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» Diario Cordoba
Fecha: 09/08/2025 16:03
La nueva Guerra Fría del siglo XXI entre Washington y Moscú guarda algunas similitudes con la del siglo XX. Al igual que en aquel entonces, momentos de relativa distensión se alternan con picos de tensión en las relaciones entre las dos principales potencias nucleares del planeta. Pero con Donald Trump y Vladímir Putin al frente de EEUU y Rusia respectivamente, existe una significativa diferencia respecto a aquellos tiempos, una disparidad que muchos observadores resumen en una sola palabra: "consistencia". Los periodos de crisis, como el abortado despliegue de los misiles en Cuba en 1962 o el derribo de un avión surcoreano por la URSS en 1983, respondían a contenciosos de calado entre ambos países. Y en las cumbres que celebraban periódicamente sus máximos presidentes y secretarios generales se debatían cuestiones de peso, como la noción de la coexistencia pacífica o etratados para acotar despliegues nucleares y limitar el rearme. Todo lo contrario a lo que sucede en la actualidad entre el magnate neoyorquino y el líder del Kremlin. Una gaseosa atmósfera de teatralidad y gesticulación sin apenas efectos prácticos preside las sucesivas negociaciones, reuniones, debates, cumbres y escaladas verbales entre representantes estadounidenses y rusos, coinciden en señalar analistas y crónicas periodísticas. He aquí algunas de las claves de la cumbre que tendrá lugar en Alaska la próxima semana entre los presidentes de Rusia y EEUU. Alaska, un escenario que encaja en la estrategia del Kremlin La propuesta inicial de Vladímir Putin de celebrar la cumbre en los Emiratos Árabes Unidos, país oficialmente neutral en el conflicto de Ucrania, ha sido finalmente desechada. La reunión tendrá lugar en Alaska, un territorio que el Imperio ruso vendió a EEUU en 1867. La elección del escenario no parece ser al azar y, aunque en un primer momento pueda parecer que el presidente ruso cede al acudir al terreno de su oponente, la realidad es que encaja como anillo al dedo en la estrategia del Kremlin. Moscú está muy interesada en recordar al magnate neoyorquino que Rusia y EEUU son países fronterizos, y que las perspectivas de que ambas naciones puedan realizar negocios de forma conjunta en el futuro es lo que realmente importa. "Rusia y EEUU son vecinos cercanos que comparten fronteras; parece totalmente lógico que nuestra delegación simplemente cruce el estrecho de Bering, que separa ambos territorios", ha recordado Yuri Ushakov, asesor presidencial para asuntos internacionales. La elección de Alaska también permite garantizar a la parte rusa que será Trump quien se desplazará a su país en la próxima ocasión. De hecho, Moscú ya ha emitido una invitación. Este énfasis en las relaciones bilaterales ruso-estadounidenses en detrimento de la guerra caliente en Ucrania no ha pasado desapercibido en Kiev. El propio presidente ucraniano Volodímir Zelenski ha recordado que Alaska "está muy lejos de esta guerra, que se libra en nuestra tierra, contra nuestro pueblo". Las propuestas sobre la mesa, difíciles de aceptar para Ucrania Las ideas que han emergido de las reuniones en Moscú celebradas esta semana entre el enviado presidencial estadounidense Steven Witkoff y el propio Putin constituyen, a ojos de Kiev y de sus aliados europeos, una suerte de capitulación 'de facto' de imposible digestión para una parte importante de la ciudadanía ucraniana, que a la larga acabaría por empoderar a Moscú a lanzar una nueva agresión. Según filtraciones periodísticas, el Kremlin estaría dispuesto a detener las hostilidades si las tropas de Ucrania se retiran de la totalidad de los 'oblast' (regiones) de Lugansk y Donetsk. En el primer caso, la ocupación es total y no supondría una gran concesión por parte de Kiev. En el segundo, todo es mucho más problemático, porque en la actualidad, las tropas rusas ocupan el 70% del territorio, mientras que en el 30% restante se hallan dos importantes ciudades, -Kramatorsk y Sloviansk- con poblaciones previas a la guerra que superan los 130.000 habitantes, equivalentes a las de San Sebastián o Lérida respectivamente. "Miles de civiles viven allí ahora, y Moscú se deleitearía con las escenas de miles de ucranianos abandonando sus hogares ante el avance de las tropas rusas en su ciudad, sin disparar un solo tiro", escribe en la página de CNN su corresponsal para temas de Defensa, Nick Patton Walsh. No es de extrañar que el presidente Zelenski haya reaccionado de forma negativa a la difusión de estas informaciones. Las decisiones que se toman sin Ucrania "nacen muertas" y son contrarias a la paz; "no pueden funcionar, todos necesitamos una paz genuina, una paz que la gente respete", enfatizó. El mandatario ucraniano aprovechó la ocasión para marcar sus líneas rojas, que se resumen en que su Gobierno podría aceptar la ocupación temporal de su territorio, pero que nunca reconocerá anexiones por la fuerza. "La respuesta a la cuestión territorial está en la Constitución de Ucrania; nadie nos desviará de esto y nadie podrá hacerlo; los ucranianos no regalan su territorio al ocupante", destacó. La UE, ausente en la toma de decisiones sobre la seguridad europea Con estos mimbres, no es de extrañar que el presidente ucraniano se embarcara durante toda la jornada del sábado en una ronda de conversaciones telefónicas con los principales líderes de la UE -sus grandes valedores en este momento del conflicto debido a los titubeos de Washington- para garantizarse su apoyo y frenar intentos de Rusia de "imponer condiciones irreales" de paz. Las interlocuciones incluyeron al presidente del Gobierno Pedro Sánchez, quien le transmitió un mensaje de unidad, de que "nada" sobre Ucrania podrá pactarse "sin Ucrania", a lo que Zelenski le respondió que había que "tener en cuenta la voz de Europa", habida cuenta de que en la cumbre se abordarán cuestiones relacionadas con la seguridad en el continente. Para Rusia, mantener a la UE al margen de las conversaciones constituye una prioridad. Y todo apunta a que la maquinaria propagandística rusa se ha puesto en marcha para que ello sea así. Dan Caldwell, exconsejero del secretario de Defensa Pete Hegseth, nombrado para el cargo en febrero de 2025 pero destituido fulminantemente dos meses después tras el escándalo del empleo de la aplicación Signal para conversaciones sobre planes militares secretos de EEUU en Yemen, ha acusado a "fuerzas en Europa y Ucrania, que tienen intereses en prolongar la guerra" de intentar socavar la cumbre. Una alegación que fue de inmediato reproducida desde Moscú en su canal de Telegram por Kirill Dmitrev, director general del Fondo para Inversiones Directas de Rusia. Enfrentada a un poderoso vecino que ha violado de forma repetida sus compromisos anteriores, Kiev exige garantías de seguridad en un eventual alto el fuego, en particular el despliegue de tropas europeas para vigilar su cumplimiento, idea ante la que, hasta el momento, Rusia se resiste a ceder. La presencia de tropas extranjeras cerca de las fronteras rusas es "inaceptable", aseguró hace escasas semanas el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, quien a su vez lamentó que "las señales claras" que estaba enviando al respecto su Gobierno no estaban siendo "tomadas en cuenta o bien entendidas". Suscríbete para seguir leyendo
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