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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 12/08/2025 05:05
Romina Meneaghini durante su recuperación luego del balazo que recibió por parte de su pareja el piloto Esteban Piccinin (Facebook) Cuando se casó enamorada, Romina Meneghini jamás pensó que el hombre que la despertaba con rosas en su cama, el corredor de autos Esteban Piccinin, su marido, un día la iba a recibir en la casa donde convivían en Morón con un disparo de escopeta calibre 16 de doble caño que casi la mata. Pero la pesadilla ocurrió aquel 15 de octubre de 2013 cuando el tiro le impactó de lleno en su pierna izquierda, le produjo una herida de más de 15 centímetros, le partió el fémur en pedazos, le cortó la arteria femoral y le dañó tendones, nervios y músculos. “Mi pierna quedó colgando, sostenida apenas por la piel”, explica Romina a Infobae con la tristeza y angustia que refleja su rostro luego del inmenso sufrimiento que soportó desde entonces tanto su mente como su cuerpo. El horror vuelve a escena cuando rememora lo que vino después del ataque. Ella, pese a estar casi desvanecida por semejante impacto y por el terror que sentía, intentó apoyar su mano en la zona donde le había tirado y sintió aún más pánico, ya que le había agujereado la pierna y la sangre no paraba de brotar. Temió lo peor, que se la había arrancado y que moriría desangrada en instantes. Además pensó que ante semejante cuadro y siendo él su agresor, la dejaría abandonada a su suerte. Pero eso no sucedió. Piccinin la trasladó hasta el Hospital Posadas en el Palomar. De inmediato la recibieron en la guardia y le prestaron los primeros auxilios con urgencia para salvarle la vida. El destino quiso que no perdiera el conocimiento y pudiera relatarle lo sucedido a los profesionales de la salud que se multiplicaban para detener la hemorragia. Pero no podía creer lo que él repetía a centímetros de ella: “Les contó que estaba limpiando la escopeta y se le escapó un tiro. Después se ve que hizo algún que otro llamado para saber qué decir para salvarse y cambió de versión, aseguró que cuando yo entré creyó que eran asaltantes y disparó como defensa para ahuyentarlos. No fue hombre para dar la cara y contar el verdadero motivo por el que me agredió: sus celos enfermizos. ¿Sabés que gritaba cuando me miraba a la cara con el rostro desencajado, fuera de sí? ‘Hija de puta, viste que la tengo bien cargada, no?’”. Romina Meneghini y Esteban Piccinin se conocieron en un autódromo (Facebook) Atracción fatal Hasta que Piccinin decidió destrozarla física y psíquicamente, Romina era una promotora publicitaria en las carreras y habían comenzado a conocerse en 2010 durante las diversas competencias de Turismo Carretera que se venían realizando en todo el país. El momento más fuerte lo vivieron cuando él estaba en la provincia de San Juan y decidió pedirle de rodillas que se tomara el primer avión porque quería proponerle algo. Apenas llegó la recibió con su sonrisa más sensible y le sugirió entre lágrimas: “¿querés casarte conmigo?”. Ella lo tomó de manera ingenua e inocente como un acto de amor, que Piccinin potenciaba redactándole cartas apasionadas, dulces melodías especialmente dedicadas. Así, tres meses más tarde se produjo el ansiado casamiento en el Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires durante una carrera de Top Race, un escenario sofisticado pero que los dos conocían perfectamente por sus actividades profesionales. Romina cuenta que transcurrida la noche de bodas, ya el primer día de casados empezó su calvario. Primero le dijo que él como hombre iba a ser quien sustentaría el hogar, por lo tanto quería que ella estuviera en la casa sin poder realizar ninguna actividad laboral. Pensó que con eso la joven se sentiría halagada, pero por el contrario, se vio acorralada, aunque lo dejó pasar. De inmediato, Esteban advirtiendo cierta incomodidad y como para tenerla bajo su radar, inauguró un comercio que funcionaba como salón de fiestas para que Romina estuviera al frente, pero él siempre estaba presente argumentando que necesitaba ayuda. “Me decía lo que me tenía que poner, cómo debía estar vestida para no llamar la atención