30/07/2025 13:02
30/07/2025 13:02
30/07/2025 13:02
30/07/2025 13:02
30/07/2025 13:02
30/07/2025 13:02
30/07/2025 13:02
30/07/2025 13:02
30/07/2025 13:01
30/07/2025 13:01
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 29/07/2025 20:39
El fósil, identificado como Neosclerocalyptus paskoensis, presenta una conservación excepcional de su caparazón y cola (Foto: Gentileza La Capital) Un descubrimiento paleontológico realizado en los acantilados de San Eduardo del Mar, en la provincia de Buenos Aires, a pocos kilómetros de Mar del Plata, generó un nuevo punto de interés en el estudio de la megafauna prehistórica sudamericana. El hallazgo fue realizado en febrero por Mariano La Venia y su familia durante una caminata recreativa. Al notar una serie de restos óseos que sobresalían del terreno, los involucrados tomaron la iniciativa de contactar al Laboratorio de Paleontología del Museo Municipal de Ciencias Naturales “Lorenzo Scaglia”, quienes confirmaron que se trataba de los restos de un gliptodonte. La verificación inicial determinó que los fósiles correspondían a un gliptodonte juvenil, con partes de su cola y su caparazón dorsal notablemente preservadas. La especie fue identificada como Neosclerocalyptus paskoensis, un miembro del extinto grupo de armadillos terrestres gigantes que habitaron la región hace más de 10.000 años. Según explicó La Capital, de Mar del Plata, los gliptodontes poseían una morfología acorazada compuesta por un escudo cefálico, un caparazón dorsal y una cola protegida por anillos óseos, que en ciertos casos finalizaba en un robusto estuche caudal similar a un mazo medieval. El tamaño y la masa de estos animales variaban ampliamente entre especies. Algunas formas adultas superaban los 2.500 kilogramos, mientras que otras alcanzaban los 450 kilogramos, lo que los ubica dentro de los grandes representantes de la megafauna del Pleistoceno. Se recuperaron cartílagos nasales osificados y cornetes, elementos raros en el registro fósil (Conicet) No obstante, lo singular del ejemplar encontrado radica en su condición de individuo juvenil, lo que permitió observar diferencias morfológicas sustanciales respecto a las versiones adultas. Incluso se pudo detectar la ornamentación de las placas dérmicas, una suerte de “Animal Print” natural de la prehistoria, y dimensiones más reducidas: el caparazón dorsal del ejemplar juvenil alcanza los 0,85 metros de largo, frente a los 1,25 metros estimados para adultos de su especie. La Capital destacó que la recuperación de los restos se llevó a cabo en el marco de una salida paleontológica abierta a la comunidad, donde participaron más de 80 personas, incluidos estudiantes de la Tecnicatura Superior en Paleontología y personal de Defensa Civil. Este operativo colaborativo permitió extraer con éxito los fósiles en un contexto de preservación excepcional. Los huesos estaban ubicados dentro de lo que fue una antigua madriguera del animal, lo que funcionó como una suerte de tumba natural sellada por finos sedimentos, condición que favoreció la conservación del material. Uno de los aspectos más relevantes del hallazgo, según consignó el medio local, es que en este espécimen se recuperaron, de forma excepcional, los cartílagos nasales osificados y los cornetes, elementos anatómicos de difícil preservación que proporcionan valiosa información sobre la fisiología de esta especie. Los restos del gliptodonte Neosclerocalyptus paskoensis serán exhibidos próximamente en el Museo Lorenzo Scaglia, ubicado en Plaza España, Mar del Plata. Un antecedente El hallazgo se suma a otros descubrimientos recientes de megafauna en la región de Chapadmalal Este descubrimiento se suma a otros hallazgos recientes en la región de Chapadmalal, también canalizados a través del Museo Scaglia, donde se recuperaron restos de especies como Eosclerocalyptus y Eleutherocercus, con diferencias en tamaño y antigüedad que van desde el Plioceno al Holoceno. Estos gliptodontes -miembros del orden extinto de los Cingulados, dentro del superorden de los Xenartros- forman parte del legado fósil de Sudamérica, un continente que, durante el Cenozoico, evolucionó de forma aislada como una “isla biológica” y dio lugar a formas de vida propias como el toxodon, el megaterio o las macrauquenias. El estudio de los gliptodontes tiene larga data. Charles Darwin, durante su viaje a bordo del Beagle entre 1832 y 1833, fue uno de los primeros científicos en analizar restos fósiles de estos animales en Argentina. La comparación que realizó entre los gliptodontes y los armadillos actuales lo llevó a proponer una relación evolutiva que sería posteriormente afinada por la paleontología moderna. Los gliptodontes habitaron regiones que hoy corresponden a Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Perú, y su estructura corporal -con caparazones macizos, cabezas blindadas y colas armadas- los posiciona entre los mamíferos más singulares del pasado sudamericano.
Ver noticia original