27/07/2025 22:10
27/07/2025 22:09
27/07/2025 22:08
27/07/2025 22:08
27/07/2025 22:08
27/07/2025 22:07
27/07/2025 22:06
27/07/2025 22:06
27/07/2025 22:05
27/07/2025 22:05
Parana » Informe Digital
Fecha: 27/07/2025 18:25
Si se intentara sintetizar el cierre de listas para las elecciones legislativas del próximo 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, se podría destacar lo siguiente: la casta se impuso en todos los ámbitos. Las únicas disputas que se vivieron fueron encarnizadas por los cargos. Eso fue todo, y nada más. Quien afirme lo contrario está faltando a la verdad de manera flagrante. Dentro de La Libertad Avanza se vivió un momento revelador para aquellos que dudaban del verdadero poder de Karina Milei. Santiago Caputo y sus allegados lo constataron: “La Jefa” los barrió a todos. Descartó a quienes se creían sus pares, comenzando por el asesor estrella que terminó estrellado. Durante este traumático proceso, emergió con claridad un estilo de hacer política brutal fundamentado en la sumisión en lugar de la discusión. “La lealtad no es una opción, sino una condición”, indicó la hermana del Presidente en la red X el jueves pasado, y añadió que “quien cuestione a los portadores de esa bandera no está criticando un armado; está cuestionando al Presidente mismo y a la causa que nos trajo hasta aquí”. En otras palabras, no hay lugar para quienes se atrevan a criticar, disentir o tener visiones diferentes respecto a la implementación del programa gubernamental. Según esta postura, quien lo haga podría ser calificado como traidor. Esta noción de poder casi absoluto suele generar dificultades al enfrentar crisis o hacer correcciones en el rumbo. Está claro que no habrá discusiones sobre liderazgo, pero se complicará aprender a confiar y discernir entre quienes desean ofrecer una ayuda genuina. La historia reciente lo ha demostrado. Cuando el círculo más cercano al expresidente Mauricio Macri se dejó llevar por los deseos de su entonces jefe de Gabinete, Marcos Peña, a sus colaboradores les resultó mucho más difícil acercarse a su líder para recalibrar la dirección del gobierno de Cambiemos. El desenlace es un capítulo conocido por todos. La lealtad hacia una persona no implica aceptar ciegamente todo lo que ella piensa, expresa, hace u ordena. Uno de los sinónimos de lealtad es franqueza. Por lo tanto, ser leal a una persona también es señalarle sus errores y plantear discrepancias. La lealtad hacia una causa no excluye el análisis crítico de las formas y metodologías empleadas en su implementación. Siempre hay que recordar que el líder no es infalible. La infalibilidad es un rasgo del síndrome de Hubris, del cual hemos tenido suficientes muestras durante los tristes años de kirchnerismo. Cristina Fernández de Kirchner no toleraba críticas, ni de propios ni de extraños. Sus extensas peroratas resonaban en cadena nacional. Javier Milei adopta un patrón de comportamiento que es muy característico de la casta política, tanto en Argentina como en el resto del mundo. En el bochornoso cierre de listas de candidatos, todo fue casta. Es decir, todo lo que se disputó con intensidad dentro de La Libertad Avanza y en el peronismo fueron cargos. Nadie, absolutamente nadie, discutió ni una sola idea o propuesta concreta. Hasta ahora, la sociedad no ha tenido la oportunidad de escuchar nada provechoso. Nada que sorprenda. Veremos qué sucede con el lanzamiento de la campaña, que de hecho ya ha comenzado. Por supuesto, lo mismo ocurrió dentro del peronismo. Los “oportunos” cortes de energía eléctrica que ocurrieron en los lugares donde se debían terminar las listas añadieron más oscuridad al ya sombrío escenario en el que se mueve, en general, el peronismo, y en particular, el kirchnerismo. Pasar del balcón de la Casa Rosada al balcón de la calle San José no debe resultar fácil de digerir para Cristina Fernández. En realidad, distintas facciones disputan el poder, aunque con un trasfondo muy similar. Axel Kicillof, en abierto enfrentamiento con La Cámpora, contó con el apoyo de varios intendentes a quienes el kirchnerismo duro acusa de figurar en las listas de manera testimonial, mientras que Sergio Massa, siempre silencioso y beneficiándose del río revuelto, logró incluir a su esposa Malena Galmarini y a otros dos candidatos del Frente Renovador en Fuerza Patria. La aparición de Somos Buenos Aires, una coalición que reúne a parte de la UCR bonaerense, Juan Schiaretti, Florencio Randazzo, la Coalición Cívica y el GEN de Margarita Stolbizer, para competir tanto en las legislativas provinciales de septiembre como en las nacionales de octubre, amenaza con arrebatar algunos votos a los peronistas cansados de las peleas internas del kirchnerismo. “No puede ser que después de 20 años crean que nos puede seguir llevando de las narices una figura perimida y condenada”, se escuchó decir a un intendente del Conurbano. El lector debe notar que este alboroto se desató únicamente por el capítulo provincial que tiene lugar en septiembre. En octubre se relatará una nueva-vieja historia con los mismos personajes de siempre manipulando los hilos del poder real. Mientras tanto, el gobernador bonaerense Axel Kicillof y la intendenta camporista de Quilmes, Mayra Mendoza, se mostraron juntos en una actividad proselitista para intentar convencer a la gente de que existe algún tipo de unidad al inicio de la campaña. Relato y más señales de una clase política decadente.
Ver noticia original