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  • Un liberalismo de obedientes para destruir el sistema

    Rio Negro » Adn Rio Negro

    Fecha: 27/07/2025 09:54

    (Por Martín Rodríguez Yebra*).- Javier y Karina Milei vivieron la última semana un episodio desconcertante: el disenso de los obsecuentes. Los propagandistas libertarios que reportan a Santiago Caputo descubrieron que Roma tampoco paga adulones cuando se quedaron afuera del reparto de candidaturas en Buenos Aires. Perdieron contra un tropel de políticos profesionales, de esos que les habían enseñado a repudiar. Al patalear en las redes sociales expusieron la lucha palaciega que agita al oficialismo desde hace semanas. Los hermanos decidieron que era hora de un escarmiento. La crisis obligó al Presidente a mancharse en el barro de la política. Su mensaje hacia los rebeldes da un giro al relato anticasta que lo trajo hasta aquí. “Al mal organizado solo se le puede ganar con el bien organizado”, dijo Milei en el evento privado de la nueva derecha nacional celebrado en Córdoba. Se declaró “en guerra” contra las ideas socialistas y para eso demanda “pragmatismo y verticalismo”. Nunca había sido tan explícito en el afán de construir un liberalismo de obedientes. “Inauguramos esta novedosa forma de hacer política que consiste en ser libres y a la vez organizados”, postuló, en un homenaje inconsciente al kirchnerismo, que durante tanto tiempo supo usar la marca “Unidos y Organizados”. Los liberales de antes fracasaban por estar dispersos, juzgó. Llegó la hora de acatar sin chistar y, en todo caso, “los trapos sucios lavarlos en casa”. Como suele pasarle a Milei, a veces las ideas más trabajadas de sus discursos quedan opacadas por insultos, vaticinios ostentosos y otras extravagancias. Aquella noche fue su furia contra Victoria Villarruel, a quien llamó “bruta traidora”, lo que acaparó la atención. Al día siguiente Karina Milei publicó el evangelio de los nuevos tiempos. Emitió un comunicado oficial en el que defendió el armado de listas bonaerenses, que estuvo en manos de su delegado Sebastián Pareja, blanco del desprecio de los peones digitales de Caputo. El texto es un manifiesto antiliberal sin disimulo. La amenaza explícita de una purga a los disidentes, siempre disimulada en la aspiración mesiánica de exterminar a las fuerzas malignas que empujan a la Argentina a la decadencia. “No llegamos hasta acá para adaptarnos ni para negociar con los restos del viejo sistema. Vinimos a destruirlo”, postula la secretaria general. Las listas bonaerenses, cuestionadas por el excesivo nivel de peronismo en sangre de sus integrantes, constituyen “una declaración de principios”, advirtió. Y lo corona con dos frases que hicieron temblar la Casa Rosada: -“Quién cuestione a quienes están llevando esa bandera no está criticando un armado. Está cuestionando al Presidente mismo y a la causa”. -“En esta batalla la lealtad no es una opción; es una condición”. Se acabó la discusión. El dardo alcanzó a Caputo y a su gente, que sostuvieron un enfrentamiento estratégico y de posiciones de poder con los primos Martín y Lule Menem, brazos ejecutores de Karina. El aval del Presidente al ultimátum de su hermana operó como la constatación definitiva de que no hay triángulos ni ninguna otra figura geométrica en la cima de La Libertad Avanza (LLA). Es una línea recta, que va de Javier a Karina. La vehemencia de ella hizo preguntarse a muchos quién manda sobre quién. La tabula rasa Los Milei no temen a las contradicciones. Karina postula que ellos no llegaron hasta acá para adaptarse o negociar. Pero su apelación a la pureza convive a la defensa de los conversos, doctorados en oportunismo político, que pueblan las boletas de LLA. Propuso “tabula rasa”, porque esta batalla “no es para unos pocos”. Han dado sobradas muestras de esa propensión a ignorar el currículum de los entusiastas. Dan y quitan certificados de pureza, como si tuvieran la concesión de las aguas del Jordán. José Luis Espert será candidato a diputado nacional por Buenos Aires de los libertarios dos años después de representar sin éxito a Horacio Rodríguez Larreta, bestia negra del mileísmo. Pueden decir que la provincia es un pantano decadente por culpa de las sucesivas administraciones peronistas y acoger en sus filas a Daniel Scioli, que gobernó ocho años el territorio en nombre del kirchnerismo. A los massistas del Gobierno ni siquiera les exigen renegar de Massa. La diputada Juliana Santillán adornó con épica esa tradición. “Mucho mejor si vienen del kirchnerismo, porque están dando a entender que esas ideas están erradas”. Habla con la voz de la experiencia después de una trayectoria en la que defendió con igual convicción a la Coalición Cívica, el radicalismo, el Pro y otros proyectos políticos en su Mar del Plata natal. La infalibilidad de Karina a la hora de elegir candidatos se ha convertido en dogma. Como toda apelación religiosa, exige fe y no mirar mucho hacia atrás. El historial de la hermana del Presidente como reclutadora electoral podría asustar a los que hoy festejan, sortija en mano, la impresión de su nombre en las boletas libertarias. En 2023, Victoria Villarruel fue la elegida para la