31/07/2025 18:28
31/07/2025 18:27
31/07/2025 18:27
31/07/2025 18:27
31/07/2025 18:27
31/07/2025 18:26
31/07/2025 18:26
31/07/2025 18:26
31/07/2025 18:26
31/07/2025 18:26
Parana » Informe Digital
Fecha: 31/07/2025 00:46
El 15 de diciembre de 2024, en el Teatro Broadway de la Calle Corrientes, se llevó a cabo un espectáculo con entradas agotadas: “La Misa del Gordo Dan”. Sin embargo, lo que captó la atención de esta revista esa noche no fueron ni las luces, ni el humo, ni los coros, sino la presencia de dos personajes en la primera fila. Augusto Marini, empresario de medios y aplicaciones sanitarias, estaba sentado al lado de Santiago Caputo, el asesor más influyente y protegido del gobierno de Javier Milei. El momento fue visto por pocos: Marini y Caputo disfrutando de un show con estética libertaria y guiños a la cultura gamer. Esta imagen, que inicialmente parecía un simple detalle, adquirió un nuevo significado seis meses después, el 22 de junio de 2025, cuando Marini se reunió en una oficina con Máximo Kirchner. Esto ocurrió tras la breve reunión del diputado nacional e hijo de Cristina Kirchner con Tomás Rebord. Aunque el encuentro no fue más que un café, generó numerosas inquietudes: ¿cómo es posible que alguien tenga acceso directo a dos actores políticos que ni se cruzan por error? ¿Qué tiene Marini que le permite compartir un asiento con Caputo en diciembre y con Máximo en junio? La respuesta se encuentra menos en lo ideológico y más en lo estructural: Marini es el dueño de dos señales de streaming con líneas editoriales completamente opuestas. Por un lado, Blender, que actúa como un canal de entrada para el progresismo en redes y donde el kirchnerismo tiene cierta presencia. Por otro lado, Carajo, un canal con una estética más conservadora, que difunde discursos “antiprogre” y la voz del gobierno de Milei. Marini no busca que se crucen. Su objetivo es que cada uno opere por su lado y que generen ingresos en paralelo. Cambios Desde mediados de 2025, Marini decidió salir del anonimato y asumir el control total de Blender y Carajo. Hasta ese momento, había estado en un segundo plano, actuando como el capitalista silencioso que financiaba sin llamar demasiado la atención. Sin embargo, algo cambió. A comienzos de este año, Marini compró las participaciones que aún quedaban en manos de los socios fundadores. A Sebastián Tabakman, vinculado al armado de Carajo, y a Diego Abatecola, uno de los impulsores de Blender, les adquirió sus acciones y los desplazó del directorio. Esto no fue solo un movimiento económico; implicó una demostración de poder. Marini aspira a tener un control más definido sobre la línea editorial y operativa de los canales que, cada uno a su manera, representan las voces de las principales corrientes políticas del país. Carajo se ha convertido en la insignia del discurso libertario, con una estética antisistema, dirigida por el provocador Daniel “Gordo Dan” Parisini, quien continúa como socio. Blender, en cambio, mantiene un estilo más sofisticado, vinculado al mundo del progresismo digital, con figuras como Tomás Rebord o Guillermo Aquino. Sin embargo, ambos canales, a pesar de sus diferencias ideológicas, comparten una lógica: son propiedad del mismo empresario, que ahora busca trazar un rumbo más claro. En términos de audiencia en canales de streaming político, Blender y Carajo suman más de 21 millones de visualizaciones mensuales en YouTube. Lejos les quedan Olga y Luzu, con más de 40 millones de vistas cada uno. Sin embargo, si se considera un recorte sobre streams de política, superan a competidores como Gelatina, Neura o Cenital. En lugar de los socios salientes, Marini incorporó a personas de su máxima confianza y con conexiones directas con el poder judicial y político. Uno de los nuevos integrantes es Enrique Saraví O’Keefe, abogado y operador experimentado, asociado al exministro de Justicia bonaerense Gustavo Ferrari, uno de los principales arquitectos jurídicos del vidalismo (si es que alguna vez existió). El otro nombramiento importante es el de Ruth Hang Kuchen, hermana de Manfred, también socio de Ferrari y amigo personal de Marini. Ruth proviene del ámbito corporativo. Con estas incorporaciones, el empresario no solo consolida la estructura administrativa de sus plataformas de streaming, sino que también refuerza sus vínculos con sectores de la Justicia, la política y el empresariado. Ya no se trata solo de dos canales de contenido: se está construyendo una maquinaria que articula medios, relaciones públicas, lobby judicial y acceso a la política de alto nivel. El año 2025 señala así el comienzo de una nueva etapa. Marini tendrá un control más directo sobre la línea editorial, la contratación de figuras, los acuerdos comerciales y, sobre todo, sobre el uso estratégico de Blender y Carajo como plataformas de posicionamiento político. Cada canal cuenta con su propia audiencia, influencers y narrativa. Pero ambos están en su carpeta. La polarización le rinde poco económicamente, pero mucho en términos de networking. Cuando es necesario, los utiliza para acercarse a la política, el