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» El litoral Corrientes
Fecha: 03/08/2025 10:52
Por Eduardo Ledesma Versión gráfica: Belén Da Costa En el episodio 20 de Eduardo Ledesma Pregunta, hablamos con Hada Irastorza. Gestora, curadora y defensora del patrimonio cultural de Corrientes, ha dedicado más de dos décadas a impulsar proyectos que entrelazan historia, identidad y territorio. Hablamos sobre su rol en la reformulación del Museo Histórico de Saladas, que desde ayer resguarda los restos del sargento Juan Bautista Cabral, en el marco de una repatriación simbólica realizada a 212 años de su sacrificio heroico en el combate de San Lorenzo. Aquí, un diálogo sobre cómo habitar el pasado, crear desde lo local y pensar la cultura como una forma de cuidado. ¿Quién sos Hada Irastorza? Alguien que disfruta mucho de hacer lo que hace y de reinventarse todo el tiempo. Ninguna de las dos cosas es poco. No. Y también estoy muy enamorada de Corrientes, pero sé que tengo la capacidad de, en otros territorios, encontrar ese costadito que hace único a cada lugar y a cada persona. Y a través de eso, me encanta contar historias y encontrarles el cuento. El guión. Hada estás ahora involucrada en el proyecto de repatriación de los restos del sargento Cabral a Saladas, y están haciendo un trabajo integral. ¿Querés contarnos cuál es tu rol específico en ese proceso y qué significa para vos acompañar este proyecto? Yo fui convocada, en realidad, a pensar una nueva museografía para el Museo Juan Bautista Cabral, que es un museo histórico. Cuando me convocaron, el proceso de repatriación ya estaba en marcha. Entonces, me pidieron una mirada sobre el museo, sobre su colección, y ver qué se podía hacer para prepararlo. Era la excusa perfecta para pensar una nueva museografía. Ese museo estaba muy a la vieja escuela. Yo lo conozco, soy de ahí. Sí, para mí hay mucho para rescatar de ese museo. Conozco muchos museos así, chiquitos, municipales. En este caso, se nota que había mucho amor de quienes lo cuidaban, sobre todo de una comisión de vecinos que fue la que impulsó su creación. Eso ya tiene un gran valor, porque no fue una decisión política sino comunitaria. Y además el inmueble es privilegiado. Exacto, es patrimonio histórico nacional, una muy buena muestra de arquitectura colonial, y perteneció a la familia Cabral. El inmueble en sí mismo ya cuenta una historia. ¿Y qué encontraste en la colección? Es una colección muy variopinta, pero hay piezas muy valiosas. Muchas relacionadas a Manuel Florencio Mantilla, algunas vinculadas a la familia Cabral, otras donadas por vecinos. Había muchas armas, restos, casi todo atribuido a la Guerra de la Triple Alianza. Pero al analizarlas con especialistas, descubrimos que algunas podrían haber sido utilizadas en esa guerra, pero también en otros contextos, porque se usaban durante mucho tiempo. ¿Hay alguna pieza que te haya sorprendido? Sí, una en particular. El teniente coronel Miguel Escalante, especialista en historia militar, me pidió más fotos de un arma del catálogo virtual. Resulta que solo hay dos: una en un museo en Venecia y esta. Es probable que haya venido del sitio de Montevideo o traída por tropas uruguayas en la Guerra de la Triple Alianza. ¿Qué decisiones se tomaron entonces? Toda la colección estaba exhibida. Se decidió poner en guarda parte y mostrar solo las piezas que nos ayudan a contar la historia. La museografía es eso: hay curaduría, un guión, textos para visitas autoguiadas. La casita, que tiene cinco habitaciones, cuenta desde el poblamiento de Saladas, pasando por los dueños de la casa —Tomasa Casajús y Luis Cabral—, amos de los papás de Cabral, Francisco y Carmen. ¿Y eso se cuenta con documentos? Sí, se mostrarán facsímiles de actas de nacimiento, compraventa, y otros documentos que demuestran que Juan Bautista, hijo de Francisco y Carmen fue esclavo. También una sala dedicada al enrolamiento, a su participación en el regimiento. Hay un espacio destinado a la urna (que contiene sus restos), y también se aborda la participación de afrodescendientes en los ejércitos que fundaron el país. Eso