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Parana » Parana Hacia el Mundo
Fecha: 30/07/2025 01:57
Fundación y Orígenes Inauguración: La Belle Epoque abrió sus puertas hacia finales de la década de 1960 (la fecha exacta no figura en las fuentes consultadas). Su nombre evocaba la lujosa “bella época” europea, reflejando la aspiración a un lugar sofisticado y único en la ciudad. La Belle Epoque abrió sus puertas hacia finales de la década de 1960 (la fecha exacta no figura en las fuentes consultadas). Su nombre evocaba la lujosa “bella época” europea, reflejando la aspiración a un lugar sofisticado y único en la ciudad. Propietarios: Sus fundadores y dueños fueron Lito Sonaillón y Armando Patat , reconocidos emprendedores nocturnos a quienes se los considera “los creadores de la noche paranaense”. Ellos concibieron a La Belle Epoque como un boliche vanguardista, inspirado en las grandes discotecas europeas de la época. Sus fundadores y dueños fueron y , reconocidos emprendedores nocturnos a quienes se los considera “los creadores de la noche paranaense”. Ellos concibieron a La Belle Epoque como un boliche vanguardista, inspirado en las grandes discotecas europeas de la época. Ubicación: Estuvo emplazada en el subsuelo de la emblemática esquina de calles Urquiza y San Martín, pleno centro de Paraná. Funcionaba debajo del tradicional Bar Flamingo –un café fundado en 1901– aprovechando el sótano de este edificio histórico. El ingreso era por un pasaje tipo túnel desde calle Urquiza, que conducía a los asistentes “a sumergirse en la Belle Epoque”, como se recuerda popularmente. La céntrica ubicación hacía del boliche un punto de encuentro muy accesible para la juventud paranaense de entonces. Ubicación y Características del Lugar Arquitectura y decoración: El local se distinguía por una ambientación fastuosa de estilo art nouveau, inusual para Paraná en aquel entonces. La pista de baile tenía baldosas de vitraux (vidrios coloridos estilo vitral) iluminadas desde abajo, anticipando décadas antes la moda de las pistas luminosas de los 70. Por donde se mirara había detalles de lujo: barras elegantemente decoradas, espejos y candelabros, y sillones tapizados en pana y hasta rellenos de pluma de ganso para el confort de los clientes. Cada rincón buscaba recrear la opulencia de una gran boîte europea de la Belle Époque. El local se distinguía por una ambientación fastuosa de estilo art nouveau, inusual para Paraná en aquel entonces. La pista de baile tenía baldosas de (vidrios coloridos estilo vitral) iluminadas desde abajo, anticipando décadas antes la moda de las pistas luminosas de los 70. Por donde se mirara había detalles de lujo: barras elegantemente decoradas, espejos y candelabros, y y hasta rellenos de pluma de ganso para el confort de los clientes. Cada rincón buscaba recrear la opulencia de una gran boîte europea de la Belle Époque. Capacidad e intimidad: A diferencia de los megaboliches posteriores, La Belle Epoque era de tamaño reducido . Aforo máximo de unas 300 personas , lo que propiciaba un ambiente “íntimo y exclusivo” según recuerdan sus habitués. Horacio “Negro” Ramos –reconocido relacionista público de la noche paranaense– destacaba que en esos años los boliches reunían grupos discretos de gente, casi todos se conocían entre sí, a diferencia de la masividad impersonal de las discotecas modernas A diferencia de los megaboliches posteriores, La Belle Epoque era de tamaño . Aforo máximo de unas , lo que propiciaba un ambiente “íntimo y exclusivo” según recuerdan sus habitués. Horacio “Negro” Ramos –reconocido relacionista público de la noche paranaense– destacaba que en esos años los boliches reunían grupos discretos de gente, casi todos se conocían entre sí, a diferencia de la masividad impersonal de las discotecas modernas Tecnología e innovación: Para comienzos de los años 70, La Belle ya era precursora en equipamiento: contaba con juego de luces psicodélicas y la citada pista iluminada, algo futurista para la época. Ese despliegue técnico y estético, combinado con un excelente sistema de sonido para entonces, hacía que el público viviera una experiencia novedosa. En síntesis, el lugar impresionaba por su ambientación de vanguardia y comodidades de alto nivel, “con lujo por donde se mirara”. Estilo Musical y DJs Destacados Música y evolución: En sus primeros años, La Belle Epoque seguía el modelo de las