porque iban familias con sus hijos a contratar los servicios. Eran excusas para que siempre luciera tapada sin poder usar polleras ni escotes porque si no se ponía como loco, violento. Yo soportaba, pero me celaba demasiado. Pensé que quizás podía pasar, que era todo muy reciente y debía esperar un poco. Hasta que empezamos a discutir fuerte. Y cuando terminábamos, él me hacía ver que yo había provocado esa situación. Y lograba que sintiera culpa. Las mujeres que lean esto y lo hayan padecido me van a saber entender. Una no puede salir, está metida en un laberinto de confusiones”, detalla. Romina Meneghini y Esteban Piccinin se enamoraron durante las carreras de Turismo Carretera (Facebook) “Aguanté todo lo que pude” Para colmo, según Romina las situaciones violentas cada vez se repetían más, eran intensas y le provocaban temor. ”Repetía que se iba a matar por mi culpa si yo no hacía lo que él quería. O agarraba una botella, la rompía y decía que se iba acortar todo. Llegó a subirse arriba del capot de mi coche y saltar encima repetidamente como encaprichado para demostrar que estaba enojado conmigo. Varias veces me dejó encerrada. Después, cuando se daba cuenta de que se había pasado de la raya me pedía disculpas de todas las formas. Así convivimos tres años, todos los días pasaba algo. Yo tenía miedo, pero no sabía cómo salir. Pensaba qué podía pasarme si lo dejaba, no era nada fácil la situación. Aguanté todo lo que pude, pero un vez hice click, temí por mi vida después de una discusión y empecé a pensar en irme para siempre. Y tomé valor y me fui. El tema es que no pude llevarme todas mis cosas, eran muchas. Y hablamos, él se mostró comprensivo y me invitó para que pasara a buscar lo que necesitaba. Y caí en su trampa. Llegué a la casa y me esperó escopeta en mano, de terror”, explica entre lágrimas. Más allá de que se inició una causa contra Piccinin por “tenencia no autorizada de arma de guerra y lesiones graves calificadas por el vínculo y por el uso de arma de fuego”, Romina debió enfrentar más de 65 operaciones y sobrevivir a dos paros cardíacos para recomponer su pierna que siempre corrió riesgo de ser amputada por la repetición de infecciones que padecía. Pero había más, como ella dependía de la asistencia médica que le brindaba su esposo, estaba internada y le realizaban las intervenciones quirúrgicas en el sanatorio Constituyentes de Morón, propiedad nada menos que de la familia de Piccinin, con quienes se cruzaba de forma permanente por los pasillos cada vez que la llevaban a hacerse estudios, tomografías, radiografías y análisis de laboratorio. Romina Meneghini en la cama del hospital en el que inició su recuperación ¿Será justicia? Con el patrocinio y el acompañamiento casi familiar por la calidad de su contención de la doctora Raquel Hermida Leyenda, se logró que en 2014 fuera condenado a cinco años y medio de prisión, pese a que el fiscal Sergio Dileo había exigido nueve. Por esos tiempos La abogada explicaba que “no estaba vigente desde el punto de vista jurisprudencial la perspectiva de género, ni tampoco bien difundida la Ley de protección integral de la mujer. Si no la condena hubiera sido de más años. Además, el abogado de Piccinin, Luis Rapazzo, vivió apelando para qué su defendido nuca fuera preso”. Como relató Hermida, las apelaciones se fueron sucediendo, primero ante el Tribunal de Casación, más tarde ante la Suprema Corte bonaerense. Y finalmente se presentó en queja en la Corte Suprema de Justicia. Finalmente, siete años después del hecho criminal, el Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de Morón, ordenó la detención del piloto, que hasta el ataque seguía corriendo en Turismo Carretera como si nada. La policía debió ir a buscarlo a una clínica psiquiátrica de Ramos Mejía, donde estaba internado “debido a una crisis emocional” que había padecido conocida la orden de arresto. “Si no fuera por los médicos estaría muerta” Desde su casa de Villa Bonich Romina muestra estudios de toda clase. En uno puede leerse claramente: “Secuela de debilitamiento permanente de miembro y función, representado por lesiones vasculares, nerviosas, articulares y óseas”. Su vida transcurre entre interminables sesiones