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» Diario Cordoba
Fecha: 02/08/2025 23:55
‘El día que desperté a la vida’ es un libro recién editado sobre la historia de superación de Rafael Fuentes Molina, un cordobés de Villarrubia de 28 años, que con su sonrisa y con cada palabra que pronuncia transmite una energía muy positiva. Las palabras compasión o mala suerte no entran en su vocabulario y en uno de sus tatuajes se puede leer «Nunca te rindas». Asegura que, aunque le dejaran pedir un deseo, nunca volvería atrás para cambiar nada de lo que ha vivido. Subraya que "despertarme cada día es motivo suficiente para ser feliz" y destaca que todo por lo que ha pasado hasta el momento le ha dado oportunidad de ser consciente de que tiene unos padres (Fina y Antonio) y una hermana (Jessica) "maravillosos". Además, se siente muy agradecido de haber podido contar hasta el momento con la ayuda de profesionales de la medicina y de la sanidad excelentes y «muy humanos», en su niñez y adolescencia en el hospital Niño Jesús de Madrid y en los últimos años y ahora en el hospital universitario Reina Sofía de Córdoba. Una vida muy intensa Lo que hasta ahora ha afrontado Rafael Fuentes es muy difícil de resumir. Este joven volvió a vivir milagrosamente un 26 de julio de 2013, después de estar 4 meses en la UCI del hospital Niño Jesús, de los que dos meses en coma. Tenía entonces 16 años y se había sometido a una complicada operación por una grave enfermedad que padecía. Los médicos que lo operaron, uno de ellos llegado expresamente desde Estados Unidos para intervenirlo en el hospital Niño Jesús, lograron extraerle un tumor bulbo cervical que le habían detectado a los 2 años. Sin embargo, durante la extirpación del tumor, como estaba alojado en una zona muy delicada, a Rafael se le quedó como consecuencia un daño medular, que le obliga desde entonces a usar una silla de ruedas. Rafael padece una tetraplejia C1-C2, una lesión de la médula espinal en las vértebras cervicales primera y segunda, que le afecta al tronco, a las dos extremidades inferiores y al brazo derecho, así como a parte de su sistema respiratorio, «pero tengo movilidad en el brazo izquierdo, que es con el que realizo algunas de las funciones que cualquier persona hace con las dos manos». Su madre es su cuidadora principal y le ayuda a sondarse, a comer, asearse, entre otras necesidades básicas de su día a día. Detalle de un ejemplar del libro 'El día que desperté a la vida'. / Noemí Caballero Esfuerzo por rehabilitarse A pesar de que durante mucho tiempo tuvo que alimentarse mediante una sonda nasogástrica, como consecuencia de la traqueotomía que le tuvieron que hacer a los 16 años para extraerle el tumor, este cordobés logró, con mucha rehabilitación, recuperar el habla a los 4 meses y también poder volver a comer y beber por boca con bastante normalidad, al margen de no necesitar un respirador para dormir. Rafael recuerda que cuando tenía 2 años no podía andar ni comer, ni tampoco dormía, «presentaba mucho dolor solo con que me cambiaran el pañal y lloraba mucho», le han contado siempre sus padres. Fue entonces cuando le diagnosticaron el tumor antes citado, el cual le estaba oprimiendo la médula ósea. Una operación que le realizaron con solo 2 años en el hospital Niño Jesús permitió a Rafael hacer vida normal hasta los 13 años. Sin embargo, su cuerpo iba creciendo de tamaño, a la vez que el tumor también. Además, el tumor había sangrado dentro de la médula, relata este joven de Villarrubia. Tuvo que ser intervenido, de nuevo, a los 13 años, en el hospital Niño Jesús para eliminar el sangrado y descomprimir otra vez la médula. Antes de esta operación y de la anterior que tuvo de más pequeño, este joven recibió en el hospital Gregorio Marañón de Madrid ciclos de quimioterapia para tratar de reducir el tumor y, después de la cirugía, radioterapia. Rafael pudo, después de este segundo paso por el quirófano, hacer otra vez vida normal entre los 13 y 16 años, pero el tumor continuaba creciendo y fue en esta ocasión Rafael el que con solo 16 años tomó la decisión de operarse para intentar eliminar el tumor, a pesar de que los médicos le advirtieron de la alta posibilidad de no salir con vida de la intervención. Ningún traumatólogo había realizado antes esta cirugía en España, recalca Rafael Fuentes, que sostiene que un especialista de Estados Unidos, de forma altruista, decidió operarlo, junto a otros médicos que lo llevaban a él en el hospital Niño Jesús. El tumor pudo ser extraído, pero hubo que intubar a Rafael porque su cuerpo no respondía tras la cirugía, debido a que una bacteria que contrajo en el quirófano le estaba afectando a un pulmón. Durante los dos meses que estuvo en coma, este joven vivió una experiencia muy cercana a la muerte. «No notaba mi cuerpo como algo físico, sino como un ente muy libre, con mucha paz y con un amor que nunca había sentido antes. Estaba en el Cañón del Colorado y allí había muchas almas y casitas. No podía hablar, pero justo ahí alguien empezó a tirar de mi pie, me costó muchísimo salir, hasta que volví en sí, recuperé la consciencia y volví a mi cuerpo físico, porque no era aún mi momento de marcharme», detalla. Rafael Fuentes Molina. / Noemí Caballero Rafael pensó, al salir del coma, que tenía un cáncer de garganta, porque entonces él no sabía que le habían hecho una traqueotomía para ponerle un tubo con el que respirar. A pesar de la dura experiencia, este joven revive con felicidad el tiempo que pasó en la UCI del hospital Niño Jesús. Él siente que allí volvió a nacer y que siempre ha estado rodeado de profesionales que considera «familia», a pesar de que entró andando en el hospital madrileño y salió en una silla de ruedas. En la actualidad, el día a día de Rafael Fuentes Molina es hacer rehabilitación en su casa de Villarrubia, en el centro Cedane y en la clínica de Gema León en Córdoba capital, así como en el hospital Reina Sofía (donde es asistido por el rehabilitador Jesús González). En el Reina Sofía también es atendido en consulta por el jefe de Neurocirugía, Juan Solivera, entre otros especialistas. A Rafael le gusta pasar tiempo con los amigos y mandar mensajes positivos a quien pueda estar en una situación parecida a la suya, con su libro y con los vídeos y mensajes que publica en redes sociales. Porque «la vida solo es una y hay que disfrutarla», concluye. Suscríbete para seguir leyendo
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