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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 02/08/2025 10:40
México llegó a suplir hasta el 90% de la demanda de opiáceos en Estados Unidos durante el siglo XX según Revista de Economías Ilícitas y Desarrollo. (REUTERS / Carlos Jasso) El opio es una sustancia natural con propiedades analgésicas y narcóticas que se utiliza como base para la producción de drogas ilegales como la heroína. Su aparición en México se remonta a la segunda mitad del siglo XIX, según un documento publicado en la biblioteca digital del Senado, y su cultivo comenzó debido a la demanda de Estados Unidos tras la Guerra de Secesión, cuando muchos soldados se volvieron dependientes de la morfina utilizada para tratar sus heridas. Además, esta situación tuvo influencia de la inmigración china que introdujo el hábito de fumar opio en el país. Así, para 1940, la región conocida como el Triángulo Dorado —ubicada entre los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua— se consolidó como el epicentro de la producción de amapola y procesamiento de opio en México, abasteciendo a los mercados de drogas de Estados Unidos y otras partes del continente. En ese momento, la industria mexicana del opio se convirtió en una de las principales fuentes de opiáceos para el consumo estadounidense durante gran parte del siglo XX, llegando a suplir hasta el 90% de la demanda en periodos de escasez internacional, según lo publicado por la Revista de Economías Ilícitas y Desarrollo. Regulación de opiáceos en México El Triángulo Dorado, entre Sinaloa, Durango y Chihuahua, se consolidó como epicentro de la producción de amapola y opio en México. (Europa Press/Contacto/Pongmanat Tasiri) La morfina se utilizó principalmente con fines médicos, mientras que el consumo de opio fumado provino de la influencia china y en comparación con otros países, el consumo local de opiáceos en México se ha mantenido relativamente bajo. De acuerdo con cifras publicadas por el estudio La crísis de opioides en México, de 2023 “mientras que el consumo de opioides en Norteamérica (EE. UU. y Canadá) tuvo un promedio de 800 miligramos equivalentes a la morfina per cápita, en México, el consumo tuvo un promedio de 6 miligramos equivalentes a morfina per cápita". Sin embargo, la regulación en la Constitución de 1917 tuvo influencia de visiones de tipo sanitario de la época y en ella se ordenó poner en marcha medidas para prevenir la venta de sustancias consideradas dañinas, aunque dichas disposiciones no eran penales. A pesar de ello, el archivo de la biblioteca digital del Senado señala que durante el gobierno de Venustiano Carranza, debido a presiones mediáticas, principalmente del periódico Excélsior, se hostigó a la comunidad china y se realizaron decomisos. Para 1920, se implementaron medidas contra el comercio de sustancias que fomentaban “vicios”, lo que marcó el inicio de la prohibición. La primera regulación y el carácter medicinal de las sustancias como el opio, la morfina y la heroína, fueron reconocidas por sus usos médicos, estando sujetas a control estatal pero por otro lado, la marihuana fue completamente prohibida. Esta situación impactó en el sistema internacional debido a que México ratificó la Convención de La Haya en 1925, lo que llevó a la regulación estatal del comercio de ciertas sustancias, como el opio medicinal y la morfina. Estas medidas obedecieron a compromisos internacionales y para 1929, se penalizó el tráfico y la posesión de drogas en el Código Penal Federal, que fue reforzado en 1931. Sin embargo, los consumidores fueron catalogados como enfermos, no delincuentes, y debían recibir tratamiento forzoso, por lo que durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, el doctor Leopoldo Salazar Viniegra propuso una política de reducción de daños, aproximadamente en 1940, que era un enfoque en el que el Estado otorgó opiáceos a los adictos a precio de costo para desmantelar el mercado clandestino. Aunque esta medida tuvo éxito, duró solo seis meses debido a la presión del gobierno de Estados Unidos, pues la producción en gran escala de amapola incrementó durante la Segunda Guerra Mundial. La Segunda Guerra Mundial y el Triángulo Dorado Durante la Segunda Guerra Mundial, la producción de amapola en México creció ante la escasez de opiáceos en Europa. (REUTERS / Carlos Jasso) Ante la interrupción del suministro tradicional de heroína y morfina en Europa durante 1939, los consumidores estadounidenses recurrieron a México para abastecerse de opio y sus derivados. La demanda de opiáceos en Estados Unidos creció con el regreso de soldados adictos a la morfina y esto figuró como un impulso de la producción de amapola en el norte de México, particularmente en el Triángulo Dorado. Frente a la escasez de drogas en Estados Unidos, algunos usuarios intentaron consumir algunas alternativas peligrosas, como inyectarse opio sin procesar o saquear reservas de morfina en farmacias. Sin embargo, la mayoría optó por buscar nuevas fuentes en el sur, específicamente en México, lo que impulsó la tercera gran fase del tráfico de opio en ese país. Esta etapa se caracterizó por una doble demanda: opio para fumar y morfina o heroína procesada, lo que fortaleció la estructura del narcotráfico mexicano durante los siguientes setenta años. En sus inicios, esta nueva cadena de suministro se concentró en los fértiles valles del río Mayo, cerca de Huatabampo, y del río Yaqui, en las inmediaciones de Buenavista. Sin embargo, la facilidad con la que la policía y el ejército identificaban los cultivos en terrenos llanos obligó a los traficantes a trasladar la siembra de amapola a zonas más remotas de la Sierra Madre Occidental. Para finales de la década, el cultivo se había desplazado a diez municipios clave: Tepehuanes, Tamazula y Topia en Durango; Guadalupe y Calvo y Parral en Chihuahua; y Badiraguato, Mocorito, Cosalá, Sinaloa de Leyva y Culiacán en Sinaloa. Esta región se consolidó como el Triángulo Dorado de México, un espacio que ofrecía ventajas geográficas para el cultivo y ocultamiento de los plantíos.
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