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  • Cómo funciona el “bosque invertido” que mantiene a flote a Venecia

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 15/08/2025 06:36

    El puente de Rialto y la Basílica de San Marcos descansan sobre miles de pilotes de madera (Imagen Ilustrativa Infobae) Venecia, la llamada “Reina del Adriático”, se alza sobre un entramado único en el mundo. Bajo sus palacios, plazas y campanarios no hay cimientos de hormigón ni columnas de acero. Lo que sostiene a la ciudad desde hace más de dieciséis siglos es un sistema de millones de pilotes de madera hincados en el lecho de la laguna. Esta estructura, conocida como “bosque invertido”, resistió el paso del tiempo y las fuerzas de la naturaleza. La ciudad se fundó en el siglo V sobre un archipiélago de 118 islas de baja altura, conectadas por más de 450 puentes y separadas por canales. Su ubicación estratégica buscaba protección frente a las invasiones germánicas tras la caída del Imperio Romano de Occidente. Según investigaciones históricas, sus primeros habitantes levantaron construcciones sobre plataformas sostenidas por pilotes de madera, una técnica que ya se utilizaba en asentamientos lacustres del Adriático. Con el auge comercial de Venecia en la Edad Media, el sistema se perfeccionó y se extendió a toda la ciudad. Según precisó National Geographic, la estructura básica consiste en troncos de alerce, roble, aliso, pino, abeto y olmo, de entre un metro y tres metros y medio de longitud, clavados verticalmente hasta penetrar la capa de barro y alcanzar el nivel más firme posible. Los pilotes se hincaban siguiendo un patrón de alta densidad —hasta nueve por metro cuadrado—, comenzando desde el perímetro de la futura construcción hacia el centro. Encima se colocaban tablones o vigas transversales que distribuían el peso. Sobre estas piezas se levantaban los muros de piedra. El sistema de pilotes de madera sostiene a Venecia desde hace más de 1.600 años (Foto: Enciclopedia Humanidades) El historiador y arquitecto Thomas Leslie, citado por la BBC, explica que, a diferencia de otras ciudades europeas construidas sobre pilotes, como Ámsterdam, los cimientos venecianos no alcanzan la roca madre. Su estabilidad se debe a la fricción generada entre la madera y el suelo saturado de agua. Este efecto, conocido como presión hidrostática, compacta el terreno y mantiene fijas las estructuras. Un elemento clave en la durabilidad del sistema es la interacción entre madera, agua y barro. La falta de oxígeno ralentiza la acción de bacterias, hongos e insectos, principales responsables de la degradación de la madera en ambientes secos. Estudios realizados por las universidades de Padua y Venecia demostraron que, aunque la madera presenta daño bacteriano, conserva su integridad estructural gracias a que las celdas vacías se rellenan con agua, manteniendo la forma y resistencia de los pilotes. La magnitud de esta obra es difícil de calcular. Solo el puente de Rialto descansa sobre 14.000 pilotes, mientras que la Basílica de San Marcos, erigida en el año 832, cuenta con unos 10.000 de roble. Según Caterina Francesca Izzo, profesora de química ambiental y patrimonio cultural de la Universidad de Venecia, la colocación de los pilotes era realizada por trabajadores especializados llamados battipali. Estos artesanos utilizaban mazos y seguían un ritmo marcado por cantos tradicionales que exaltaban la gloria de la ciudad y sus victorias. La obtención de madera de calidad motivó a la República de Venecia a desarrollar políticas de gestión forestal. Nicola Macchioni, investigador del Consejo Nacional de Investigación de Italia, señaló a Architectural Digest Magazine que ya en el siglo XII existían normas para la explotación sostenible de los bosques, especialmente en el valle de Fiemme, proveedor de grandes cantidades de abeto y alerce. Esta previsión permitió mantener un suministro constante durante siglos, evitando la escasez que afectó a otras potencias marítimas. La técnica del 'bosque invertido' permitió construir sobre el lecho blando de la laguna (REUTERS/Yara Nardi) Los campanarios, por su peso concentrado, mostraron un hundimiento mayor que otros edificios. El campanile de la iglesia de Frari, construido en 1440 sobre pilotes de aliso, desciende un milímetro por año y acumula un asentamiento de sesenta centímetros desde su origen. Sin embargo, los expertos señalan que el sistema sigue siendo estable mientras las condiciones de humedad y sedimentación se mantengan. Venecia no es un caso aislado en el uso de pilotes, pero su escala y permanencia son excepcionales. Ciudades antiguas como Tenochtitlán, la capital azteca, emplearon métodos similares en suelos blandos, aunque muchas de esas estructuras no sobrevivieron a las transformaciones urbanas. En Venecia, el equilibrio entre el medio natural y la ingeniería permitió conservar el entramado original por más de mil seiscientos años. A pesar de su eficacia, el sistema no es invulnerable. El incremento del nivel del mar, la erosión y las modificaciones en la hidrodinámica de la laguna representan amenazas a largo plazo. El fenómeno de acqua alta, que provoca inundaciones periódicas, y el impacto de obras de infraestructura pueden alterar las condiciones que preservaron la madera durante siglos. Venecia implementó políticas de gestión forestal para asegurar el suministro de madera de calidad (REUTERS/Fabrizio Bensch) En los últimos años, el interés por la construcción en madera resurgió. Arquitectos e ingenieros valoran su capacidad para absorber carbono, su comportamiento sísmico y su menor huella ambiental frente al hormigón y el acero. Sin embargo, especialistas como Macchioni recuerdan que las soluciones de la antigüedad eran fruto de un contexto específico: abundancia de madera de gran calidad, condiciones ambientales favorables y un conocimiento empírico de la mecánica de suelos. La permanencia de Venecia sobre su bosque invertido es testimonio de la inventiva de sus constructores. Ingenieros sin formación académica formal supieron aprovechar recursos naturales y principios físicos para crear una base duradera en un entorno hostil. Su legado sigue sosteniendo una de las ciudades más emblemáticas del mundo y plantea una lección vigente: la adaptación inteligente al medio puede generar obras capaces de trascender siglos.

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