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  • El piloto prófugo de un cartel narco que vivía en Rosario del Tala como un vecino más

    Parana » AnalisisDigital

    Fecha: 10/08/2025 11:55

    La noticia de la captura de Daniel Guategui no pasó desapercibida entre vecinos de una localidad entrerriana: el hombre que estuvo durante muchos años prófugo, vivió apaciblemente como un vecino más, con su familia, en el centro de Rosario del Tala, vinculado al ambiente aeronáutico y de las fumigaciones de campos en la región. Desapareció de esta ciudad en febrero de 2023, cuando su nombre apareció en el centro de la trama del intento de fuga de película que intentó el jefe narco rosarino Esteban Lindor Alvarado del penal de Ezeiza, mediante un helicóptero, frustrada por la PROCUNAR y la Policía Federal. La causa tiene a otro piloto entrerriano, Esteban Donnet, de Gualeguaychú, procesado por su presunta participación en aquel plan. El hombre de 71 años fue capturado el mes pasado por Gendarmería Nacional, según publicaron distintos medios este sábado. En abril de 2023, la revista ANÁLISIS en un informe sobre el caso y las ramificaciones de las grandes organizaciones narco en la provincia, publicó: Daniel Ramón Guategui es un piloto conocido en Rosario del Tala, con una importante vivienda en calle Perón 28. Desde la década del 80 se dedica a la aviación comercial, principalmente en la fumigación de campos. Nadie se enteró cuando, en 2018, su nombre apareció en una investigación de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay, como una pieza clave de la banda encabezada por un exfutbolista (en rigor exarquero) del Club Universal de Encarnación, Víctor Hugo Gaona Burgos, quien mientras se encontraba detenido en la cárcel de dicha localidad, condenado a 18 años de prisión por narcotráfico, continuaba dirigiendo el negocio desde allí. En noviembre de 2018 desbarataron la organización, en la que participaba activamente Benigno Chávez Cáceres, quien ya tenía un pedido de captura desde el 2014, tras el descubrimiento de un laboratorio clandestino en Encarnación y que operaba al servicio del Comando Vermelho, una de las dos organizaciones criminales más poderosas y sangrientas de Brasil y de Sudamérica. Al lado de ese hombre aparecía el viejo vecino de Tala. Según publicó en su momento el diario ABC, la banda contaba con una red de pistas clandestinas en el norte y sur de Paraguay. Se abastecían de la cocaína que llegaba de Bolivia, la acopiaban en estancias e iban trasladando los cargamentos vía terrestre hasta el aeródromo Paraqvaria de Coronel Bogado, una pequeña ciudad ubicada muy cerca del río Paraná. Allí entraba en acción Daniel Guategui: cargaba la droga en una avioneta Cessna con matrícula ZP-BOO y volaba hacia Argentina, principalmente a la provincia de Santa Fe. Pero no era un mero piloto, sino que también se encargaba de entregar y cobrar la droga. Regresaba en la misma nave hasta Coronel Bogado, se reabastecía de combustible, y finalmente llevaba la aeronave a esconder en el hangar de la familia de un político paraguayo. Tras la redada de hace casi siete años, Guategui no fue encontrado y lo declararon prófugo. Tal vez nunca más lo buscaron. Su reaparición en la escena del narcotráfico (esta vez colaborando para la fuga de Alvarado) no fue sólo en el relato de Donnet. Su auto marca Chevrolet Cruze, con colocado el dominio AF­055­WR, fue visto por los investigadores de la Policía Federal que intentaban desbaratar la operación del helicóptero, en el predio donde estaba el hangar con el Robinson R44 Raven. El otro piloto entrerriano En los procedimientos que desabarataron la fuga de Alvarado, fueron detenidos dos de los acusados de ser colaboradores de este jefe narco: el rosarino Gianluca Orpianesi y el entrerriano Andrés Alcides Donnet. Este hombre, nacido el día 7 de febrero de 1982 en Gualeguaychú, de 41 años, trabaja hace años como piloto agrícola y prestador de servicios agroaéreos. Lo imputaron por haber prestado su hangar en un campo para el resguardo del helicóptero durante más de un mes. Donnet sostiene su inocencia, afirma que sólo alquiló