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  • Los riesgos y desafíos de la ocupación de Gaza

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 16/08/2025 06:53

    Un tanque israelí en Gaza El Ejército israelí, sometido a una inusual tensión durante casi dos años por la guerra contra Hamas en Gaza, tiene una particularidad. Israel cuenta con aproximadamente un 20% de población de origen árabe que no realiza el servicio militar. Pero tampoco los ultras ortodoxos, que representan aproximadamente el 14% de la población del país, lo hacen por razones religiosas. Es decir que, en términos generales, hacen el servicio dos tercios de la población israelí total (en el país realizan esta prestación hombres y mujeres). Esto plantea una situación que genera debates. La minoría ultra religiosa realizó semanas atrás manifestaciones en las calles contra un proyecto que los obligaba al servicio militar. Los legisladores que los representan se oponen férreamente. La situación de los militares israelíes no es fácil. Ya el 21 de enero de este año, el teniente general Herzi Halevi, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) presentó su renuncia, que entró en vigencia el 6 de marzo. En una carta al primer ministro y al ministro de Defensa de Israel publicada por las FDI, Halevi dijo haber tomado la decisión “como resultado de mi responsabilidad por el fracaso de las FDI el 7 de octubre”. Sin embargo, también destacó los “logros excepcionales en la restauración de la disuasión y la fuerza de Israel” y esto es cierto. La desarticulación tanto de Hamas como de Hezbollah ha sido eficaz. Hoy tienen capacidad para hacer actos de terrorismo aislados, porque han perdido lo que se puede denominar su “capacidad militar”. La crítica situación que se da al comenzar el mes de agosto vuelve a poner en el centro de la escena la presión a la cual está sometido el Ejército de Israel. Cabe señalar que medio centenar de ex funcionarios del Mossad y del Shin Bet exigieron que se evite ocupar toda Gaza como está planteando Benjamín Netanyahu. Éste, a su vez, acaba de decir que “las Fuerzas de Defensa están preparadas para implementar cualquier decisión tomada por el Gabinete político y de seguridad”. Fue un mensaje para presionar al actual Jefe del Estado Mayor de Defensa, el general Eyal Zamir. Esta nueva fase de la ofensiva israelí choca con un tema de intenso debate entre los israelíes: la vida de los rehenes que quedan en manos de Hamas. Los militares temen que sean ejecutados ante su avance, como ya ocurrió a finales de agosto de 2024 con seis secuestrados. También en el ámbito militar se teme que una ofensiva “a fondo” provoque un aumento considerable de los muertos propios, que hoy ascienden a cuatrocientos cincuenta. El ala derecha de la coalición parlamentaria que sostiene a Netanyahu plantea la reubicación de la población gazatí y la ampliación de los asentamientos israelíes. Mientras tanto, la situación se deteriora: a la muerte de cientos de personas en los repartos de alimentos se agregan los ataques a los camiones de transporte que han sido denunciados por el gobierno de Jordania. A su vez, Suleiman Al-Obaid, el “ídolo” del fútbol palestino, murió el 6 de agosto, cuando intentaba conseguir alimentos. El plan para ocupar la totalidad de Gaza genera creciente oposición militar. Cabe señalar que la población de Gaza alcanza los dos millones doscientas mil personas, de las cuales ya habrían muerto aproximadamente sesenta mil, más de la mitad mujeres y niños. Además, en Cisjordania viven otros dos millones cuatrocientos mil palestinos. Ocupar totalmente la primera probablemente obligue a hacerlo con la segunda: un frente militarmente insostenible para Israel. En ese sentido, la noche del 6 de agosto, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, declaró que el Ejército “tendrá que ejecutar” las decisiones políticas sobre la guerra en las “franjas del Estado hebreo, aun cuando el Gabinete no ha encontrado todavía una forma de convencer a los militares y zanjar las fuertes diferencias que han comenzado a surgir”. La cadena de televisión K11 confirmó que el general Zamir había advertido en una reunión que la ocupación total de Gaza supondría “entrar en una trampa”. Por su parte, el ministro de Defensa dijo: “Es el derecho y el deber del Jefe del Estado Mayor expresar su posición en los foros apropiados”. Cabe recordar que Israel en 1967 y en 2006 ocupó Gaza, aunque luego se replegó. La sociedad israelí comienza a dividirse en dos cuestiones centrales. Una es la ocupación de Gaza, frente a la cual sus recursos militares son insuficientes. La otra es el riesgo de vida de los rehenes que todavía Hamas mantiene en su poder. Ambas cuestiones son motivo de debate y discrepancia. Lo político y lo militar coinciden en que una ofensiva total hará muy difícil salvar la vida de los rehenes. La población israelí es de aproximadamente diez millones de personas, mientras que según el ISS su ejército