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» Misionesparatodos
Fecha: 19/08/2025 21:45
El cierre de listas, la última elección con estos nombres y diseño político. Milei no para de comerse su stock y se consume a la misma velocidad con la que nació. El cierre de listas dejó una novedad detrás suyo que fue, por primera vez, el involucramiento personalísimo de Javier Milei en su conformación. En las provincias, las boletas nacionales de La Libertad Avanza aparecen encabezadas por referentes propios, en general con trayectorias políticas no demasiado extendidas o destacadas. Una apuesta por presuntos vínculos de lealtad garantizada y la figura del presidente por encima de las personalidades. Hay excepciones. Dos ministros del Gabinete encabezarán boletas al Senado en sus distritos. Por persistencia de Santiago Caputo –y la validación final de Karina Milei–, Luis Petri dejará Defensa tras encabezar la lista oficialista en Mendoza. Patricia Bullrich hará lo mismo en la Ciudad de Buenos Aires donde La Libertad Avanza se aseguró, como se esperaba, una representación absoluta en el Senado. Detrás de Bullrich, el gobierno colocó al economista liberal Agustín Monteverde –otro desconocido para el gran público. Con altísimo perfil y buena aceptación en la Ciudad, Bullrich espera utilizar esta elección como plataforma para competir por la Jefatura de Gobierno en 2027 ante una administración de Jorge Macri cuya evaluación es opaca y una gestión que muestra signos de agotamiento. Si eso sucediera, Bullrich ocuparía su banca durante dos años –o menos, si renunciara para hacer campaña. No es casual que Pilar Ramírez, alter ego de Karina, ocupe la primera suplencia. Si bien la jugada está sobre la mesa, la estrategia dependerá del rumbo económico del Gobierno y de la confianza que los hermanos puedan construir con una ministra de Seguridad cuyas lealtades, a lo largo de su historia, han sido intermitentes. En 2021, Alejandro Fargosi –el flamante primer candidato a diputado por La Libertad Avanza en la Ciudad de Buenos Aires– fue repudiado por la DAIA por una descalificación contra Myriam Bregman. Despojada de cualquier pretensión ecuménica en su rol comunitario, la conducción de la DAIA lleva años consumiendo su capital político en representar los intereses del gobierno de Benjamin Netanyahu y mantenerse como un lobby antiperonista en el país. Una posición que ignora la historia, los enormes matices y diversidades de la colectividad judía en Argentina y no se esfuerza por contener a quienes sostienen miradas más progresistas o críticas, ni se esfuerza por disimular la doble vara que aplica a los dirigentes políticos de acuerdo con su procedencia. Por ello, cuando la DAIA critica a un actor identificado con la derecha argentina, conviene prestar atención, ya que casi seguro se trate de un acto de antisemitismo que pasó de cualquier límite, ambigüedad o malentendido. Fue el caso de Fargosi, que posteó una noticia falsa sobre Bregman y resaltó expresamente su condición de judía. No es la única expresión inaceptable y más o menos reciente de Fargosi, pero el gran público podría imaginar que el antisemitismo debería ser una línea roja para un presidente que lloró en el Muro de los Lamentos y que eligió a “su” rabino como el encargado de llevar adelante la relación con Israel. Es inútil, sin embargo, buscar coherencia en las elecciones de círculo del presidente, construido de manera instintiva, a veces a partir de conflictos o cuestiones puntuales. Fargosi, que fue un obsecuente del macrismo, lo es también de Milei. Inserto en los esquemas de profesionales que operan pública y judicialmente la persecución contra integrantes de los últimos gobiernos del peronismo, Fargosi se constituyó como una suerte de garante del presidente cuando los “ñoños republicanos” le señalaron su falta de interés en la sanción de normas como Ficha Limpia. Su candidatura acentúa el perfil antiperonista de un oficialismo que, además de su acuerdo con el macrismo, lleva candidaturas como la de Sabrina Ajmechet, alineada a Patricia Bullrich. El caso de Ajmechet es curioso, ya que desde el 7 de octubre de 2023 ordenó su perfil público en función de las posiciones sobre Israel y Hamas. Repartió acusaciones de antisemitismo con liviandad en función de los posicionamientos no ya sobre el sionismo sino sobre la estrategia del actual gobierno israelí. Ocupar un lugar subordinado en la boleta por debajo de un antisemita no le mereció ninguna reflexión porque le permitirá renovar su banca. Principios cuyo límite es mantener los cargos públicos. No debe haber mejor definición de lo que califican como la casta. Presupuestívora. El perfil antiperonista en el núcleo urbano lo completa José Luis Espert, cabeza de la lista oficialista en la provincia de Buenos Aires, acompañado de la exvedette Karen Reichardt y, más atrás, el armador de Karina, Sebastián Pareja, empoderado indiscutiblemente desde el armado bonaerense. A pesar del crecimiento meteórico de Pareja se impone una pregunta: ¿por qué se involucró personalmente Milei en el armado de las listas? ¿Deseo personal o disconformidad con las repercusiones luego del cierre en PBA? Es una incógnita. La provincia tendrá elecciones antes de las nacionales y tanto en los búnkers del oficialismo como en los de la oposición hablan de una elección