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  • Colapinto: del jet privado con Hamilton a la económica, el viaje ‘a pulmón’ a Hungría para la F1.

    Concordia » Hora Digital

    Fecha: 31/07/2025 01:40

    Un bebé lloraba cuando el avión despegaba y al aterrizar, mientras los empleados de la aerolínea se le acercaban para pedirle una foto. En ese ambiente, Franco Colapinto, el piloto argentino de Fórmula 1, se mantenía sereno, sin mostrarse incómodo ni con aires de grandeza. La imagen fue re insólita en un deporte donde el lujo y el aislamiento de las grandes figuras son moneda corriente. Ver a un piloto de la máxima categoría del automovilismo viajando en una aerolínea ‘low cost’, mezclado con la gente, choca de frente con toda la onda de exclusividad que se maneja en la F1. El periodista español Fabio Marchi, de Mundo Deportivo, contó que estuvo en el mismo vuelo que Colapinto eligió para viajar de Barcelona a Budapest. Fue en clase económica, en vez de usar los típicos jets privados o los asientos de primera que usan sus colegas. Este viaje era rumbo al Gran Premio de Hungría, donde el piloto corría ese fin de semana. La movida de Franco no es un caso aislado, sino una muestra de su personalidad y de cómo se toma su reciente llegada a la elite del automovilismo. Hoy en la F1, los pilotos se mueven como estrellas, yendo de un circuito a otro en aviones privados o, a lo sumo, en primera clase en vuelos comerciales. Colapinto, por su lado, sigue con perfil bajo y no se prende a los lujos de siempre. Unas semanas atrás, el argentino ya había sorprendido a sus colegas cuando les contó que tenía pasajes de vuelta desde el Gran Premio de España a Londres con Easy Jet. Esa vez, Lewis Hamilton, al enterarse por el grupo de WhatsApp de los pilotos, le tiró la gamba y le ofreció un lugar en su jet privado para que viajara más cómodo. Colapinto, con buzo, jogging, gorra y auriculares, apareció en el embarque sin llamar la atención. Solo la azafata que revisaba los pasaportes lo reconoció, y paró el embarque para sacarse una foto con él y con Pepe Martí, piloto catalán de Fórmula 2, que viajaba con su mamá y su mentor, Genís Marcó. En el mismo vuelo también se cruzaron con Mari Boya, piloto de Fórmula 3. Colapinto no se sentó en un asiento vip. Se ubicó en la cuarta fila del avión, lejos de cualquier privilegio. Durante el vuelo, otro empleado de la compañía se le acercó para pedirle una foto. El argentino aceptó, se levantó y fue para adelante para sacarse varias selfies con el personal, sin ningún problema. Después, volvió a su asiento, se puso los auriculares y siguió el viaje como cualquier pasajero. Las luces del gran circo no encandilaron a Franco, que no perdió la sencillez ni la cercanía con la gente. Su onda, lejos de los discursos armados y la distancia que suelen meter los jefes de prensa, fue recibida como un aire fresco en el ambiente de la F1. Este fin de semana, Franco Colapinto va a correr su octavo Gran Premio con Alpine. Va a ser en el Autódromo Hungaroring, donde buscará terminar lo más adelante posible con un A525 de la escudería francesa, que está última en el Campeonato Mundial de Constructores.

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