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Fecha: 27/07/2025 23:44
El término proviene del inglés cushion (almohadón) y alude a la idea de amortiguar el golpe del final de una relación. En tiempos de vínculos líquidos y relaciones efímeras, el “cushioning” se instaló como una práctica afectiva cada vez más frecuente. Se trata de mantener vínculos alternativos —personas "de reserva"— mientras se está en pareja, como una forma de protección emocional ante una posible ruptura. El término proviene del inglés cushion (almohadón) y alude a la idea de amortiguar el golpe del final de una relación. Expertas consultadas por Infobae explicaron que el cushioning surge, en muchos casos, como respuesta al miedo a la soledad, a la pérdida o al sufrimiento que implica el amor genuino. “Es una forma de evitar depositar todas las expectativas en una sola persona”, sostuvo la psicoanalista Fernanda Rivas, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). En su visión, estos vínculos paralelos funcionan como “almohadones” emocionales que permiten suavizar la caída ante un eventual final. Según Rivas, las personas que practican cushioning suelen tener dificultades para tolerar la soledad o enfrentar el duelo emocional que implica una ruptura. Al evitar el dolor del desencuentro, terminan construyendo relaciones poco genuinas y frágiles. También advirtió que esta conducta puede reflejar un miedo más profundo: al compromiso, al abandono o a no ser elegidos. Por su parte, la psicoanalista Alicia Killner, también miembro titular de APA, remarcó que el amor auténtico se basa en la exclusividad emocional. “Hay un solo objeto que es irremplazable. El amor verdadero siempre implica riesgo”, afirmó. Para Killner, el cushioning es una manera de evadir ese riesgo y tratar de vivir el amor con red de seguridad, lo que impide entregarse plenamente al vínculo. La práctica también deja consecuencias para quienes cumplen el rol de “pareja almohadón”. Según la sexóloga y psicoanalista Silvina Buchsbaum, estas personas suelen sentirse valoradas al principio por su disponibilidad emocional, pero con el tiempo descubren que solo ocupan un lugar transitorio. “Finalmente, son desplazadas, y eso afecta profundamente su autoestima y bienestar”, explicó. Buchsbaum alertó que el cushioning puede terminar funcionando como una profecía autocumplida: el intento de evitar la soledad termina debilitando la pareja principal y precipitando una ruptura. En lugar de proteger, esta estrategia puede hacer colapsar lo que intenta sostener. Las especialistas coincidieron en que para construir relaciones sólidas y sanas es fundamental trabajar la capacidad de estar solo, atravesar los duelos afectivos y aceptar que el amor siempre conlleva incertidumbre. “Hay que aprender a autosostenerse emocionalmente y a diferenciar entre estar solo y sentirse solo”, resumió Buchsbaum. El cushioning, lejos de ser una solución al dolor del amor, parece más bien una forma de postergar lo inevitable. Como concluyó Rivas, amar también implica aceptar el desencuentro y sostener la otredad del otro, sin recurrir a vínculos de reemplazo que, en última instancia, impiden el desarrollo de una intimidad auténtica. Fuente: Infobae
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