verdadero núcleo del negocio. Un claro ejemplo de esto es que Marini tiene su principal fuente de ingresos en otro ámbito: AlegraMed, una aplicación diseñada para administrar sistemas de salud que se ha vuelto esencial en la provincia de Misiones. Lo que hace la app es significativo: asigna turnos, organiza historias clínicas, monitorea prestaciones y controla centros de salud. Todo digitalizado. ¿Quién contrató este sistema? La Fundación Parque de la Salud, un organismo creado por ley en 2017 a iniciativa de Carlos Rovira, exgobernador y eterno jefe político de la provincia, desde una banca de diputado provincial. La fundación se financia con fondos públicos, pero escapa a cualquier control estatal. No rinde cuentas al Tribunal de Cuentas. No se reporta a la Auditoría. Funciona como un ministerio paralelo, pero con total autonomía. Es ahí donde entra AlegraMed, la app de Marini, contratada de manera directa y discrecional. En Posadas, todos lo dan por hecho: el contrato se obtuvo gracias a su relación con Ramiro Rovira, el hijo del jefe, también empresario. La amistad entre ambos se consolidó fuera del radar político, en un espacio con más copas y menos regulaciones: la noche porteña. Las pistas de esta amistad están en las redes sociales. El 6 de enero de 2025, en una propiedad de Punta del Este, Marini organizó una fiesta para revelar el sexo de su hijo con Angie Landaburu, modelo e influencer. Marini contrató dos aviones. El primero arrastraba un cartel en inglés que decía “Boy or Girl?”. El segundo traía la respuesta: “It’s a boy”. Para los invitados, un souvenir: un par de anteojos celestes de la marca Dignos, propiedad de Ramiro Rovira, producida en Misiones. Los lentes de Ramiro Rovira en la fiesta Baby Gender Reveal de Marini y su esposa Angie Landaburu. Como gesto de retribución, Marini pidió que Blender cubriera el evento de lanzamiento de los anteojos Dignos en marzo de este año. El material, aún disponible en YouTube, incluye una entrevista a Ramiro, quien presenta el producto como si estuviera anunciando una revolución en óptica. El video tiene buena producción, pero escasa repercusión. La relación política con Rovira y Misiones también refuerza su inclinación oficialista. El hombre fuerte del feudo apoya en el Congreso todas las iniciativas de Milei con sus legisladores. Más negocios Sin embargo, los streams y la salud pública no son los únicos sectores donde Marini tiene presencia. A tan solo 29 años, es CEO de Cale Group, un holding que engloba empresas en ocho sectores diferentes: infraestructura, energía, salud, transporte ferroviario, agroindustria, textil, servicios y medios. En el universo de Marini, todo puede ser un negocio, incluso la grieta. Uno de sus movimientos más ambiciosos fue la adquisición de Motora Argentina, la exfilial local de la rusa TMH, que gestiona los talleres ferroviarios de Mechita en Bragado. Marini rebautizó la empresa y la posicionó para competir por contratos en la red ferroviaria del AMBA, justo en un momento en que el sistema atraviesa una fase de privatización de facto. Para ello, contrató a Javier Hibbert, exfuncionario de Trenes Argentinos, alineado con Guillermo Dietrich, reciclado por el massismo y tolerado por el mileísmo. Las conexiones son parte del modelo. Cale Group no solo invierte en infraestructura. También posee marcas como Mon Ami, un alimento premium para mascotas elaborado con ingredientes naturales y sin conservantes. Un producto exclusivo, dirigido a la clase ABC1, que se vende bien en Barrio Parque y en Nordelta. Paralelamente, comparte un negocio de agua con la empresa IWP SA junto a un joven llamado Joaquín Basanta, dueño de Agrosustentable, que produce en el Parque Industrial de Misiones. ¿Un detalle? Basanta también es amigo de Ramiro Rovira. Marini no oculta su gusto por el lujo. En Punta del Este son bien conocidas sus fiestas privadas y sus automóviles: alemanes como Audi o BMW; italianos como Ferrari o Lamborghini. Su estilo es exhibicionista. Marini no improvisa. Su incursión en la política, aunque lateral, está meticulosamente planificada. Sus señales de streaming le permiten acceder a audiencias segmentadas, y sus negocios le proporcionan contacto con el poder real. No necesita ocupar un cargo electo, porque ya está en los sillones que cuentan. Desde afuera, parece estar jugando a dos puntas. Desde adentro, se sabe que tiene más de dos. Utiliza Blender para atraer al electorado joven, Carajo para no perder al núcleo duro conservador y AlegraMed para generar ingresos sin ruido. En medio de todo esto, se mueve con precisión: asiste a eventos con influencers y, al mismo tiempo, mantiene líneas directas con actores del peronismo y del gobierno libertario. Hoy, Marini ya no es solo un empresario. Es mucho más: un actor con la capacidad de intervenir en la agenda pública. No desde el atril, sino desde el algoritmo. Y si puede tener a Caputo en una fila de teatro y a Máximo Kirchner en su oficina, es porque ambos saben que, en alguna parte del juego, lo necesitan. También te puede interesar Galería de imágenes En esta Nota
Ver noticia original