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Parana » AnalisisDigital
Fecha: 19/08/2025 09:52
En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana defendió el rol del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y aseguró que financiar el arte es clave para la producción cultural de un país. En medio de los debates sobre la última película de Mariano Cohn y Gastón Duprat, Homo Argentum, y la instalación, nuevamente, de la discusión sobre si el Estado debe, o no, apoyar el financiamiento del arte, el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, defendió en su editorial el rol del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y aseguró que financiar el arte es clave para la producción cultural de un país. El editorial de Víctor Hugo Morales "Soy habitué del Gaumont. Lo quiero porque, aun en esta época, tiene sabor cinéfilo auténtico y de pueblo interesado en el arte. Las últimas tres veces que fui a ver a Della Valle y La vuelta del malón no había nadie que se detuviera frente a la obra en mis cinco minutos. Miraba alrededor, las tres de la tarde, en la amplia sala del Museo de Bellas Artes, había entre cinco y ocho personas. ¿Bajamos el Della Valle? ¿Cerramos el museo? Casi todo lo que vemos de cine argentino tiene al INCAA detrás. Personas que hablan contra el INCAA participaron en películas que tenían su apoyo. Incluso las personas que están en la discusión de ahora. Las entradas de los espectadores se hacen cargo de la mayoría de las películas. De una parte, porque siempre hay maravillosos servidores del arte que venden sus casas, que se hipotecan de por vida por cumplir con la obra que tienen en la cabeza. Salen productos de toda índole, pero siempre muy superiores a cuanto se ve en televisión solventada por las pautas del Estado. Cien películas, cien directores, permiten la aparición de inmensas y maravillosas obras argentinas. Porque hacen la base cultural sobre la que los más talentosos construyen verdaderas piezas de arte. Pero sin esos cien, no hay crecimiento, como no hay buena pintura si no fueran miles los que intentan el camino del arte. Entre una película con bajo presupuesto, que apunta a que seamos mejores, y otras que ofenden las convenciones más aceptadas sobre lo artístico, la diferencia no está en la cantidad de espectadores. Cien que vieron algo de valor salen más fortalecidos que diez mil que vieron una porquería que no les deja nada ni en la mente ni en el alma, solo la sensación de vacío. El ataque sobre las películas pobres, sin haberlas visto —como seguramente sucede en muchos casos—, y el apoyo no del Estado sino del poder real, como las mafias mediáticas interesadas en la baja calidad de las personas, porque eso implica más baja calidad de la democracia, debería ser más observable. Una película documental tiene menos público que una de ficción, pero lo que aportan es extraordinario en la mayoría de los casos. ¿Dejamos de hacer el cine documental que deja inolvidables episodios artísticos? ¿Abandonamos la búsqueda artística porque vende menos? ¿O gritamos "¡Viva el cine!" en la penumbra maravillosa del Gaumont, sintiendo que no perdemos el tiempo en lo banal?". Fuente: Página12
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