confiterías bailables tradicionales. Sonaban ritmos melódicos y bailes clásicos apreciados por una generación adulta: boleros, foxtrot, pasodobles y temas de crooners legendarios como Frank Sinatra. Sin embargo, a medida que la juventud de fines de los 60 tomó protagonismo, el boliche adaptó su propuesta musical. A comienzos de los 70 introdujo música beat, rock y soul contemporánea. El DJ Luis María “Nipón” Ruiz –figura clave del lugar– rememora que cuando él comenzó a pinchar discos allí, incorporó a la pista artistas como Aretha Franklin, Wilson Pickett, Earth, Wind & Fire, Pink Floyd , entre otros, marcando el giro hacia sonidos más modernos. Esta transición no fue siempre fácil: Nipón cuenta que en una ocasión el dueño Lito Sonaillón le exigía que cambiara esos nuevos ritmos, golpeando la cabina, a lo que el DJ se negó al ver la pista llena bailando entusiasmada. Finalmente el dueño aceptó la innovación y hasta le envió de cortesía un whisky en señal de aprobación. Esta anécdota refleja el cambio generacional y musical que La Belle acompañó durante su existencia. En sus primeros años, La Belle Epoque seguía el modelo de las tradicionales. Sonaban ritmos melódicos y bailes clásicos apreciados por una generación adulta: boleros, foxtrot, pasodobles y temas de crooners legendarios como Frank Sinatra. Sin embargo, a medida que la juventud de fines de los 60 tomó protagonismo, el boliche adaptó su propuesta musical. A comienzos de los 70 introdujo música contemporánea. El DJ –figura clave del lugar– rememora que cuando él comenzó a pinchar discos allí, incorporó a la pista artistas como , entre otros, marcando el giro hacia sonidos más modernos. Esta transición no fue siempre fácil: Nipón cuenta que en una ocasión el dueño Lito Sonaillón le exigía que cambiara esos nuevos ritmos, golpeando la cabina, a lo que el DJ se negó al ver la pista llena bailando entusiasmada. Finalmente el dueño aceptó la innovación y hasta le envió de cortesía un whisky en señal de aprobación. Esta anécdota refleja el cambio generacional y musical que La Belle acompañó durante su existencia. DJs y animadores destacados: El principal DJ residente fue el mencionado Luis “Nipón” Ruiz, quien trabajó en La Belle Epoque aproximadamente entre 1972 y 1975, en los años de mayor esplendor. Nipón Ruiz, con su exquisito gusto musical, se volvió sinónimo de las noches de La Belle y más tarde continuó su carrera en otros locales. Junto a él, pasaron otros pinchadiscos pioneros como Pete Lammertyn, quien también musicalizaba el boliche y llegó a compartir sus recuerdos (e incluso objetos del lugar) décadas después. En la puerta se hacía presente el carismático “Gordo” Romero como portero, quien con ojo clínico decidía el acceso y aportaba seguridad natural al ambiente. No era común la presencia de bandas en vivo regularmente –la atracción principal era la música grabada y el ambiente tipo discoteca–, aunque en ocasiones especiales podría haber shows o números musicales acordes al estilo elegante del lugar. En suma, La Belle Epoque fue escenario del surgimiento de los primeros DJs profesionales de Paraná, quienes no solo pasaban música sino que marcaban tendencia difundiendo novedades traídas de Buenos Aires y el exterior. Ambiente y Público Habitual El público de La Belle Epoque provenía principalmente de la juventud y adultos jóvenes de sectores medios y altos de Paraná, en una época en que salir de noche comenzaba a ser una práctica social en auge. Era común ver grupos de amigos, parejas y también figuras conocidas de la ciudad disfrutando la velada. La etiqueta y vestimenta eran tomadas muy en serio: “las chicas iban de largo y los varones de riguroso traje”, recuerda Nipón Ruiz, señalando el glamour y formalidad que distinguían a la noche de entonces. El ingreso no requería membresía ni entrada paga elevada, pero sí se cuidaba el porte de los asistentes. De hecho, en la entrada el portero podía negar el acceso a quien no cumpliera con las normas de vestimenta o comportamiento, manteniendo el ambiente selecto. Una vez dentro, la atmósfera era festiva pero refinada. No era necesario personal de seguridad privada ni presencia policial fija –algo impensado hoy– porque el clima general era de respeto y camaradería. La pista de baile cobraba vida temprano (alrededor de las 22 hs ya había gente bailando) y se extendía hasta altas horas de la madrugada, muchas veces hasta