su hangar sin conocer a Alvarado ni a Orpianesi, por intermedio de un piloto veterano de Tala, Daniel Guategui. Resulta que este talense no fue detenido, pero su vehículo fue visto en inmediaciones del hangar de Donnet. Y de solo googlear su nombre aparece en una causa de tráfico internacional de drogas, como el piloto de una banda de Paraguay dedicada al traslado y contrabando de cocaína hacia Argentina y Uruguay. Es decir, un hombre común que trabajó toda su vida volando avionetas para las fumigaciones, con una linda casa en el centro de Rosario del Tala, resultaba ser una pieza clave de una empresa narco. En aquella causa quedó prófugo y no hubo noticias de si alguna vez lo arrestaron. Evidentemente se salió con la suya, paseándose como un fantasma por Entre Ríos, aunque no se desvinculó del negocio, sino que seguía vinculado a los narcos más grandes y, ahora, salpicó a otro entrerriano. El 29 de marzo de 2023, el juez subrogante del Juzgado Federal de Lomas de Zamora, Ernesto Kreplak, dictó el procesamiento de Alvarado, Orpianesi y Donnet por la misma larga lista de delitos, por igual: ser miembros de una asociación ilícita, coautores de los delitos de contrabando de importación agravado por la cantidad de intervinientes, el medio de transporte aéreo y el lugar de aterrizaje empleados y por el valor del bien ingresado; favorecimiento de evasión en grado de tentativa; y falsificación y supresión de la numeración de un objeto registrado de acuerdo a la ley. “Una gauchada” De los tres imputados, el único que declaró y respondió preguntas de las partes fue el entrerriano Donnet. La versión que dio de los hechos y sus respuestas abarcan nueve páginas de la resolución del procesamiento. Es un relato que lo pinta como un gran perejil en esta historia, aunque un testimonio en la causa lo dejó mal parado e inclinó al juez a dejarlo implicado en el caso y detenido con prisión preventiva. En su relato ante el juez, la fiscal y su abogado defensor, Fabián Otarán, a la que accedió ANÁLISIS, Donnet se explayó y dio una versión, en apariencia, bastante consistente sobre el alojamiento del helicóptero de Alvarado en su hangar: “Esto se inició por medio de un amigo, que lo pueden ubicar, Daniel Guategui, oriundo de Rosario del Tala. Él es un colega, piloto fumigador de larga trayectoria. Él me contactó hace un tiempo, antes de todo este suceso, lo hizo personalmente y me preguntó si le podía hacer un favor, el hangaraje de un helicóptero. Le pregunté si era por mucho tiempo que debía permanecer ahí, me dijo que era algo temporal. Mi hangar no es muy grande y eso me iba a ocupar mucho espacio. Le pregunté si él se iba a hacer responsable, me dijo que era gente de confianza suya, pero no me dijo de quién se trataba”. La sola consulta le pareció suficiente al viejo piloto talense, porque sin la confirmación de Donnet cayó un día al hangar y le dijo que el helicóptero estaba llegando. Tenía una matrícula española, “Eco Charly”. Guategui dijo que se podía tratar de una matrícula “pasavante”, como provisoria. Le dijo a Donnet que iba a estar allí de dos a tres semanas. La primera situación extraña que observó Donnet fue dos días después, cuando llegaron un piloto y el rosarino a quien conoció como Lucas. Vinieron a buscarlo y sobre la marcha lo pintaron, muy sobre la marcha, todo muy rápido, muy improvisado, lo pintaron con un aerosol rápido, que se hace como un vinilo”, contó. “Lo sacaron afuera, miraron algunas cosas del motor, que son habituales para volar, pero me llamó la atención que el piloto estaba muy pendiente del horario, y luego tomó la decisión de no volar porque era tarde”, recordó y luego agregó: “El helicóptero tenía un transponder, que un emisor de frecuencia de VHF para códigos de radar, obviamente estaba a disposición del piloto prenderlo. Su encendido permite su ubicación en radares”. Según entendió, al helicóptero iban a llevarlo a un campo privado donde lo iban a tener para utilizarlo con fines recreativos. Aquel era el día en que Alvarado abortó el plan de fuga a raíz de los allanamientos en la cárcel. Volvieron a meter el helicóptero en el hangar y Donnet