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Fecha: 30/07/2025 02:08
Las vidrieras argentinas se transformaron: ahora cada prenda que se exhibe en una tienda de barrio, shopping o en las plataformas online, muy probablemente no fue confeccionada en el país. Según un informe de la Fundación Pro Tejer, casi siete de cada diez prendas que se venden en Argentina son importadas, una transformación profunda que se aceleró con la apertura comercial impulsada por el Gobierno y la irrupción masiva de plataformas como Shein y Temu, gigantes chinos de la moda ultrarrápida. El impacto económico de este fenómeno es evidente: en los primeros cinco meses del año, el país destinó más de u$s1.500 millones a importar ropa. Una cifra que sacude a la industria textil local, golpeada por el aumento de costos, la caída de ventas y una competencia externa con precios imposibles de igualar. Shein y Temu: la invasión de la ropa importada De acuerdo a un informe de la Fundación Pro Tejer, el 67% de las prendas que se consumen en Argentina son importadas, y el porcentaje asciende al 75% en los shoppings. En paralelo, la mitad de las empresas textiles locales vendió menos en lo que va de 2025, y el 60% redujo su planta de personal. Apenas un 35% espera recuperar el uso de su capacidad instalada, aunque sin alcanzar los niveles de 2023. Las importaciones llegan por tres canales principales: empresas que traen ropa del exterior (incluso marcas argentinas), turistas que compran vestimenta fuera del país y compras online que llegan por el sistema puerta a puerta. Las importaciones corporativas crecieron un 125%, representando u$s264 millones, pero ese número se multiplica al llegar al consumidor final: supera los u$s1.000 millones, según estimaciones del economista Gustavo Ludmer. El turismo de compras también empuja esta tendencia: los argentinos gastaron u$s1.572 millones en ropa durante viajes al exterior en los primeros cinco meses del año, un aumento del 136%, según datos del Banco Central. Pero el salto más fuerte ocurrió en el canal digital: las compras online de indumentaria del exterior se triplicaron y alcanzaron los u$s242 millones, con un crecimiento del 211%. Plataformas chinas: precios bajos, envíos gratuitos y moda descartable Los paquetes de Shein se multiplican en las casas argentinas, impulsados por prendas atractivas, precios ultra bajos y envíos gratuitos, aunque demoren hasta 30 días. Para muchos consumidores, el combo de facilidad de compra, posibilidad de devolución sin cargo y acceso a tendencias globales es irresistible. Según estimaciones del sector, algunas prendas llegan a costar un tercio de lo que se paga en Avellaneda, y mucho menos que en los shoppings. A la par, Temu, otra plataforma china en auge, ya envía 300.000 paquetes por mes a la Argentina, con productos que van desde ropa hasta herramientas o juguetes. La operatoria es simple: elegir, pagar, y recibir en casa. El sistema resulta accesible incluso para quienes nunca compraron online. Hasta las camisetas de fútbol se importan La penetración de la moda extranjera llega incluso al corazón de la identidad local: el fútbol. Adidas, que hasta hace poco fabricaba en el país las camisetas de Boca y River, ahora importa parte de esa producción desde Brasil. El caso de San Lorenzo va más lejos: sus camisetas se producen en China, bajo contrato con la firma local Atomik. La razón de fondo es económica: la baja de aranceles, de 35% a 20%, y la liberalización de compras personales (por hasta u$s400 anuales) facilitaron el ingreso de indumentaria extranjera a gran escala. Industria en crisis y empleo en riesgo La consecuencia directa de este fenómeno es el retroceso de la industria nacional. Marcas tradicionales como Vitamina y Uma cerraron, mientras que TN&Platex suspendió personal en Catamarca. La producción cayó un 20% respecto a 2024 y un 40% en comparación con 2023. Solo el 30% de los trabajadores del sector están registrados, y más de 10.000 empleos formales ya se perdieron. Claudio Drescher, presidente de la Cámara de Indumentaria, advierte: “El fenómeno Shein implica pérdida de empleo, salida de divisas y daño ambiental. Es ropa muy descartable, con emisiones masivas de carbono, químicos tóxicos y contaminación del agua”. Por eso, la entidad trabaja junto a legisladores del PRO y el peronismo en un proyecto de ley anti-Shein, inspirado en normas similares aprobadas en Francia. ¿Y en el resto del mundo? Mientras tanto, otros países ya actúan. Brasil y México aplican impuestos del 20% a compras pequeñas del exterior. En Francia, las prendas de ultra fast fashion pueden pagar hasta 5 euros de impuesto ecológico, se prohíbe su publicidad y se sanciona a influencers que las promocionen. Incluso la Comisión Europea advirtió sobre productos peligrosos: anteojos sin filtro UV, cosméticos con químicos prohibidos y ropa infantil con tóxicos. En Brasil, la presión del gobierno logró que Shein produzca el 85% de su ropa en el país, logrando además el 60% del market share y abriendo tiendas físicas temporales. Argentina: sin freno ni regulación A contramano del mundo, Argentina sigue siendo un mercado abierto y sin controles. Sin regulaciones comerciales, ecológicas ni laborales que frenen la expansión de estas plataformas, la moda veloz avanza sin obstáculos. Mientras la industria local se achica, el consumo se extranjeriza. Y el fenómeno Shein, lejos de desacelerarse, ya parece haber llegado para quedarse. Fuente: IProfesional
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