las 5 o 6 AM. Reinaba un sentimiento de comunidad: en un boliche pequeño todos podían llegar a conocerse, las barras facilitaban la conversación y las mesas permitían socializar cómodamente. En síntesis, La Belle Epoque ofrecía a los paranaenses un espacio nocturno elegante, seguro y cercano, donde divertirse con amigos al son de la música de moda sin perder la cortesía y el estilo propios de la época. Eventos Memorables y Anécdotas Si bien han pasado décadas, La Belle Epoque dejó numerosas anécdotas en la memoria colectiva de Paraná. Muchas giran en torno a hitos innovadores o vivencias pintorescas del lugar: La pista de luces pionera: Fue todo un acontecimiento para la ciudad poder bailar sobre un piso iluminado de colores. Varios parroquianos de entonces recuerdan la sorpresa y maravilla la primera vez que vieron esos vitraux brillando bajo sus pies. Este detalle tecnológico convirtió al boliche en tema de conversación obligada; en Entre Ríos no se había visto algo igual, lo que atrajo incluso a visitantes de ciudades vecinas curiosos por conocer “la pista mágica”. Fue todo un acontecimiento para la ciudad poder bailar sobre un piso iluminado de colores. Varios parroquianos de entonces recuerdan la y maravilla la primera vez que vieron esos vitraux brillando bajo sus pies. Este detalle tecnológico convirtió al boliche en tema de conversación obligada; en Entre Ríos no se había visto algo igual, lo que atrajo incluso a visitantes de ciudades vecinas curiosos por conocer “la pista mágica”. El DJ rebelde que impuso el rock: La ya mencionada historia de Nipón Ruiz negándose a apagar a James Brown o Pink Floyd pese al reclamo del dueño es una de las anécdotas emblemáticas. Al final, la audacia del DJ fue recompensada cuando Sonaillón comprendió que el público quería esos nuevos ritmos. A partir de entonces, La Belle abrazó definitivamente la onda de los ’70, con lo cual muchos la consideran la cuna de la música disco/funk en Paraná antes de que el género explotara globalmente. La ya mencionada historia de Nipón Ruiz negándose a apagar a James Brown o Pink Floyd pese al reclamo del dueño es una de las anécdotas emblemáticas. Al final, la audacia del DJ fue recompensada cuando Sonaillón comprendió que el público quería esos nuevos ritmos. A partir de entonces, La Belle abrazó definitivamente la onda de los ’70, con lo cual muchos la consideran antes de que el género explotara globalmente. Historias personales: Para muchos asistentes, La Belle Epoque marcó momentos importantes de sus vidas. Hay quienes conocieron a su pareja en una noche de baile allí, o celebraron eventos especiales (cumpleaños, despedidas) en sus mesas. Un testimonio en redes sociales recuerda: “Cómo no recordarla… En ese lugar conocí en el año 1975 a la que hoy es mi esposa”, ilustrando el valor sentimental que el boliche tuvo en las biografías personales de los paranaenses. Estas pequeñas historias han contribuido a forjar la leyenda del lugar. Para muchos asistentes, La Belle Epoque marcó momentos importantes de sus vidas. Hay quienes en una noche de baile allí, o celebraron eventos especiales (cumpleaños, despedidas) en sus mesas. Un testimonio en redes sociales recuerda: “Cómo no recordarla… En ese lugar conocí en el año 1975 a la que hoy es mi esposa”, ilustrando el valor sentimental que el boliche tuvo en las biografías personales de los paranaenses. Estas pequeñas historias han contribuido a forjar la leyenda del lugar. Viaje en busca de tendencias: Un hecho curioso ocurrió en 1973, cuando Lito Sonaillón llevó a Nipón Ruiz de viaje a Buenos Aires durante una semana para empaparse de las últimas tendencias. Recorrieron discotecas porteñas famosas y compraron discos importados para actualizar la cabina de La Belle. Para sorpresa del DJ, descubrieron que La Belle Epoque no tenía nada que envidiar a los boliches capitalinos en cuanto a música y ambiente; Paraná ya estaba a la par en modernidad musical. Este episodio habla del compromiso de los dueños por mantener el lugar actualizado y sofisticado. En definitiva, La Belle Epoque fue escenario de innumerables noches memorables en Paraná. Desde carnavales y fiestas de Año Nuevo con sala llena, hasta visitas de figuras locales después del teatro, cada velada podía devenir en una anécdota. La combinación de novedad tecnológica, buena música, y un público entusiasta generó una mística especial que aún hoy se evoca