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» Diario Cordoba
Fecha: 17/08/2025 14:48
Son curiosos los códigos que maneja el cordobesismo para convertir a alguien en un icono. En el listado de requisitos que homologan esa condición no se encuentran los goles determinantes, las jugadas memorables por su exquisitez técnica, el levantamiento de títulos o el arte para vender camisetas, esperanza o humo. En El Arcángel -hoy Bahrain Victorious, por motivos financieros- se valoran mucho más otras cuestiones. La fidelidad, el pellejo duro para soportar malos momentos, la insistencia en pelear contra la lógica... todo eso que en estos días se conoce como resiliencia. También la entrega, entendida como un despliegue de potencia física y voluntad inquebrantable, más visceral que cerebral, tan bella como los gritos de quienes animan sabiendo que está todo perdido. Pablo Villanueva Fernández (Alcorcón, 1976) encajó en un perfil especialmente seductor para la afición en tiempos complejos para el Córdoba CF, que encontró a él a un hombre para todo. Fue futbolista en dos de las temporadas más delirantes del club: la del "cincuentenariazo" -descenso en el año en que se conmemoraban los 50 años de existencia de la entidad- y la de la salida de Segunda B en Huesca esquivando la ruina. Para redondear su panel de experiencias al límite, ocupó el banquillo en el curso del retorno a Primera División tras más de cuatro décadas. Villa, en una sesión de entrenamiento del Córdoba CF. / JOSE JUAN LUQUE Calmado en su discurso fuera del césped, enamorado de Córdoba -aquí se casó y nació su hijo-, estudioso de las dinámicas emocionales de los equipos, mutaba cuando tenía la pizarra en sus manos. El apodo de "Gladiator" -acuñado por el periodista Antonio David Jiménez en sus recordadas narraciones radiofónicas de aquella época de embriagadora turbulencia- quedó grabado en el imaginario de cordobesismo, que vio en él -el paso de tiempo acentúa la sensación- a un héroe y una víctima. ¿Qué hizo? Criado en la cantera del Real Madrid -no cató la primera plantilla nunca-, llegó desde el Leganés, que se había salvado en la última jornada en Segunda, para reforzar a un Córdoba que había hecho lo mismo en el curso 2002-03 y que iba a repetir la infartante experiencia en la 2003-04, ya con él en sus filas. Lo que viene siendo un máster en sufrimiento. Delantero no goleador, pero sí un incordio permanente y un facilitador de ocasiones para sus compañeros -Nico Olivera y Pulpo González-, Pablo Villa fue una pieza referencial para Castro Santos, Miguel Ángel Portugal y Pedrito, que fue quien remató un campeonato que, para no perder la costumbre, concluyó con un desenlace estrambótico: victoria por 0-1 en Leganés en la jornada final para salvar el cuello y condenar a los pepineros. El año siguiente fue la apoteosis del desencanto: se formó una plantilla para optar al ascenso a Primera y todo terminó con descenso a Segunda B. Villa disputó 71 partidos de Liga y metió 12 goles en esos dos campeonatos, que fueron los últimos como futbolista en el mapa del profesionalismo. Villa con Carlos González en la iglesia del Juramento de San Rafael, en una ofrenda floral. / A. J. GONZÃLEZ Siguió en El Arcángel hasta que el equipo -con Campanero en el palco y Escalante en el banquillo- salió de la Segunda -media docena de apariciones, y lastrado por las lesiones- y después se marchó al Guadalajara, donde exprimió sus últimas tardes antes de poner el punto y final en el modesto Trival Valderas en 2010. Pero volvió. Y después... En 2012, con la llegada al mando de Carlos González, Villa volvió para iniciar su carrera como entrenador en el filial del Córdoba CF. Todo fue a cámara rápida. En el primer equipo no había respiro. Berges y, principalmente, Esnaider dejaron un panorama inquietante en el conjunto blanquiverde, cuyos dirigentes estaban ansiosos por reeditar la efervescencia del año de Paco Jémez (11-12). Y en verano de 2013 señalaron a Pablo Villa, deficitario en experiencia pero con sobredosis de ilusión, como jefe del Córdoba CF en Segunda. La pelea definitiva para El Gladiador. Luchó mientras pudo... y cayó con honor. La asfixiante presión tanto dentro como en el entorno del club se tragó al técnico alcorconero. El Córdoba CF se movía en la mitad de la tabla, pero no era suficiente. Fue destituido tras 25 partidos. El elegido para suplirle fue Albert "Chapi" Ferrer. Y el resto es historia: ascenso a Primera División. Villa dirigió en El Arcángel en febrero de 2014 un Córdoba-Éibar (0-2). Ahí acabó su trayectoria como primer entrenador y se inició un giro en su vida. En otro rol Villa fue captado por Unai Emery para que formase parte del cuerpo de colaboradores del vasco cuando este firmó en 2014 por un Sevilla FC que por entonces vivía momentos de esplendor. Desde entonces lleva más de una década describiendo la misma trayectoria profesional que la de su mentor en esta nueva faceta. Tras dos temporadas en Nervión recaló en el París Saint Germain, dando después el salto a la Premier League para ingresar en la disciplina del mítico Arsenal londinense. Villa, con el cuerpo técnico de Unai Emery en el París Saint Germain. / PSG Estuvo dos años en el Villarreal y, en la actualidad, busca dar pasos en la élite continental con el Aston Villa al lado de Emery y con la dirección deportiva de Monchi, con el que coincidió en el Sevilla en esos tiempos en los que el destino le llevó a encontrar su lugar en el mundo del fútbol. No ha vuelto a entrenar como titular de un banquillo desde que se fue del Córdoba. Suscríbete para seguir leyendo
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