muy pareja en la que algunos leen entre líneas, incluso, una leve ventaja opositora. Un triunfo del peronismo en septiembre –además de un espaldarazo a la decisión de desdoblar de Axel Kicillof– podría generar reacciones en los mercados –particularmente en el frente cambiario– y conspirar contra las posibilidades nacionales del oficialismo en octubre. La idea de que “no tiene contra quien perder” –debido a las desavenencias entre los distintos sectores del peronismo– las constantes escenificaciones de desacuerdos y, en general, la falta de articulación de propuestas alternativas, debería matizarse ante lo que en la calle Matheu consideran un logro extendido. Las listas del peronismo se ordenaron en fórmulas unitarias en casi todas las provincias, algo que podría parecer una anécdota, pero no estaba dado al comienzo de las negociaciones. El precio son listas muchas veces deslucidas, candidaturas testimoniales y algunas sorpresas que solamente se explican por la lógica de la interna. Cuando Juan Grabois amenazó con romper y presentar su propia opción posiblemente no imaginaba que fuera posible un saldo como el que obtuvo. Las boletas del peronismo en los dos principales distritos no son las preferidas de Kicillof, Sergio Massa y Cristina Fernández de Kirchner, pero seguramente se acerquen bastante a las pretensiones del líder de Patria Grande. Grabois irá tercero en la boleta que va a encabezar Jorge Taiana y logró colocar a Fernanda Miño en el puesto 12 –entrable–, mientras Itai Hagman liderará la boleta de diputados en la Ciudad. Parte de la explicación de esto último hay que buscarla en las ausencias. Ofelia Fernández, una figura ascendente y con un perfil y referencia propia en la ciudad, había confrontado duramente con el status quo del peronismo. Hagman, de su mismo espacio político, garantiza que no intente pararse por fuera ni se desentienda del todo de la campaña. Una estrategia aceitosa para comprometer a Ofelia que cometería un grueso error si se involucrara en una campaña de la que no va a participar como candidata. La falta de nuevas ideas en las listas, por lo demás, expresan las limitaciones no de los candidatos sino de un peronismo que pasó un año y medio volcado hacia adentro. Un ejercicio introspectivo sin resultados tampoco en lo programático. El nombre de Taiana fue acercado por Kicillof, pero es una figura respetada por todas las tribus del peronismo y difícilmente hubiera argumentos para quitarle a Mariano Recalde su aspiración a reelegirse como senador en la capital. El mini operativo clamor por la candidatura de Máximo Kirchner fue lúcidamente desestimado por el propio interesado. Hace tiempo que él y CFK creen que la campaña debe girar sobre la gestión del oficialismo nacional. Con él o Massa en la boleta eso no hubiera ocurrido. El kirchnerismo, en sus diferentes variantes, se llevó seis entre los primeros 15 de la lista. En el caso del gobernador, eligió pagarle a los gremios, con las candidaturas de Hugo Yasky y Hugo Moyano (hijo). La irrupción de Moyano es interesante. Si Pablo es un duro –a veces brutal– y Facundo lo inverso, Huguito es reconocido como un hombre preparado, conocedor de los temas y capaz de buenas interlocuciones con el mundo empresario. En el interior, destacan en el peronismo dos perfiles interesantes, con aspiraciones diversas. El relegamiento de Agustín Rossi al segundo lugar en Santa Fe para que encabece Caren Tepp, del armado de Ciudad Futura –que lidera el ascendente rosarino Juan Monteverde, pareja de Tepp– muestra una novedad interesante del flanco más progresista de la coalición. Por afuera, pero con puentes claros, la candidatura de Natalia de la Sota en Córdoba aparece encaminada a hacer una elección interesante por fuera del esquema que gobierna desde 1998 y que inauguró su padre. La respuesta sobre contra quién podría perder el oficialismo existe. Antes que nada, contra sí mismo. Los últimos aumentos de encajes y subas ilimitadas de tasas de interés dan cuenta de una situación económica compleja en la que la decisión de Milei es llegar a octubre con el dólar y la inflación relativamente controlados. El 1,9% de julio fue un dato importante en los términos del Gobierno, pero nada garantiza que la tendencia se mantenga en agosto, donde los números de alta frecuencia semanales vienen oscilando entre aceleración y desaceleración. Sí es cierto que pese a la importante suba del dólar no hubo descontrol en los guarismos inflacionarios. El precio de eso es un ahogo monetario que alimenta el estancamiento económico. Si en enero el gobierno soñaba llegar a octubre con un boom de consumo y una economía en plena ebullición, los datos marcan, en el mejor de los casos, un estancamiento que sólo disimula las variaciones interanuales. Bien analizada contra el mes anterior, la economía redujo su ritmo de crecimiento hace tiempo. Las últimas medidas para secar la plaza de pesos y evitar sorpresas con el dólar acaban con cualquier posibilidad de recuperación del crédito antes de octubre. En este panorama, el Gobierno podría encontrarse con que ser la opción menos mala de las disponibles podría alcanzarle para ganar en octubre, pero lo termina culturalmente porque lo emparenta con la clase política que vino a terminar. Por Iván Schargrodsky-Cenital
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