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» Comercio y Justicia
Fecha: 08/08/2025 07:04
Por Luis R. Carranza Torres Eclipsada por la figura de su esposo, José de San Martín, la vida de María de los Remedios Carmen Rafaela Feliciano Escalada de la Quintana no ha tenido el reconocimiento que sobradamente se merece. Fue una mujer excepcional, tan valerosa, rebelde y libre como la sociedad de su época podía permitir, e incluso algo más. Mostró asimismo un compromiso personal y propio con la causa emancipadora, desde antes de conocer al Libertador, con la misma firmeza de carácter que podemos advertir tuvo en el manejo de sus cuestiones personales. Remedios de Escalada nació el 20 de noviembre de 1797 y falleció el 3 de agosto de 1823, a causa de la tuberculosis que la aquejó desde niña. Solo 25 años de vida, en que, sin embargo, pasaron muchas cosas, desde muy temprana edad, dignas de mención. Se casó jovencísima con José de San Martín y, aunque su matrimonio fue corto, su marca en la vida del General fue significativa. Ilustrada y de modales impecables, fue el necesario costado de relaciones sociales a los proyectos de su marido. Es una convicción personal, pero -sinceramente- creo que ella influyó más en él que viceversa. En la conferencia virtual “Remedios de Escalada, una dama desconocida”, dada por Florencia Grosso el 4 de agosto de 2022 en el marco del ciclo “Mujeres en la Historia de la Emancipación Americana” del Instituto Nacional Sanmartiniano, acotó aspectos por demás interesantes y poco conocidos respecto del manejo de los bienes de la pareja por parte de Remedios. “Fue dueña de una personalidad más fuerte de lo que habitualmente se le atribuye”, afirmó Grosso en dicho evento, para añadir luego: “El encanto que enamoró al más brillante guerrero de la independencia; el halo de opulencia, ilustración y prestigio de su familia, su declarado patriotismo; y la acechanza de la tisis, enfermedad del siglo XIX, que le impide acompañar a su esposo y cuidar de su niña, conforma una trilogía de guerra, amor y muerte que selló su destino”. En tal sentido, San Martín tenía un alto concepto de la capacidad y el carácter de su esposa, y demostró en diversos actos cuánto confiaba en ella. Prueba de ello es que el 23 de octubre de 1818, por testamento, en Mendoza, José de San Martín le confiere a Remedios “un poder tan amplio y tan bastante como el que requiera y sea necesario para que perciba y se haga cargo de todos los bienes que posee su excelencia, disponiéndolos y administrándolos como le parezca, libre y francamente, sin intervención ni pedir permiso de autoridad alguna”. Dichas facultades le sirvieron a Remedios para tomar posesión en Buenos Aires de la casa -ubicada frente a la Plaza de Mayo, donde hoy se levanta el edificio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires- que el Gobierno le regaló a San Martín por los triunfos de Chacabuco y Maipú. A tono con el poder dado por testamento, San Martín lo reafirma en una carta a su administrador en Mendoza, Pedro Moyano: “Valparaíso y agosto 8 de 1820. Mi querido amigo: pasado mañana salgo para cumplir con los deberes de un americano que desea la libertad de su Patria. Nada tengo que añadir a las prevenciones que le tengo hechas. Escriba a mi mujer sobre cualquier duda que se le ocurra y avísele todo lo perteneciente a lo que usted tiene a cargo”. Los bienes a los que se alude no son otros que la casa en construcción en la Alameda y la chacra y molino de los Barriales. Cabe destacar que, respecto de ellos, Remedios tuvo una administración efectiva, como lo prueba una carta de 1820, escrita por ella poco después que la enviada por el Libertador mencionada anteriormente, al administrador de las propiedades Moyano y en la que le expresa: “San Martín me dice en una de sus cartas que con motivo de alejarse él, deberá usted entenderse conmigo sobre la chacra y el molino”; aparentemente, Moyano no facilitó dicha tarea de Remedios, a juzgar por otra misiva, esta vez de febrero de 1821 en la que insiste sobre el tema: “Paisano y amigo… no habiendo tenido contestación le escribo nuevamente repitiéndole que usted debe entenderse conmigo sobre todo lo que tiene a su cargo perteneciente a mi marido”. Otro testamento de San Martín, escrito a punto de emprender la campaña del Perú, fechado en Pisco el 29 de setiembre de 1820, a bordo de la goleta Moctezuma, expresa: “Si la suerte de la guerra me hiciera fenecer en ella o bien caer prisionero, prevengo a usted que el baúl que continente mis papeles reservados le serán entregados a mi esposa en Buenos Aires”. Tales documentos implicaban, en un general en campaña, a más de las naturales cuestiones personales, vitales secretos militares, muestra de la confianza que depositaba en su cónyuge. Enferma de gravedad, Remedios fue llevada a una quinta de la calle Caseros y Monasterio en Buenos Aires, donde falleció el 3 de agosto de 1823, lejos de San Martín, cuya presencia solicitó hasta su último instante. Su viudo sólo pudo acudir meses más tarde y dispuso la colocación en su tumba de una lápida, en la que reza: “Aquí descansa Remedios Escalada, esposa y amiga del general San Martín”. También, aunque no se haya dicho, fue Remedios quien administró los bienes de la pareja, durante las ausencias de San Martín por las campañas de Chile y Perú. Algo que contadas mujeres hicieron por la época y que muestra, a las claras, el espíritu avanzado de la verdadera Remedios de Escalada, siempre tan poco reconocida por nuestra historiografía.
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