se molestó. También le llamó la atención que el piloto del helicóptero hablaba por teléfono con alguien, pero no podía saber quién ni de qué porque se alejaba de donde estaban. Guategui lo llamó el jueves siguiente y le dijo que alrededor de las 9 del viernes irían a buscar el vehículo. Le preguntaba quién era el dueño del helicóptero, pero el talense evadía la respuesta. Sobre aquella jornada en la que iba a terminar preso, Donnet relató: “Ese día me levanté temprano, fui con mi pareja a hacer unos trámites y luego fuimos al hangar, reparamos el mate, los esperamos, abrieron la tranquera para que no se pierdan, estuvimos alrededor de una hora y pensamos que no iban a venir”. Le pregunté a Daniel si iban a ir y me contestó que sí. Le pedí que no me tomaran el pelo que tenía cosas que hacer”. Donnet fue a Gualeguaychú a hacer unos trámites, se comunicó con un amigo y regresó con él al hangar. “Al llegar, vimos que ya estaban estas personas, esperando bajo la sombra. Llegaron en una Ford Ecosport blanca. El piloto estaba apurado, cuando quiso poner en marcha el helicóptero le costó mucho, supuestamente tenía una falla en la parte electrónica. Después este muchacho, Lucas, que andaba con él, se tiró abajo y tocó el burro de arranque, hasta que en un momento hicieron un puente entre el automático y el arranque y así arrancó”. Una nueva situación extraña fue cuando el piloto sacó la puerta del helicóptero. Era para poder lanzar fácilmente la red hacia el patio de la cárcel a la que se tenían que trepar Alvarado y otro preso. Pero allí argumentó que era “para tener un vuelo más fresco”. “En ese momento emprendió vuelo rumbo al oeste, como para el lado de Santa Fe. Hasta ese momento iba todo bien, el muchacho que había quedado, Lucas, Me pagó un dinero por el que habían acordado el hangaraje y se retiró. Quedó mi amigo cerrando el hangar y nos fuimos”, contó Donnet, quien cobró 150.000 pesos por un mes y 10 días de alquiler del lugar. Acerca de Guategui, el gualeguaychuense dijo que lo conocía desde al menos una década atrás como colegas, una relación laboral que generó cierta confianza, con pedidos de referencias para trabajar con empresas agrícolas. “Es piloto fumigador, piloto comercial, instructor de vuelo, que tiene larga trayectoria en el ambiente”, refirió el imputado. Donnet admitió que no es una actividad habitual suya hangarar aeronaves, ya que tiene su lugar más dedicado a su trabajo, para resguardar su avión. “Esto fue algo muy eventual, más como una gauchada a Daniel que otra cosa”, aseguró. Interrogado acerca de esta actividad, Donnet declaró que “el servicio de hangaraje queda a criterio del propietario del lugar, al igual que el uso de la pista. El lugar está declarado ante la ANAC, y puede operar siempre y cuando la aeronave esté autorizada, cuando el dueño pasa a ser jefe de Aeródromo (…) No es necesario dar aviso a una autoridad, siempre es responsabilidad del piloto con el trazo del vuelo, es el piloto quien debe dar aviso a la autoridad, que tiene que estar identificada, con transponder, con plan de vuelo visual. Debe avisar de dónde sale y a dónde va”. Donnet dijo que en su celular están las comunicaciones y los mensajes y audios de WhatsApp con Guategui, así como el contacto con el fantasma que nadie encuentra. Lógicamente, el hombre que será viejo, alrededor de 75 años, pero no despistado, ya no tendrá consigo ese celular ni esa línea. Por último, el acusado contó su situación personal para intentar ablandar a los acusadores y al magistrado: “Además de tener a cargo a mi madre, que es una persona mayor de edad y con problemas cardíacos, también tengo a cargo a mi pareja, que está embarazada de gemelos, cursando el cuarto mes; también convivo con dos hijos menores de mi pareja, que prácticamente están a cargo mío”. No lo logró, y sigue alojado en una celda de Marcos Paz. El defensor Otarán presentó el pedido de apelación al procesamiento y la prisión preventiva, se lo concedieron y en estos días estará llevando los argumentos con el reclamo ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.

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