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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 01/08/2025 16:49
Donkey Kong Bananza, de Nintendo. Ocho años de expectativa de lo que podría ser una sucesora de la Nintendo Switch se mezclan con 26 años de espera desde que Donkey Kong tuvo su último videojuego en 3D. Esta combinación de factores hace que Donkey Kong Bananza haya tenido un foco que, quizás, en otro momento hubiera tenido menor impacto. Es el primer videojuego en solitario que viene a mostrar lo que la Nintendo Switch 2 puede dar. Todo esto sumado hace que Donkey Kong Bananza corra con una vara muy difícil de alcanzar. No es fácil estar a la altura. No quiero que se pierda este contexto ya que Donkey Kong Bananza no es una experiencia normal. Es una entrega espectacular que agarra lo mejor de la tecnología de la Nintendo Switch 2 y nos da solidez y autenticidad en un título que nadie podría haber imaginado antes de su lanzamiento. Hay mucho de qué hablar, pero Donkey Kong Bananza no sólo cumple las expectativas: las supera. Donkey Kong Bananza, de Nintendo. Esta experiencia, que parecería ser una precuela del histórico primer Donkey Kong, nos muestra que el personaje trabaja de minero en la Isla Lingote, un lugar donde se pueden conseguir gemas de banandio (bananas doradas). Desde esa base, una perforadora gigante destruirá nuestro trabajo y complicará las cosas mientras que Pauline se nos apersona en nuestra aventura. El objetivo del juego está claro desde el principio: en este mundo, cada vez que descendemos una “capa” encontramos un bioma nuevo. En el centro del mundo, se encuentra el poder de cumplir nuestro mayor deseo. Pauline tiene que llegar para volver a la superficie, mientras que nuestros villanos quieren conseguir el poder para ellos. De esta manera, la narrativa de esta carrera enemistada es una gran excusa para recorrer cada uno de los diversos y amplios biomas que nos encontraremos en cada uno de los estratos. Donkey Kong Bananza, de Nintendo. La exploración es uno de los puntos fuertes que tiene Donkey Kong Bananza. Cada estrato es un mapa grande, complejo, con sus particularidades y sus visuales que hacen que sea una pequeña experiencia incomparable. Así como The Legend of Zelda: Breath of the Wild se siente un único nivel gigante repleto de cosas, Donkey Kong Bananza hace lo suyo en partes: son pequeños grandes niveles para disfrutar. En cada nivel tendremos varios tipos diferentes de coleccionables para conseguir, muchos de ellos en base a desafíos y muchos otros con mera exploración. Cada nivel nos invita a completarlo al 100%, a recorrer cada rincón de su mundo y a entender cómo funcionan las mecánicas del mismo. He visto mucha opinión comparando a este juego con Super Mario Odyssey pero para mi esa diferenciación es casi anecdótica: Donkey Kong Bananza es mucho más que un juego de plataformas. Por supuesto que tiene elementos de ese género, pero también es aventura, también es acción, también es puzzles. Es un videojuego muy completo para lo que propone, y hay algo que no podemos dejar de lado: el elemento central de Donkey Kong Bananza es la destrucción. Donkey Kong Bananza, de Nintendo. Destruir no sólo es divertido y se siente muy bien, sino que es adictivo. Todo el tiempo todo nos impulsa a romper elementos del entorno que en cualquier otro juego no podríamos romper. La física de la rotura es algo que no se asemeja a ninguna experiencia anterior en videojuegos. Quizás títulos como Minecraft o Terraria sean lo más acertado, pero la diferencia visual termina generando otra sensación completamente distinta. En este sentido, Nintendo confirma su intención de usar los elementos creativos como impulsor para videojuegos únicos. Te pueden gustar o no Mario Kart World y Donkey Kong Bananza, pero no hay dudas de que ninguna de las dos cosas hubieran funcionado en Nintendo Switch y eso ya es un logro de este salto generacional de Nintendo. La destrucción está también apoyada por el enorme nivel de coleccionismo (clásico de los plataformeros) que genera la experiencia. Cada segundo de rotura te brinda algo: pepitas de oro, fósiles, mapa para conseguir objetos, bananas, etc. Y cada uno de esos objetos después sirve para comprar personalizaciones o conseguir aún más bananas. Hay más de 700 para completar el juego, lo que lo hace una experiencia muy completa para quienes quieran llevarse el 100%. Para hacer solo lo principal, el juego pide aproximadamente unas 15 horas. Algo que lo diferencia mucho de Super Mario Odyssey es