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  • El campo partidario: la respuesta a la baja representatividad del sector agropecuario – MisionesOpina

    » Misionesopina

    Fecha: 31/07/2025 11:30

    Por Mónica Gómez* Ya no quedan gremialistas sin banderas políticas. La representación del campo está atravesada por intereses partidarios cada vez más evidentes. Esta semana, el sector volvió al centro de la agenda nacional con la presencia del presidente Javier Milei en la apertura de la Exposición Rural de Palermo. Las declaraciones en torno a la baja de retenciones fueron, a mi entender, poco celebradas: el reclamo del campo sigue siendo la eliminación total de los Derechos de Exportación (DEX). La exposición volvió a poner en debate los privilegios que tienen los sectores más concentrados del agro con el actual gobierno. Y entre las preguntas que resuenan desde hace algunos meses aparece una que inquieta: ¿volverá el campo a marchar con un "tractorazo" hacia Casa Rosada? El vínculo entre el gobierno libertario y el agro hoy está marcado por nombres propios, como el de Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), quien suena como posible integrante del gabinete oficial. Esta cercanía quedó aún más expuesta con la reciente designación del vocero de la SRA como reemplazo del interventor de los Medios Públicos, y con la oficialización de María Beatriz “Pilu” Giraudo como presidenta del SENASA. Giraudo ya había ocupado cargos dentro del Estado como vicepresidenta del INTA durante la gestión de Fernando Vilella, y fue presidenta de Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa) entre 2014 y 2016. Su ascenso refleja, una vez más, la estrecha relación entre los referentes del agro y el poder político. Quizás por esa cercanía hoy se percibe una crisis de representatividad en los sectores rurales. Sin una figura fuerte que convoque, es difícil imaginar una protesta masiva como las de otros tiempos. Recordemos el caso de Alfredo De Angeli, quien emergió en 2008 durante el conflicto por la Resolución 125, uno de los mayores enfrentamientos entre el kirchnerismo y el campo. En Misiones, el panorama no es muy distinto. El campo, con banderas partidarias bien visibles, se disfraza de neutral y busca marcarle la cancha a los funcionarios. Sin embargo, es fácil advertir de qué lado están parados algunos productores. No hace falta escarbar mucho para ver quiénes acompañan al espacio libertario, desplazando incluso a los radicales, históricamente cercanos al ala más tradicional del agro. Esto quedó en evidencia el día de ayer, durante una tensa reunión en la sede de la Confederación Económica de Misiones (CEM). El concejal posadeño electo por el partido Por La Vida Y Los Valores José “Pepi” Wipplinger pidió la salida de todos los legisladores y de la prensa. Como resultado, el diputado nacional Martín Arjol (UCR) y el legislador Cristian Castro (PAyS) debieron abandonar la sala, ante la sorpresa de los presentes. La reunión había sido convocada para debatir el impacto de la Ley de Bioinsumos, que prohíbe el uso del glifosato. El sector agropecuario reclama su derogación por considerar que genera incertidumbre y frena inversiones. El gesto marcó el deterioro del vínculo entre Arjol y un sector que antes lo respaldaba. Su cercanía con posturas libertarias y su distancia del territorio lo alejaron de quienes lo consideraban su representante en el Congreso. El mensaje fue claro: “Sin oportunismo político, queremos respuestas concretas”. A esto se suma el hecho de que dirigentes que hasta hace apenas dos años eran ungidos con el beneplácito del campo fuerte de la provincia, hoy se mantienen en silencio. Al mismo tiempo, algunas voces del sector yerbatero se alzan únicamente para exigir la derogación de la Ley de Bioinsumos, combatiendo al oficialismo provincial, pero sin involucrarse a fondo en la defensa integral del INYM ni acompañar los reclamos yerbateros. También están aquellos que se referencian en figuras vinculadas al peronismo agrario, o quienes simpatizan con Fuerza Patria. Incluso hay yerbateros que, aunque silenciosamente, apoyan al oficialismo provincial. Pese a ello, el silencio de los representantes del sector es alarmante. Ese matrimonio por conveniencia con la clase política deja al descubierto la fragilidad del movimiento rural y vuelve más vulnerables a los productores que, día a día, trabajan en las chacras misioneras, muy lejos de la Casa de Gobierno en Posadas o de la Cámara de Representantes en el Parque Paraguayo, espacios del poder estatal a los que muchos dirigentes aspiran llegar. Tal vez de ahí surja esta crisis de identidad en la representación rural: detrás de cada hombre nacido y criado entre tranqueras, hoy parece haber un interés partidario que lo orienta hacia el sendero de la función pública. Y eso vuelve cada vez más difusa la frontera entre gremialismo y política. *Periodista Agropecuaria

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