de kinesiología. “Tuve que volver a aprender a caminar”, sintetiza esta mujer que a los 38 años vivió el momento más terrorífico de su vida. Ahora, casi a los 50, sigue luchando como puede, valiente, sin bajar nunca los brazos. Bastón en mano, confiesa: “Creí que me había volado la pierna en pedazos. No puedo evitar recordarlo. Sobreviví de milagro, en especial cuando estuve internada en la época del Coronavirus, fue insoportable. Los médicos del Hospital Posadas me devolvieron la vida, si no fuera por ellos que me dieron la primera atención estaría muerta”. Romina Meneghini y Esteban Piccinin se casaron en el autódromo de Buenos Aires -¿Cómo soportaste tanto sufrimiento? -Siento que desde el día que me disparó mi vida cambió por completo. Ya han pasado más de diez años. Los dos primeros fueron de pura supervivencia. Estuve un año postrada en terapia intensiva y otro año en mi casa, sin poder moverme casi nada. Mi cuerpo fue sometido a una cantidad innumerable de cirugías para reconstruir el daño causado por el impacto. La escopeta dejó un agujero de 17 centímetros de diámetro; me cortó la arteria femoral, perdí gran parte del fémur, y se dañaron tendones, nervios y músculos. Mi pierna quedó colgando, sostenida apenas por la piel. -¿Cuál es hoy tu situación como paciente? -Hoy tengo una discapacidad permanente. No recuperé el movimiento de la rodilla ni del pie. En todo este tiempo, tuve que reconstruirme física y mentalmente. Aprendí a aceptar mi nueva condición y a adaptarme para vivir una vida lo más parecida posible a la que soñaba antes. Conté con el apoyo incondicional de mi mamá y mi hermana, quienes también quedaron con secuelas emocionales por lo que vivimos. A las tres nos cambió la vida. También recibí el cariño de muchos amigos y el acompañamiento de profesionales que fueron clave en mi recuperación. -¿Quién más fue clave en tu recuperación? -Tuve la suerte de que el doctor Guido Carabelli del Hospital Italiano se encargara de reconstruir mi pierna. Junto al doctor Lisandro Carbo me dieron aliento y esperanza de que podía seguir mejorando. En el aspecto psicológico, fue fundamental el trabajo de la licenciada Campodónico, quien me ayudó a reconstruirme psíquicamente. Al principio no podía imaginar un futuro; me costó años sentirme bien y volver a proyectar. Romina Meneghini pide Justicia y muestra la herida de su pierna izquierda -Cuál fue el momento más terrible que viviste? -Uno de los momentos más difíciles fue atravesar el proceso de desintoxicación del fentanilo, una droga que me calmaba el dolor insoportable por segundos, pero que me volvió adicta. Salir de eso fue otro gran desafío. -¿De dónde sacaste fuerzas para seguir? -Quiero destacar que sí se puede salir de situaciones extremas, pero no se puede hacerlo sola. Es un trabajo interdisciplinario. Muchos profesionales me ayudaron sin cobrarme un peso. Mi kinesióloga, licenciada Sandra Fontana fue fundamental para que pudiera volver a caminar. Tuve que reaprender todo. -Me decías que querías referirte a lo experimentado en la justicia. -En cuanto a la justicia, me llevó siete años lograr que se hiciera efectiva su detención. Tuve la fortuna de contar con la doctora Raquel Hermida Leyenda, abogada y amiga, una luchadora incansable por los derechos de las mujeres. Gracias a su trabajo y constancia, Piccinin fue encarcelado. Su partida fue muy dura de asimilar, ella nos cuidaba a todas. Su último logro fue hace unos meses, cuando impidió que se le denegaran las salidas transitorias. Él debe cumplir su condena hasta abril de 2026. Él nunca reconoció lo que me hizo. -¿Cómo es tu vida hoy? -Actualmente trato de vivir una vida tranquila. Trabajo todos los días en mantener mi bienestar físico, porque si dejo de moverme, mi cuerpo se atrofia aún más. Conseguí un trabajo administrativo, soy estudiante universitaria de la carrera de kinesiología y volví a enamorarme. Sigo luchando legalmente por el daño que Piccinin me causó junto a mi abogado el doctor Fabian Muñoz. Aún no hay sentencia en el juicio civil. Quedé con una discapacidad de por vida y con el miedo latente pero también con una fuerza que no sabía que tenía.
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