que esa experiencia tiene desafíos muy simples y muy difíciles, enfocados a diferentes tipos de jugadores. Acá se siente una gran curva de aprendizaje y nada se siente particularmente difícil; es un gran recorrido para completar todos los estratos. El combate, sin tener muchas mecánicas, termina dando una gran variedad de posibilidades en base a la enorme cantidad de enemigos que nos enfrentamos. El tener un botón dedicado para pegar hacia adelante, otro para abajo y otro para arriba mezclado con la física de cada elemento convierte cada batalla en un puzzle y es algo que no se ve habitualmente. Hay una fuerte cantidad de jefes, mayoritariamente quienes van llevando el apartado narrativo, y también se sienten grandes batallas con elementos específicos a descubrir. Debo decir que el punto más incómodo de la experiencia radica en esto y en la destrucción absoluta ya que la cámara muchas veces no acompaña de la mejor manera y se posiciona muy cerca del personaje, no dejando ver a tu alrededor. En medio del caos y la destrucción entiendo que es una búsqueda, pero hay veces que sucede simplemente caminando y puede resultar molesto. También es cierto que los FPS pueden caer un poco en escenas frenéticas, pero no me pareció algo que marque la diferencia ni se asemeja a las caídas de FPS que títulos como Xenoblade Chronicles o The Legend of Zelda: Breath of the Wild tenían en la Nintendo Switch. Donkey Kong Bananza, de Nintendo. Para complejizar el sentido de exploración y las posibilidades de este combate están las formas Bananzas. Conseguidas a lo largo de la historia, hay cinco variaciones donde Donkey Kong se deja llevar por otro animal y eso le da posibilidades diferentes. Al ser Cebra, podemos correr por superficies donde un gorila sería muy pesado y lento. Al ser un ave podremos volar. Y así sucesivamente. Si bien también tienen un sentido narrativo lo mejor de estas formas es en el post game donde podemos hacer uso de sus mecánicas para explorar cada nivel de formas que no hubiésemos podido en un principio. La estructura narrativa de esta experiencia es sorprendentemente buena, siendo el primer y el último acto casi cinematográficos y el desarrollo de la experiencia el juego en sí mismo. La conclusión es de lo mejor que ha hecho Nintendo a nivel narrativo en años con sus franquicias originales, y cada uno de los personajes tiene un peso ganado por jugabilidad o por historia. Los villanos de la Void Company tranquilamente podrían ganar relevancia en un plano superior a este juego y Pauline hace años que viene teniendo un reconocimiento que sigue en alza. El tercer acto es realmente un aluvión de emoción y éxtasis, desenvolviendo todo lo creado a lo largo de esas primeras 10 horas de juego y metiendo sorpresas que encajan perfecto en esta historia. Tiene la magia de las producciones de Disney o Pixar, y el carisma de Pauline mezclado con un personaje que oficia de comic relief como Donkey Kong, hace que esta historia sea consistente tanto para adultos como para niños, un ejemplo de lo que Nintendo debería aspirar a tener en todas sus experiencias a nivel narrativo. Donkey Kong Bananza, de Nintendo. El nivel de revisionismo histórico que hace Nintendo con esta experiencia conmueve, y ojalá sea el pilar por el cual pregonen en próximas experiencias. Muchas de las franquicias icónicas de esta empresa tuvieron un pico muy alto durante Nintendo Switch, pero hay varias que aún no han llegado a esta etapa. Ojalá Star Fox o Golden Sun tuvieran un renacimiento como el que Donkey Kong tiene en esta experiencia. Donkey Kong Bananza no sólo es el regreso triunfal de uno de sus personajes más históricos y el rescate de una saga que hace años no brillaba en consolas Nintendo, es también la rápida introducción de una experiencia blockbuster por donde se lo mire. Donkey Kong Bananza es único, es auténtico y está hecho por un equipo de desarrollo que ha demostrado más de una vez romper los moldes de este género. No lo encasillaría en un sólo género ni lo definiría de una forma. Creo que lo más acertado es decir que Donkey Kong Bananza tiene vida propia y que, siendo el segundo videojuego exclusivo de Nintendo Switch 2, es una experiencia que todas las personas que compren la consola deberían disfrutar. La vara queda alta para todo lo que saque Nintendo de ahora en adelante. 9 El regreso de un grande Donkey Kong Bananza mete rápidamente uno de los grandes hits de la Nintendo Switch 2 y deja la vara alta para todo lo que vendrá.
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