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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 13/08/2025 14:38
Meiburg destacó la magnitud de estos depósitos: “Estos grandes depósitos en la corteza terrestre pueden tener muchos, muchos kilómetros en dirección horizontal y más de un kilómetro de espesor en dirección vertical” Un reciente estudio arroja luz sobre la formación de los gigantes de sal que rodean el Mar Muerto. Estos depósitos, compuestos principalmente de halita, un mineral integrado, sobre todo, por cloruro de sodio, se desarrollan a medida que el agua extremadamente salina del lago se evapora. El interés científico en estos montículos radica en que, aunque existen estructuras similares bajo el mar Mediterráneo y en otros lugares, los procesos que las originaron ya no están activos, lo que convierte al Mar Muerto en el único laboratorio natural donde se puede observar este fenómeno en tiempo real. Eckart Meiburg, ingeniero mecánico de la Universidad de California en Santa Bárbara, hizo un paralelismo geológico: “Siempre hubo cierta entrada de agua del Atlántico Norte al Mediterráneo a través del Estrecho de Gibraltar”, explicó. “Pero cuando el movimiento tectónico cerró el Estrecho de Gibraltar, no pudo haber ninguna entrada de agua del Atlántico Norte”. Esta interrupción, ocurrida hace millones de años, provocó que el Mar Mediterráneo casi desapareciera, un fenómeno que guarda similitudes notables con los procesos actuales en el Mar Muerto. Unos pocos millones de años después, el Estrecho de Gibraltar volvió a abrirse y el Mediterráneo se llenó de nuevo, según detalló Meiburg en un estudio publicado en Annual Review of Fluid Mechanics, junto al geólogo Nadav Lensky de la Universidad Hebrea de Jerusalén. El equipo de investigación combinó observaciones de campo, experimentos de laboratorio y simulaciones computacionales para desentrañar el mecanismo exacto detrás de la formación de estos depósitos. Uno de los hallazgos más relevantes fue que los depósitos de sal se generan durante todo el año, no solo en los meses de invierno, como se creía anteriormente. Un reciente estudio arroja luz sobre la formación de los gigantes de sal que rodean el Mar Muerto. Estos depósitos, compuestos principalmente de halita, un mineral integrado, sobre todo, por cloruro de sodio, se desarrollan a medida que el agua extremadamente salina del lago se evapora El Mar Muerto es un lago hipersalino que se encuentra entre Israel y Jordania. Se sitúa en el punto más bajo de la Tierra, a unos 430 metros por debajo del nivel del mar. En los meses de verano, la capa superficial del agua sufre evaporación, lo que provoca un enfriamiento y posterior hundimiento. Este proceso da lugar a la formación de cristales de sal en la superficie, que luego caen en forma de nieve salina hasta el fondo del lago, donde se acumulan y contribuyen al crecimiento de los gigantes de sal. La velocidad y el patrón de esta precipitación varían según la temperatura del agua, lo que introduce una dinámica estacional y térmica en la evolución de estos depósitos. Meiburg destacó la magnitud de estos depósitos: “Estos grandes depósitos en la corteza terrestre pueden tener muchos, muchos kilómetros en dirección horizontal y más de un kilómetro de espesor en dirección vertical”. La singularidad del Mar Muerto, al ser el punto más bajo de la superficie terrestre y poseer una de las mayores concentraciones de sal, permite a los científicos observar procesos que han dejado de ocurrir en otros lugares del planeta. El estudio también subraya la relevancia de estos hallazgos para comprender la estabilidad y erosión de las costas a nivel global. Los investigadores señalan que el nivel del Mar Muerto disminuye aproximadamente un metro (poco más de 90 cm) cada año, una tendencia que se replica en otros mares y lagos debido al avance del cambio climático. Este descenso progresivo del nivel del agua no solo transforma el paisaje local, sino que también ofrece un modelo para analizar eventos similares ocurridos en el pasado geológico de la Tierra. Datos del reciente estudio científico En su artículo, los autores afirman: “Todas estas observaciones proporcionan lecciones valiosas para las costas de todo el mundo con respecto a su estabilidad y erosión bajo el cambio del nivel del mar”. El Mar Muerto, por tanto, no solo es un testigo de procesos geológicos excepcionales, sino también una ventana para anticipar los efectos de las presiones ambientales actuales y futuras en otras regiones del planeta. Qué características tiene el Mar Muerto A pesar de su nombre, el Mar Muerto no está completamente desprovisto de vida. Su extrema salinidad, diez veces mayor que la de los océanos, hace imposible la vida de peces, moluscos o corales, pero es un hábitat único para organismos especializados llamados extremófilos. El ecosistema del Mar Muerto está dominado por microorganismos halófilos, es decir, que aman la sal. Se han descubierto nuevas especies de bacterias, arqueas y virus en el fondo del lago, especialmente en los cráteres por donde brotan manantiales de agua dulce. Algunos de los organismos más conocidos son: Dunaliella parva: Un tipo de alga unicelular que puede prosperar en estas aguas. Se cultiva para la obtención de betacarotenos. Artemias salinas: El único animal que se sabe que habita en el lago. Hongos y levaduras halotolerantes: En las orillas, también se encuentran plantas adaptadas a la salinidad, como la salicornia y el tamarix. El estudio también subraya la relevancia de estos hallazgos para comprender la estabilidad y erosión de las costas a nivel global (Menahem KAHANA / AFP) El Impacto del Cambio Climático El cambio climático agrava la situación del Mar Muerto al exacerbar los factores que ya lo estaban afectando. Las altas temperaturas y el clima cada vez más árido de la región aceleran la evaporación del agua, lo que aumenta aún más la concentración de sales. Además, la disminución de las lluvias reduce el flujo de agua dulce proveniente de sus afluentes, como el río Jordán, que ha sido desviado en gran medida para uso humano. Algunos análisis han pronosticado que, de continuar la tendencia actual, el Mar Muerto podría quedar reducido a un pequeño charco para el año 2050, con una salinidad aún más elevada que la actual.
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