con nostalgia. Relevancia Cultural y Social en Paraná En su década de funcionamiento, La Belle Epoque alcanzó una relevancia cultural inédita para un espacio nocturno en la ciudad. Representó la modernización de la vida nocturna paranaense, alineándola con las tendencias mundiales de los ’60 y ’70. Hasta antes de su aparición, el ocio nocturno local se limitaba a clubes sociales, peñas o confiterías tradicionales; La Belle introdujo el concepto de discoteca exclusiva con DJ, pista de baile y ambientación temática, cambiando los hábitos de diversión de toda una generación. El impacto social fue significativo. Por un lado, el boliche actuó como punto de encuentro intergeneracional: al inicio atrajo a adultos jóvenes que aún bailaban música clásica, y luego se volvió templo de la juventud rockera/disco de los ’70. Esto creó un espacio de libertad y expresión para los jóvenes en años de cambios culturales (minifaldas, pelo largo, nuevos bailes), todo dentro de un entorno seguro y refinado. La Belle era “el lugar donde había que estar” para quienes buscaban vanguardia, lo cual fomentó un sentido de pertenencia entre los habitués. Su influencia se extendió a otros emprendimientos. El éxito de La Belle Epoque motivó la apertura de más boliches en Paraná en años posteriores, intentando replicar su fórmula. De hecho, Sonaillón y Patat sentaron las bases para una próspera escena nocturna local: después vendrían otros sitios legendarios (Borboletta, Paradise, etc.), pero La Belle siempre es recordada como la pionera. Muchos de los DJ’s, RRPP y técnicos formados allí continuaron animando la movida nocturna en las décadas siguientes, difuminando su legado. A nivel simbólico, La Belle Epoque se convirtió en un ícono urbano. Hasta el día de hoy se la menciona en libros, notas y conversaciones como sinónimo de la “época dorada” de Paraná. La propia municipalidad reconoció el valor histórico del lugar: el subsuelo de la Galería Flamingo (donde funcionó el boliche) es considerado un “lugar histórico de la ciudad”. El portal cultural Paraná Hacia el Mundo lo describió como “un boliche único, al mejor estilo de los europeos de la época”, resaltando su carácter icónico en la memoria de Paraná. En resumen, La Belle Epoque no fue solo un local bailable, sino un fenómeno cultural que reflejó y a la vez impulsó cambios sociales en la Paraná de los ’60-’70, dejando una huella imborrable en la identidad nocturna de la ciudad. Declive y Cierre Hacia mediados de la década de 1970, La Belle Epoque había cumplido con creces su ciclo de gloria y comenzó su declive. Varios factores confluyeron en su cierre. Por un lado, el cambio generacional: la primera camada de habitués (aquellos treintañeros de fines de los ’60) ya había dejado de asistir, y si bien los más jóvenes tomaron la posta, sus preferencias empezaron a migrar hacia propuestas nuevas. Al mismo tiempo, surgió una competencia fuerte en la escena local. En 1975 abrió sus puertas Borboletta, una discoteca de lujo situada en el 8° piso del nuevo Hotel Mayorazgo, que atrajo mucha atención. Inicialmente La Belle conservó a su público, pero la tentación de un boliche en un hotel cinco estrellas y con vista panorámica resultó importante. De hecho, a mediados de 1975 el DJ Nipón Ruiz –el más prestigioso de La Belle– fue tentado para sumarse a Borboletta. Tras algunas dudas, Nipón aceptó la propuesta y con su llegada comenzó la “era dorada” de Borboletta, llevando parte del público y de la música innovadora de La Belle a este nuevo espacio. Este traspaso de figuras y clientela marcó simbólicamente el final de La Belle Epoque original. Otro factor a considerar fue el contexto económico y político. Los años 1975-1976 en Argentina estuvieron signados por crisis (el “Rodrigazo”, alta inflación) y cambios gubernamentales drásticos. Es posible que las dificultades económicas hayan afectado la rentabilidad del boliche, y las nuevas regulaciones de la última dictadura (instaurada en 1976) impondrían límites más estrictos a la vida nocturna. Frente a este panorama, los dueños pudieron haber optado por bajar la persiana. Según los testimonios disponibles, La Belle Epoque cerró sus puertas alrededor de 1975, luego de casi una década de actividad. No hubo un anuncio rimbombante ni escándalo; simplemente el boliche dejó de funcionar, quedando su recuerdo intacto en quienes lo frecuentaron. Algunos de sus empleados y DJs