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» tn24
Fecha: 27/07/2025 11:33
Más del 11% de las personas ocupadas están inscriptas en el monotributo. El régimen contribuye a sostener las estadísticas de empleo, pero expone la precarización y la falta de derechos laborales. El mercado laboral argentino atraviesa una transformación profunda y silenciosa: cada vez más trabajadores se registran bajo el régimen de monotributo, una figura que formaliza el empleo pero no garantiza los derechos básicos de un trabajo asalariado. Según un informe del Centro de Estudios de Política y Economía Argentina (CEPA), entre enero de 2012 y abril de 2025 el número de monotributistas creció un 161,7%. La expansión del monotributo no es solo una tendencia estadística. Refleja un nuevo modelo laboral en el que el 11% de las personas con empleo en el país están inscriptas en este régimen, lo que plantea interrogantes sobre el presente y futuro de las condiciones de trabajo en Argentina. El crecimiento en cifras Solo en los últimos siete años (2018-2025), el aumento fue del 74,1%, al pasar de 1.575.800 a 2.126.400 trabajadores inscriptos como monotributistas. En abril de este año se sumaron 5.602 nuevos registrados, y desde noviembre de 2023 se incorporaron 88.604 personas al régimen. No obstante, este crecimiento no alcanza a compensar la pérdida de empleo asalariado privado, que en ese mismo período cayó en 104.603 puestos, según datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). ¿Ocupados o precarizados? El fenómeno impacta directamente en las estadísticas oficiales. El último informe del INDEC mostró una tasa de desocupación del 7,9% en el primer trimestre de 2025, apenas 0,2 puntos por encima del año anterior. Sin embargo, expertos advierten que centrarse solo en el desempleo abierto oculta una realidad más compleja: la precarización creciente del trabajo registrado. “El monotributo permite formalizar la actividad, pero no implica estabilidad laboral ni derechos básicos como vacaciones pagas, aguinaldo o licencias”, señalan desde el CEPA. Si bien la figura brinda acceso a una obra social y a aportes jubilatorios, la mayoría de los trabajadores bajo este régimen no tiene protección social completa. Entre el cuentapropismo y la necesidad Para algunos, el monotributo es una herramienta útil para el trabajo independiente. Profesionales, técnicos, emprendedores y freelancers eligen esta modalidad para operar en el circuito formal. Pero para muchos otros, se trata de una solución forzada ante la falta de empleos asalariados, especialmente en sectores que tercerizan tareas o reemplazan contratos laborales por relaciones comerciales simuladas. Una nueva etapa con la Ley Bases Con la reciente aprobación de la Ley Bases, el régimen de monotributo incorpora un cambio clave: la posibilidad de que cada inscripto pueda registrar hasta tres colaboradores, también como monotributistas. Para algunos analistas, esto podría abrir la puerta a un modelo laboral más flexible. Para otros, profundiza el riesgo de precarización y debilita aún más el empleo formal. Un sistema en tensión La expansión del monotributo actúa como una válvula de escape en un mercado laboral presionado, permitiendo que miles de trabajadores mantengan su estatus formal. Pero al mismo tiempo, revela la dificultad estructural del país para generar empleo con derechos plenos.
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