tiene 169.500 soldados, reclutas y profesionales, y 465.000 reservistas. Frente a este contexto, Netanyahu ha comenzado a flexibilizar su posición inicial. Manifestó que el Ejército entrará en Gaza pero que no la ocupará en forma permanente y que la dejará con un gobierno en manos de dirigentes árabes dispuestos a enfrentarse a los restos de Hamas. Planteado en estos términos, las preguntas centrales son cuánto durará la obediencia de los mandos militares en estas condiciones, el dominio que tienen los ultraortodoxos en el Parlamento (tienen veintidós sobre ciento veinte legisladores) y hasta cuándo se mantendrá el apoyo de Trump al primer ministro israelí. Pero volviendo al Ejército israelí, estimaciones señalan que el esfuerzo militar para tomar la Franja de Gaza exigiría movilizar doscientos mil reservistas para eventualmente tener éxito. Esto llevaría la tensión social en torno al Ejército a un nivel mayor y esto se va notando en los cambios de planes por parte de Netanyahu. Inicialmente propuso ocupar Gaza -la capital de la Franja- donde viven aproximadamente un millón de palestinos, es decir cerca de la mitad de la población de la región. Esta ocupación fue identificada como una anexión, la que en algunas declaraciones llegó a ampliarse a Cisjordania. Pero las críticas de sus aliados más firmes se fueron precipitando tanto en los países europeos (Reino Unido, Alemania y Francia) como en Canadá y Australia fuera del viejo continente. Trump fue acompañando a Netanyahu con cierta prudencia. Las imágenes de los rehenes que quedan, en condiciones de grave deterioro, generaron un efecto contradictorio en la opinión pública israelí: quienes quieren negociar y quienes quieren destruir Gaza pese al riesgo de vida que correrían estos rehenes. El plan de Netanyahu consistiría de varias etapas que permitirían dominar una vasta área de la Franja en cuatro o cinco meses, desplazando cerca de un millón de palestinos. Antes de iniciarse la operación, Israel emitiría un aviso de evacuación para el millón de residentes en la ciudad de Gaza y desocupar la infraestructura civil, como hospitales y campamentos de refugiados. En una segunda fase, las tropas israelíes lanzarían una ofensiva contundente para eliminar los focos rebeldes. En esta etapa serían empleadas cuatro o cinco divisiones de las FDI. El Ejército israelí evalúa un plan alternativo, que consiste en “cercar la ciudad de Gaza y los campamentos del centro, bloquear la ayuda a estas zonas y lanzar incursiones precisas, en lugar de una conquista total”. Este plan alternativo no convencería a Netanyahu, que busca una victoria rápida y total. Por su parte, el Jefe del Estado Mayor de las FDI, el general Zamir, consideraría que un avance rápido pondría en juego la vida de los rehenes. El plan israelí contemplaba ocupar Gaza, entregando su gobierno a “fuerzas árabes que la gobernarían correctamente, sin amenazarnos”, descartando el gobierno de la Autoridad Palestina que está en el poder en Cisjordania. Pero este plan ha sido rechazado tanto por los aliados de Israel en la región (Egipto y Jordania) como por los países del Golfo. Concretar el traslado del millón de palestinos que habitan en la capital de Gaza no será una operación fácil: la movilización de la población palestina va a acentuar la situación crítica en la cual está subsistiendo. Mientras tanto, el debate sobre el rol de las FDI aumenta frente a esta ofensiva, que puede ser inminente. Netanyahu dice que las FDI son “el Ejército más moral del mundo”, pero del otro lado Chris Sidoti, un prestigioso jurista italiano con trayectoria en la defensa de los Derechos Humanos, lo llama “uno de los Ejércitos más criminales del mundo”. Según fuentes militares, la toma de Gaza puede llegar a durar cinco meses, lo que ampliaría la muerte de palestinos, que según su Ministerio de Salud ya son 61.158 al 6 de agosto. Al comenzar la semana, Netanyahu sostuvo que el plan no pretende ahora anexionar el territorio palestino, buscando reducir las críticas generadas. Pero el primer ministro israelí siguió defendiendo su plan, calificándolo como la “mejor forma de terminar la guerra”, mientras se expresan tensiones e incluso diferencias entre sus aliados israelíes. La primera fase que deberá enfrentar el Ejército israelí es la evacuación de cientos de miles de palestinos, de los cuales aproximadamente la mitad no quiere irse. Más allá de las diferencias, el Ejército obedecerá a Netanyahu, como lo hizo saber el general Zamir. Es que se ha impuesto la decisión de que sin tomar Gaza no puede haber una derrota definitiva de Hamas. El 13 de agosto, después de que el primer ministro confirmara que iba a permitir a los palestinos salir de la ciudad Gaza, Zamir definió el plan para una nueva ofensiva para alcanzar el objetivo, quizás el más difícil que enfrenta la FDI desde octubre de 2023, y todo ello simultáneamente al encuentro entre Trump y Putin en Alaska.

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