pasaron a otros locales y el movimiento nocturno de Paraná siguió evolucionando con discos más grandes en los ’80 y ’90, pero La Belle ya se había retirado en la cumbre de su prestigio. El espacio físico del subsuelo en Galería Flamingo quedó sin uso nocturno por muchos años (salvo eventuales funciones alternativas). En síntesis, La Belle Epoque cerró por la confluencia de ciclo cumplido y relevo por nuevas propuestas. Su final coincidió con el fin de una etapa social; Argentina ingresaba en una época diferente y la noche paranaense también. Pese a ya no existir, el boliche permaneció vivo en la nostalgia popular. Legado, Testimonios y Materiales Históricos A pesar de su cierre, La Belle Epoque perduró como leyenda local y su legado ha sido documentado por distintos medios. Numerosos testimonios orales y escritos mantienen viva su historia. Por ejemplo, en 2020 se produjo un microdocumental conmemorativo realizado por Daniel Chaparro (difundido por Paraná Hacia el Mundo) que recopila los recuerdos de aquella época, narrados por la locutora Guillermina Brasseur con musicalización del propio DJ Nipón Ruiz. Este video –disponible en redes sociales– permitió a las nuevas generaciones “revivir” la Belle Epoque a través de fotos y relatos de quienes la disfrutaron. Asimismo, la prensa entrerriana ha recogido las memorias de protagonistas: entrevistas en diarios como UNO y El Diario de Paraná con Luis “Nipón” Ruiz dan detalles de la movida musical de aquellos años, y notas retrospectivas como la de la revista Análisis (2005) con Horacio Ramos comparan las fiestas de antes y las de hoy, alabando el clima de camaradería que reinaba en La Belle. Estos artículos actúan casi como archivos históricos donde quedan asentadas anécdotas, nombres y datos del boliche. En cuanto a fotografías y objetos, existen algunos tesoros rescatados. Fotografías del interior del local son escasas en dominios públicos, dado que en los ’60-’70 no era común que la gente llevara cámaras a bailar. Sin embargo, sobreviven objetos originales del boliche: antiguos ceniceros de vidrio con el logo y vasos grabados que usaban en La Belle Epoque. Uno de los ex DJ, Pete Lammertyn, conservó algunos de estos recuerdos y compartió sus imágenes en un grupo de nostalgia en Facebook llamado “Perdidos en el tiempo”, administrado por el propio Nipón Ruiz. Estas reliquias tangibles permiten apreciar el branding elegante que manejaba el lugar y han suscitado comentarios emotivos de ex clientes al verlos décadas después. Además, la esquina del Flamingo en sí misma es un documento vivo: el edificio sigue en pie con su arquitectura centenaria, y saber que en sus entrañas retumbó la música moderna de los 70 añade capas de historia a su trayectoria. El reconocimiento institucional del legado de La Belle Epoque llegó en 2017, cuando la Municipalidad de Paraná decidió recuperar el subsuelo de Galería Flamingo para instalar allí una oficina cultural del Concejo Deliberante. En la inauguración de ese espacio, las autoridades recordaron que “en este lugar funcionaba la Belle Époque, un lugar histórico de la ciudad”, enfatizando la intención de rescatar el sitio como espacio cultural para los paranaenses. De este modo, el mítico sótano volvió a abrirse al público, esta vez no como discoteca sino como centro cultural, pero honrando la memoria de aquellas noches legendarias. En conclusión, La Belle Epoque dejó un legado que trasciende su existencia física: instauró la cultura del boliche moderno en Paraná, fue símbolo de una era de prosperidad y cambio social, y permanece en el recuerdo colectivo con cariño. Sus luces se apagaron hace casi medio siglo, pero en las anécdotas, en las páginas de periódicos amarillentos y en los objetos polvorientos conservados por coleccionistas, sigue viva la magia de aquellas madrugadas en el subsuelo del Flamingo, cuando Paraná vivía realmente su “belle époque” nocturna. Fuentes consultadas: Testimonios recopilados por Paraná Hacia el Mundo paranahaciaelmundo.com; entrevista a DJ “Nipón” Ruiz en diario UNO de Entre Ríos; entrevista a “Nipón” Ruiz en El Diario de Paraná; archivo revista Análisis; publicaciones en redes sociales de PHM con recuerdos y memorabilia. Todas ellas corroboran los datos históricos aquí presentados y ofrecen mayor profundidad para quien desee ahondar en la época de La Belle Epoque.
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