es fuerte. Porque ni más ni menos que un negro, dicho en términos llanos, fue el que salvó la vida de San Martín. Además, vos hablas de los negros que combatieron para forjar el país que conocemos hoy. ¿Qué discusiones se dan ahí? Hay que integrar esa dimensión heroica con la condición de esclavo, y eso implica una resignificación. Junto a Cacho Núñez y Karen Gómez Curima, que trabajan sobre el folclore y San Baltazar —muy asociado a la esclavitud—, vimos que se empieza a hablar del tema. Incluso el municipio de Saladas tiene hoy un gran retrato de Cabral como afrodescendiente. ¿Ese retrato fue una interpretación artística? Sí, lo hizo Ramiro Ghigliazza. Es una reconstrucción digital basada en información histórica. Matías González, profesor que trabajó en el pedido formal de repatriación, le envió datos que confirmaban que Cabral fue esclavo. Ghigliazza ajustó rasgos del retrato basándose en esas características. En la Feria del Libro de Corrientes repartían una imagen con ese nuevo rostro de Cabral. Y algunos visitantes se sorprendieron. Sí, porque no está socializado que Cabral era afro. Incluso hubo versiones que le atribuían un origen guaraní. El retrato que conocíamos, como el de la revista Billiken, era una interpretación con barba y rasgos europeos. Nunca fue retratado en vida, era soldado raso. Sí hay documentación: San Martín, siendo capitán, pidió un reconocimiento y ayuda económica para su madre. Ese documento existe. ¿Y todo esto va a estar en el museo? Sí, claro. No los originales, pero sí reproducidos, explicados. La idea es contar la historia a través de los objetos. No se puede poner todo en el mismo nivel, entonces hay decisiones curatoriales. ¿Y qué más se cuenta en el museo? Se incorpora el concepto de "tierra de valientes", eslogan de Saladas. Hay una sala que cuenta sobre Félix Leyes, Marcos Ascona, Juan Pujol —que no fue militar, pero sí un político destacado— y una especial para Manuel Florencio Mantilla. ¿Y qué aprendizaje te deja esta experiencia tan particular? Fue una incomodidad. Me gustan los desafíos de museos ya existentes, pero son más difíciles porque estás tocando algo que hizo otro, con mucho amor. Y además, tenía que llevar a buen puerto una decisión ya tomada: la de ubicar restos humanos en un museo. A mí me resulta extraño, creo que deberían estar en cementerios o criptas, pero entendí que la sociedad saladeña decidió eso. Entonces, traté de que ese espacio esté honrado de la mejor manera. ¿Y cómo es el lugar que va a resguardar esos restos? La caja que va a oficiar de urna tiene todo un simbolismo. Decidimos —y acá hago un paréntesis— que cuando en un museo tenés una colección patrimonial increíble, a veces podés apoyarte en eso, pero hay otras veces en que tenés algo mixto, como en este caso, o incluso no tenés nada. Entonces, cuando hay que construir un objeto, tratamos de que esté hecho por artesanos o por artistas, que sumen valor a esa pieza que es una construcción o una recreación. En este caso, pensando que Cabral trasciende las fronteras de Saladas y de Corrientes, porque es un héroe nacional, se decidió que la caja contenedora sea realizada por una artista. Invitamos a Loli Mallea, que es arquitecta, se define como carpintera, y si bien es de Buenos Aires, tiene una ligazón muy fuerte con Corrientes. Ella hizo algo de líneas muy simples, pero con una factura impecable, utilizando maderas de distintos lugares del país. La idea era que todo el país esté representado en esa caja que contiene simbólicamente al héroe. Además, hay una intervención de artesanos de Saladas: un platero y un tallador de madera, que sumaron lo suyo. La urna propiamente dicha va metida dentro de esa caja contenedora, que, como te decía, tiene ese simbolismo federal. Por ejemplo, se usó guayacán, que es la madera más dura de la Argentina, y también la más oscura. Entonces, trabajamos con elementos que son de una índole absolutamente simbólica, porque no tenemos… no tenemos un objeto original en este caso. Pero la idea es sumar valor desde lo simbólico y desde lo artesanal.
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