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» Diario Cordoba
Fecha: 10/08/2025 08:15
En cierto modo, todo el trabajo de Eduardo Casanova (Madrid, 1991) tras la cámara puede entenderse como una reflexión sobre el estigma social y la marginación del otro. Ahora, el director de 'Pieles' (2017) y 'La piedad' (2022) presenta en el Festival de Locarno (Suiza) su nuevo trabajo, la miniserie 'Silencio'. En ella, sirviéndose de la estética que lo ha convertido en un autor inconfundible -estrechamente conectada con el 'kitsch' y lo grotesco-, ofrece una mezcla de relato vampírico e historia de amor 'queer' que pone en contacto dos pandemias: la de la peste negra del siglo XIV y la crisis del sida, que causó estragos hace cuatro décadas. Como sus dos largometrajes de ficción, 'Silencio' usa un lenguaje propio del cine fantástico o de terror para tocar asuntos muy serios. ¿Cuál es su prioridad, usar ese lenguaje o tocar esos asuntos? La gente se ríe cuando digo que mi cine es cine social, pero es lo que es. Yo siempre quiero hacer una película de terror. De sustos. Pero es que nunca lo logro. Yo empiezo a escribir una cosa y, al final, lo que sale es lo que sale. Y no lo decido yo; las películas son como tus hijas o tus hijos y, como artista, tú tienes una parte de control a la hora de hacer crecer una idea, pero solo una parte. 'Silencio' habla del sida desde la perspectiva de una mujer seropositiva, y eso es raro. Lo habitual es que la ficción aborde el tema a través de hombres enfermos. A día de hoy el mayor porcentaje de personas aquejadas del VIH y el sida son mujeres, no hombres. En este tema, como en casi todos, ellas son las grandes silenciadas. La ficción sobre el sida que todo el mundo conoce y toma como referente es 'Philadelphia' (1993), que es una película hecha por un hombre heterosexual [Jonathan Demme] que no era seropositivo, y en la que se hace un retrato muy anticuado y negativo de los enfermos. Lo siento, pero a mí ese referente me parece una mierda. Todo su trabajo habla del estigma social y los prejuicios. En cuanto que persona pública, usted sabrá bastante de eso, ¿no es así? Sí, cualquier persona pública sufre más cualquier estigma porque, al estar en constante contacto con el público, debe preocuparse más por esconder la parte de sí misma que no quiere exponer. Yo he vivido con la sensación de ser el rarito y de no ser entendido desde que iba al colegio. Ese es mi grandísimo complejo, y estoy hasta el coño de él. He trabajado mucho en aceptarme como soy, aunque a veces me canso de mí mismo y, de hecho, últimamente estoy trabajando para ser un poco menos yo. Ser uno mismo a veces es una cárcel. Como artista intento hacer cosas diferentes, pero al final la cabra tira al monte, y el que es maricón es maricón. Me encantaría poder sorprenderme, pero acabo repitiéndome todo el rato. Soy como un disco de Camela. ¿Cuánto de esa parte que usted no quiere exponer está en su obra? Todo. Todo lo que hay en mis películas es lo que yo soy, ahí está mi respuesta a todo. De hecho, y aunque sé que un artista debe promocionar su trabajo, me encantaría que la gente buscara esas respuestas en mis películas en lugar de preguntarme a mí. Todas sus obras transcurren en diferentes áreas de un mismo universo. ¿Cómo describiría usted ese universo? Es un lugar obsesivo, y si existiera en la vida real estaría lleno de gente marginal, encerrada a nivel físico, social o psicológico. Y si ese universo fuera una ciudad, sería una ciudad en la que habría muchísimos atentados; explotarían bombas de color rosa y pasarían cosas muy extrañas y surrealistas. También diré que mi universo está cada vez más cercano a la comedia, y que la busca como forma de salvación. Una comedia muy muy negra, eso sí. Eduardo Casanova, en el rodaje de 'Silencio' / EPC ¿En ocasiones siente que ese universo es mal entendido? Supongo que a otros cineastas españoles les pasa lo mismo. Me da vergüenza y me parece cateto reconocerlo, pero es que mi trabajo se valora mucho fuera de España; en Asia, por ejemplo, están entusiasmados conmigo. De todos modos, sé que lo que yo hago no es para todos los públicos; es algo único, para bien o para mal. Creo en el arte provocador, a pesar de que en el pasado haya dicho lo contrario. La provocación es útil, invita a la reflexión. En todo caso, y aunque hago esfuerzos por no fustigarme, cada vez que reviso entrevistas que di en el pasado me veo insoportablemente pedante, utilizando palabras que ni yo entendía, y me aburro mucho de mí mismo. Pensar está muy bien, pero pensar todo el rato es agotador. Ahora, como digo, prefiero hacer cosas que me diviertan a mí y diviertan a los demás. Ojo, no me interesa la frivolidad, pero que ser auténtica no está reñido con ser graciosa. Y yo lo que quiero es ser graciosa. Ha dicho que, entre todas sus obras, 'Silencio' es la más claramente orientada al público. ¿Por qué? Porque es una comedia, y es una serie, y cuenta una historia de amor imposible que sigue las reglas fijadas por 'Romeo y Julieta'. Con el público hay que ser generoso, y con la prensa también, aunque eso signifique darles algo que no quiero dar. Porque sin la prensa y sin el público los artistas no somos absolutamente nadie. Yo entiendo la profesión así, seguramente porque crecí en la esfera pública desde muy pequeño y he sido famoso toda la vida. Para mí, y aunque decirlo suene barato, mis jefes y mis jefas son los espectadores. Lo único que quiero es que el público me quiera. ¿Y si el público abusa? Mi público no abusa, abusan los 'haters'. Y que digan lo que quieran. Ahora, yo lo veo así: tú tienes un restaurante y la gente paga por comerse tu comida, y si no le gusta tiene derecho a criticar. Pero una cosa es dejar una reseña negativa y otra muy distinta es arrojar el plato a la cara del camarero. Ha dicho que ya no tiene interés en trabajar como actor. ¿Qué gratificaciones le proporciona, en cambio, su trabajo como director? Dirigir es mi vida. Punto. Vivir sin la dirección y sin la escritura carece de sentido para mí, porque son mis formas de comunicarme. Por lo que respecta a todo lo otro, a la vida real más allá de eso, sigo aprendiendo a lidiar con ello. Suscríbete para seguir leyendo
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