena alimenticia”. Precisó que la degradación por radiación solar, fricción del agua y acción de la fauna fragmenta los residuos plásticos primero en microplásticos y después en nanoplásticos, cuyas consecuencias para la salud aún se investigan. Estos fragmentos, por su tamaño nanométrico, “tienen capacidad de atravesar tejidos, llegar al torrente sanguíneo y alcanzar la placenta y el cerebro”. Albareda explicó que la exposición es universal: “Un invertebrado marino que consume microplásticos y es ingerido por una persona libera esos compuestos, que pasan a distintos tejidos del cuerpo”. Estudios y avances científicos demuestran el vínculo con enfermedades Según Albareda, estudios recientes vinculan la presencia de estos compuestos con enfermedades humanas: “Médicos cardiovasculares han encontrado nanoplásticos en arterias carótidas durante extracciones de rutina para evitar ACV”, relató. La evidencia científica vincula partículas plásticas con enfermedades cardiovasculares y cerebrales (Imagen Ilustrativa Infobae) Además, hay investigaciones preliminares que asocian la acumulación de nanoplásticos en el cerebro con enfermedades neurodegenerativas. “Esto recién comienza, como ocurrió hace tres décadas con la fauna marina, pero ya hay documentación al respecto”, aseguró. Frente a las consultas de los conductores, Albareda alertó sobre la insuficiencia de las acciones individuales, como la separación domiciliaria, y expuso la necesidad de transformaciones profundas en la producción y el consumo. “El reciclaje no supera el 10% y nunca será suficiente sin un cambio cultural. La solución requiere políticas, acuerdos y, sobre todo, la responsabilidad de los productores”, enfatizó. También remarcó la urgencia de avanzar con una ley de envases más restrictiva: “La ley de envases que se debate en el Congreso introduce el principio de responsabilidad extendida del productor. Es decir, el fabricante debe asumir el impacto ambiental de su producto, desde la fabricación hasta el descarte”. Sin embargo, lamentó la falta de consensos para aprobar estos proyectos y vinculó los obstáculos locales con los internacionales: “La semana pasada, en Suiza, fracasó otra ronda de negociaciones del Tratado Internacional de Plásticos impulsado por Naciones Unidas. Países petroleros como Arabia Saudita y Estados Unidos se oponen a limitar la producción”. Con especial preocupación, el especialista señaló los plásticos de un solo uso: bolsas, envases descartables y envoltorios que se emplean escasos minutos y luego se descartan. Residuos plásticos invaden aguas, aire y alimentos en las principales ciudades ribereñas (Imagen Ilustrativa Infobae) “Ya logramos la transición con la prohibición de bolsas camiseta en supermercados. Ahora debemos ir más allá y debatir los packaging descartables en general”. Planteó que esto será complejo debido al peso de la industria, y solo la presión social y los consensos intersectoriales podrán cambiar la situación. “El camino es la economía circular, donde los productos vuelvan al proceso productivo al concluir su vida útil y no acaben como residuos”, sostuvo el experto. Para ilustrar la gravedad del problema local, Albareda subrayó que la alta densidad poblacional en zonas ribereñas, como el río Paraná y el Río de la Plata, favorece que los plásticos se acumulen y sean transportados al mar por arroyos urbanos. “En el circuito del Paraná y el Río de la Plata, sin programas de gestión de residuos sólidos urbanos, los desechos plásticos terminan en el agua y luego en el océano, lo que agrava el problema global”, advirtió. Ante la pregunta sobre el tiempo de degradación de una bolsa plástica, explicó: “Depende del tipo de plástico y de las condiciones ambientales, pero pueden tardar diez, veinte o hasta cien años. Mientras tanto, esa bolsa libera partículas cada vez menores, que son ingeridas por animales marinos y vuelven a nuestra cadena alimentaria”. Además, describió cómo en riberas y playas se encuentran fragmentos diminutos y blanqueados, señales visibles del proceso de fragmentación. Plásticos de un solo uso y fast fashion agravan la crisis Grandes ríos y arroyos urbanos transportan desechos plásticos desde ciudades hasta el mar (Imagen Ilustrativa Infobae) La problemática no se limita a los envases, sino que abarca la industria textil y la moda rápida o fast fashion. “La compra y descarte acelerado de prendas, contribuye enormemente a la contaminación plástica, ya que muchas prendas sintéticas terminan como microfibras en el ambiente”, observó Albareda. El impacto total de este hábito de consumo se verá con mayor claridad en las próximas décadas, pero es necesario actuar de inmediato para prevenir daños irreversibles. En cuanto al enfoque de la cuestión, destacó el valor del concepto “una sola salud”, que conecta la salud ambiental, la biodiversidad y la salud humana. Trabajar en la salud ambiental beneficia tanto a los ecosistemas como a nuestra especie, ya que las tres dimensiones están vinculadas. El especialista concluyó su análisis con un llamado a la sociedad y la política a dimensionar el desafío global: “El problema de los plásticos es transversal y necesita respuestas en todos los niveles. Si no hay compromiso global, ningún esfuerzo nacional será suficiente. Hay que crear conciencia, exigir regulación y, sobre todo, repensar cómo producimos y consumimos”. 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