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Parana » Informe Digital
Fecha: 17/08/2025 12:13
Este año, el gran partido electoral se juega en octubre, pero el clima previo lo generan las elecciones de septiembre en provincia de Buenos Aires. El lunes conoceremos los nombres de los candidatos a legisladores nacionales. Sabremos si en el peronismo prima la unidad o la división. Y de qué modo se expresará el disgusto de un sector de la dirigencia del PRO por la dilución del partido dentro LLA. De esto último dan testimonio tanto el gobernador Torres como la exgobernadora Vidal. El gobierno nacional especula con un resultado abultado en octubre y un país pintado de violeta. Es una hipótesis superoptimista que se puede dar de bruces con la realidad. Mas allá de que enfrenta a una oposición diversificada, las señales que está dando la sociedad con una sistemática caída de expectativas, sobre todo en sectores medios bajos, da lugar a hipótesis menos optimistas. Ello no implica que el Gobierno no vaya a conseguir sus principales objetivos: construirse como partido político nacional y llenar con soldados propios los escaños de las cámaras de senadores y diputados nacionales. Pero eso no le garantiza un mapa violeta. El Gobierno, al día de hoy, pareciera tener victorias aseguradas en no más de seis a ocho provincias. Algunas de ellas son Capital Federal, Mendoza, Misiones, Entre Ríos. Es que no solo confronta con el peronismo de PBA, también lo hace con el del interior, que tiene poco que ver con Fuerza Patria –Tucumán, Formosa, La Pampa, La Rioja–. A su vez, los gobernadores del centro darán batalla en Santa Fe, Córdoba, Chubut, Jujuy, Santa Cruz. A ello debemos sumarle gobiernos de fuerzas provinciales como Neuquén. El eslogan “Kirchnerismo nunca más” queda acotado a la provincia de Buenos Aires, pero no sirve para el resto del país, y el Gobierno teme la reacción del interior, ya sea peronista o desarrollista. Les teme más que a los jubilados, a los médicos, a los discapacitados. En la medida en que en las provincias crece el desagrado ante el abandono presupuestario, decrece el voto hacia LLA. Por algo el Gobierno está haciendo una contrapuesta en relación con la distribución de los fondos de ATN y combustibles. Volvamos a septiembre y preguntémonos por las posibles consecuencias en el resultado de octubre. ¿Qué sucedería si vence el peronismo? ¿Es algo que le conviene al Gobierno o algo que lo perjudica? La mayoría cree que perder, aunque le signifique un sofocón económico, le conviene porque le permitirá acentuar su prédica sobre el riesgo kuka, buscando que quienes no votaron y/o votaron por terceras fuerzas conviertan a LLA en vencedora en octubre. Otros ven el perder como un riesgo. Los mercados se pondrían nerviosos, el dólar y los precios se escaparían, la recesión se podría acentuar y entonces los votantes creerían que sería mejor poner un freno en el Congreso. No obstante, si el mileísmo venciera en octubre en PBA, no le quedarían más excusas para iniciar una segunda etapa en donde cumpla sus promesas de extinción de la inflación, baja del riego país, llegada de inversiones, crecimiento del empleo y del poder adquisitivo. Será el momento en que los que hoy conservan la esperanza de que el ajuste económico valió la pena comiencen a pedir concreciones. Terminado 2025, comienza la carrera hacia 2027. Mieli ya expresó su vocación reeleccionista, por eso la segunda etapa lo pone ante un desafío mayúsculo. Ya tiene retadores. Hay un grupo de gobernadores que definieron como objetivo tener candidato presidencial y propuesta federal productiva. El peronismo, obviamente, intentará construir una alternativa. Terminado octubre, muy probablemente lo veremos enfrascado en resolver sus contradicciones internas y generar renovación de dirigentes e ideas. Si no lo logra, difícilmente pueda ser competitivo. *Consultor y analista político.
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