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» Comercio y Justicia
Fecha: 11/08/2025 20:25
El ánimo nacional se enfría. Según Insight 21, el think tank de Universidad Siglo 21, la felicidad en Argentina muestra un retroceso respecto a 2024 y se mantiene en uno de sus niveles más bajos en los últimos siete años Por Carolina Klepp La felicidad en Argentina muestra una caída significativa: si bien 50,9% de la población se declara satisfecha con su vida, esto marca una baja de 3,6 puntos porcentuales respecto al último trimestre de 2024, cuando se había alcanzado un récord histórico del 54,5%. Este descenso refleja un cambio en el ánimo general tras un período de mayor optimismo. Los datos se desprenden del último informe elaborado por el Observatorio de Tendencias de Insight 21, el think tank de la Universidad Siglo 21, que monitorea periódicamente los niveles de felicidad en la población argentina. “La felicidad y el bienestar son indicadores útiles para evaluar la calidad de vida de las personas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas que experimentan bienestar afrontan mejor el estrés de la vida cotidiana, son capaces de estudiar y trabajar de forma productiva, superar desafíos, desarrollar sus capacidades y mantener una buena salud física y mental”, detallaron desde la casa de altos estudios. Florencia Rubiolo, directora de Insight 21, sostuvo que “medir la felicidad no es solo una cuestión de estadística: es una herramienta para construir futuro. La felicidad es un componente esencial del desarrollo humano sostenible, ya que contribuye directamente al desarrollo integral de las personas y de las sociedades. Es por esto que resulta importante reconocer la promoción del bienestar como un recurso estratégico para el progreso nacional”. Los indicadores clave revelan que, del total de la población encuestada, el 44,3% siente que ha logrado las cosas importantes que desea; el 34,8% está conforme con la mayoría de los aspectos de su vida y el 31,9% afirma que no cambiaría nada si pudiera vivir su vida nuevamente. Comparado con 2024, los indicadores muestran una caída: la conformidad general con la vida cayó 7,3 puntos porcentuales. Los resultados indican que la disminución de los niveles de felicidad se observa tanto en hombres y mujeres, en todos los grupos de edad y en la mayoría de los niveles educativos, con algunas variaciones. El grupo 18 a 29 años y el de 50 a 59 años reportan los niveles más bajos de felicidad. Específicamente, el descenso de felicidad fue más pronunciado en personas de entre 50 y 59 años, con una baja de 11,5%. Un dato llamativo: con respecto a la correlación entre niveles de felicidad y nivel educativo, la felicidad cayó en todos los niveles excepto en el posgrado, donde aumentó (de 65,4% en 2024 a 69,4% en 2025). Casi el 70% de las personas que tiene un título de posgrado se considera feliz. ¿Qué está influyendo en el ánimo de las personas? Mario Trogolo, investigador del Observatorio de Tendencias de Insight 21, think tank de la Universidad Siglo 21, analizó para Comercio y Justicia qué factores o acontecimientos identifican las personas como principales causas de la disminución de su felicidad. Aunque la situación macroeconómica muestra signos de estabilidad, “la felicidad no depende solo de lo económico, aunque el contexto influye”, explicó el especialista. En el último año, la inflación, la incertidumbre económica y los cambios sociales han generado preocupación sobre el futuro, y “cuando las personas perciben cierta inseguridad, esto impacta en cómo evalúan su vida”. Además, las expectativas juegan un rol clave: “si la gente espera mejoras rápidas y no las ve concretadas, eso puede reducir la percepción de bienestar”. Sin embargo, es importante destacar que “más de la mitad de la población se considera feliz, lo cual indica cierta capacidad de adaptación frente a los cambios”. Incluso en contextos complejos, “las personas encuentran razones para sentirse satisfechas con su vida”, un dato alentador que invita a pensar en políticas que fortalezcan el bienestar desde distintos ámbitos, no solo desde lo económico. El experto subrayó que “no se trata solo de crecimiento económico, sino de crear condiciones para que las personas se sientan acompañadas y tengan oportunidades para desarrollarse y crecer”. Y aunque existen señales de orden macroeconómico, estas medidas muchas veces implican ajustes que afectan el consumo, subsidios y programas sociales, generando que “la recuperación del salario real sea lenta” y que, por lo tanto, “esto no necesariamente se traduce en mejoras en la vida cotidiana de las personas”. Esta brecha entre los indicadores económicos y la experiencia individual puede generar frustración y disminuir la percepción general de felicidad. Además, el mercado laboral muestra inestabilidad y la sociedad enfrenta conflictos y polarización, con “una sensación de incertidumbre” que afecta el bienestar general. En definitiva, “la felicidad no depende solo de la economía, sino que es necesario avanzar en la construcción de mayor estabilidad social, confianza y sentido de comunidad, que hoy se ven desafiados”.
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