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» Diario Cordoba
Fecha: 14/08/2025 02:03
Cuando el calor abrasa, las costumbres y soluciones tradicionales continúan salvando a los cordobeses ante las altas temperaturas. Desde bajar las persianas y cerrar las ventanas durante el día hasta el uso del botijo para mantener el agrua fresca sin electricidad, estos trucos intentar sobrevivir al aire acondicionado y los ventiladores y, a pesar de que se han ido perdiendo, siguen siendo eficaces. El botijo, para muchos un simple adorno en las casas o Patios de Córdoba, es en realidad uno de los inventos más ingeniosos para mantener el agua fresca gracias a un principio físico como es la evaporación. Está hecho de barro poroso, lo que permite la filtración del agua de dentro hacia afuera y, al evaporarse, absorbe calor del interior del botijo, enfriando el agua que queda dentro. Aunque no la deja helada, la mantiene fresca de forma constante y sin usar electricidad. En las casas de las abuelas andaluzas suele haber un botijo. «La gente mayor lo recuerda del pueblo y los jóvenes de sus abuelas», cuenta Manuel Torronteras, dueño de Artesanía Toril, uno de los dos establecimientos de la plaza de la Corredera que aún vende botijos. Esta tienda de artesanía lleva 35 años en la plaza, pero antes no vendía botijos porque había otras tiendas especializadas en su venta. Al ir desapareciendo empezó a traer este recipiente tradicional de barro desde La Rambla. En verano puede vender unos 50 botijos. Tiene grandes, medianos y chicos con precios que van desde 10 hasta 5 euros. Artesanía Toril, en La Corredera. / Noemí Caballero Para él, que tiene uno en su casa, «terminamos volviendo a lo tradicional» a pesar de tener en el mercado productos más modernos, como pueden ser botellas de aislamiento térmico. En ello coincide Manuela Palomo, que regenta Casa Palomo en el mismo enclave. Para ella, el botijo es «lo mejor que hay para el verano, es ecológico, de barro cocido a mil grados, es lo que mejor enfría el agua y dura toda la vida», defiende con orgullo. Sus productos también son traídos de La Rambla y tiene precios similares, siendo las dos únicas tiendas de la plaza que todavía tienen botijos, lo que llama mucho la atención de los turistas. En este sentido, Manuela asegura que antes podía vender hasta diez botijos diarios, pero ahora quizás vende uno al día. Manuela Palomo sostiene un botijo en su tienda de La Corredera. / Noemí Caballero En su casa tampoco falta el botijo y pide «que la tradición no se pierda y apostar por los talleres de artesanía y las tiendas de cercanía» que ofrecen tradición, también contra el calor.
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