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» Clarin
Fecha: 19/08/2025 13:43
A mano o en computadora. Papel o digital. En cuaderno o en máquina de escribir. Lisas, rayadas o cuadriculadas. La página en blanco muchas veces representa el mayor terror para quien intenta escribir. Algunos se entregan a todo tipo de rituales: el aislamiento absoluto, música de fondo, la reclusión en un hotel alejado; la mayor de las soledades posibles. “Cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte”, escribió Roberto Arlt en el prólogo a Los lanzallamas. Lo cierto es que para muchos autores, este aparente obstáculo inicial fue el disparador para grandes relatos. Como en una maniobra de judo, utilizaron la fuerza de este bloqueo a su favor y dejaron su testimonio en grandes libros: La novela luminosa del uruguayo Mario Levrero es tan sólo un ejemplo. Diario de novela, de la española Sabina Urraca, es otra prueba textual que cristalizó estas batallas entre el deseo de escribir y la imposibilidad. Editada por Bosque Energético –un precioso sello editorial independiente cuyo catálogo está compuesto de manera íntegra por diarios de escritores bajo diversas ópticas– se trata de la primera publicación en la Argentina de esta escritora, una de las voces más destacadas de la literatura hispánica actual. Costa Brava, Capote y Leila La primera mitad la escribió en la casa Saniá –aquella hermosa vivienda ubicada en la Costa Brava, el mismo lugar donde Truman Capote se recluyó a terminar A sangre fría y donde hace poco Leila Guerriero indagó sobre su huella allí en La dificultad del fantasma– y la segunda en el barrio de Usera, Madrid, entre 2022 y 2024. Aquí vuelca todas sus ideas, digresiones y vueltas de tuerca en torno a la escritura de una novela y, casi sin darse cuenta,termina gestando otro libro para el deleite del lector más interesado en conocer lo que ocurre tras bambalinas del acto de escribir. El formato diario le da un ritmo de novela vertiginosa y testimonial. Aquí están todas las pequeñas grandes luchas de esta escritora, que podrían identificar a cualquier otro escritor, contra la distracción, la dificultad por concentrarse, la dispersión. Muchas veces la escritura se vislumbra como aquella ballena blanca pergeñada por Herman Melville que se muestra impertérrita e inalcanzable. La española Sabina Urraca, autora de la española Sabina Urraca. Foto: gentileza. También anota muchas ideas paralelas –las llama intrusivas– que emergen en el medio del proceso. Ideas de cuentos o de otras novelas. Las anota para no perderlas, afirma, aunque también confirma que no escribirá ninguna pero que el ponerlas por escrito le ayudan a derrotar el embotellamiento escritural que muchas veces la ataca. Urraca escucha frases por la calle y las anota. Camina sin escuchar música. Le presta atención hasta a la ropa que se pone. Y lo escribe. Escribe todo por las dudas. Se cuelan reflexiones sobre otros temas, como las redes sociales (“Mi torrencialidad en redes no es recibida casi nunca como literatura, sino como una puerta abierta a que gente desconocida me hable”) y anécdotas con el fantasma de Capote que se dice que habita en Saniá (“Tania me dice por wasap que con el fantasma hay que ser clara, dejarle una nota explicándole que soy una persona muy sugestionable y que necesito dormir porque, si no, al cabo de los días, se me desmorona el alma”). El proceso de escritura se lee como caótico y desenfrenado. Sobre el personaje que está construyendo afirma: “El libro estará tan desordenado como lo esté la cabeza de la protagonista. Pero incluso para producir la ilusión de desorden hay que disciplinarse, estructura, ordenar el desorden”. El deseo de escribir También vuelve muchas veces sobre el deseo de escribir que la acompaña desde hace mucho tiempo. Desde antes de ser consciente de la posibilidad de convertirse en escritora y cuando acumulaba papeles sueltos con escritos que no sabían bien para qué podría utilizarlos: “Responder a un libro no es tan fácil ni tan inmediato. Un libro, por mucho que exponga, protege. Basta ya de pedacitos lanzados al espacio”, dispara. Diario de novela es un ejemplo de cómo un escritor, o un artista en general, puede superar el obstáculo aparente del bloqueo creativo utilizándolo a su favor aunque el proceso, en muchos de sus tramos, sea tortuoso (“Esta novela me funciona por la mañana, recién despertada. Después ya no”). Pero, sobre todo, es un hermoso compendio de meditaciones en torno a lo que significa escribir. Por ejemplo, resume con mucha fuerza y simpleza un mandato que invita a aquellos que todavía no se animan a animarse a escribir. Es cuando la llaman para pedirle el contacto de una autora que llevaba 20 años muerta para encargarle un texto. Piensa y anota: “Escribir antes. Escribir mucho antes”. La española Sabina Urraca, autora de la española Sabina Urraca. Foto: gentileza. Parafraseando a Luis Alberto Spinetta, en un momento señala que siempre el próximo libro será el mejor. Que la escritura, casi como una llamada telefónica infinita, nunca termina. Mejor dicho, en sus propias palabras, en una de las definiciones más exquisitas que construye sobre el acto en sí de escribir: “Es hablarle a un desconocido al otro lado del teléfono. Hablarle como una demente: exaltada, emocionada, desvelando ideas oscuras, secretos, inventando. Y luego colgar y querer morirte de vergüenza. Veinticinco años después, seguir muriéndote de vergüenza”.
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