vicepresidencia. Quedó relegada antes de asumir y desde hace unos meses integra el círculo de enemigos despreciados por Milei. El candidato a jefe de gobierno porteño, Ramiro Marra, cayó del cielo sin explicación después de enfrentarse a la armadora local de Karina, Pilar Ramírez. La primera en la lista de diputados por la Ciudad fue Diana Mondino, breve canciller echada por WhatsApp después de una votación en la ONU que disgustó al Presidente. Tampoco sobrevivió mucho su compañero de boleta y primer jefe de bloque de LLA, Oscar Zago. En la provincia de Buenos Aires la postulante a la gobernación fue Carolina Píparo, a la que desterraron cuando se indignó porque le incumplieron la promesa de darle la Anses. Este año volvió, en silencio, al bloque oficialista. En Mendoza llevaron a Lourdes Arrieta, enviada al cadalso cuando se quejó de haber sido llevada sin saber a una visita a Alfredo Astiz y otros represores en la cárcel de Ezeiza. El primer candidato a senador bonaerense por la segunda sección electoral fue Carlos Kikuchi, el armador a quien Karina purgó a días de las elecciones. Marcela Pagano fue la incorporación estrella en la lista bonaerense: también está afuera y enfrentada en un duelo estrambótico con la incondicional Lilia Lemoine. Muchos de ellos incurrieron en el equívoco de que creerse el discurso liberal del jefe; que nacía una fuerza nueva de tinte liberal, en la que la discusión podía dar paso a alguna forma de síntesis. Se fueron encontrando, cada uno a su tiempo, la premisa que ahora verbaliza Milei: “verticalismo y pragmatismo”. Las armas del enemigo Para derrotar al mal se precisan las armas del enemigo. Es algo que solía decir Santiago Caputo y que moldeó la conducta política de los Milei. “¿Cómo vas a competir con unos gorditos tuiteros contra los barones peronistas del conurbano? Acá se discute poder territorial y las ideas se defienden con política”, resume uno de los operadores oficialistas que hoy habitan el bando de los ganadores. Con Caputo existe una disidencia táctica respecto de cómo se encaró la campaña. Él propuso aprovechar 2025 para blindar la gobernabilidad. Concentrarse en las elecciones legislativas nacionales y no desafiar con listas locales a los gobernadores que podrían colaborar en el Congreso. La conquista del territorio podría darse ya en 2027, cuando el avión libertario hubiera atravesado las zonas de tormenta. Karina Milei optó, en cambio, por la visión de los primos Menem: aprovechar el momento de popularidad presidencial para construir ya mismo una red territorial en todo el país. Los aliados llegarán rendidos, a fuerza de votos. Los resultados del criterio elegido han sido módicos en las provincias donde ya se votó. El Gobierno pagó un costo importante en el Parlamento, donde los gobernadores unidos le impusieron leyes que se meten con la caja nacional. La discusión hizo emerger rencores acumulados que van mucho más allá. Se instaron las sospechas mutuas de carpetazos en los medios, en la que se mezclan negocios y política. El asesor presidencial sin cargo empezó a sufrir el acoso silencioso de quienes siempre recelaron de él. En sus días de intocable, lo veía venir. Solía decir, según fuentes que lo tratan: “A muchos les molesto porque entro al despacho de Javier sin golpear la puerta y no firmo expedientes”. La rabieta de los tuiteros que lo siguen como fieles de una secta les dio la excusa perfecta a los enemigos internos para operar sobre Karina Milei. Había que “poner orden”. Queda por verse cómo se adapta Caputo al nuevo equilibrio fraternal. Es una incógnita de primer nivel debido a las importantes porciones de poder institucional que administra, desde la SIDE a la Aduana o la relación con la Justicia. En el Gabinete, desde distintos sectores, repiten que “todo se va a acomodar” y que no habrá ruptura; solo un acomodamiento en los roles. “Santiago va a seguir ligado a la estrategia y la gestión”, insisten cerca del Presidente. El rumbo que tomó LLA se aleja de la estética antipolítica con la que Caputo adornó el experimento original. Lo que anunció Milei en Córdoba se asemeja más a un menemismo tardío; una fuerza política clásica que defiende ideas disruptivas. Lo nuevo se construye con lo viejo, del mismo modo que la transformación libertaria de la economía argentina requiere del ministro Luis Caputo una batería de medidas heterodoxas e intervenciones estatales que harían retorcer a Hayek en su tumba. Hay que mantener el dólar bajo control a toda costa y seguir bajando la inflación porque es la condición necesaria para ganar las elecciones. Toca soportar los sufrimientos en el camino (salarios a la baja, problemas de empleo, un freno en la actividad). El paraíso liberal viene después. Al que no le guste verá la guillotina de Karina. Ella habla poco, pero procura alimentar el mito de su impiedad. Como cuando contó en su única entrevista pública que había echado a una persona de su equipo porque le dijo “esa cosa” a uno de los perros del Presidente. La oposición le facilita el trabajo de disimular la fisonomía anticuada de lo que Milei vende como novedoso. Axel Kicillof se lanzó a renovar al peronismo y quedó atado a Mario Ishii, Jorge Ferraresi, Fernando Espinoza y todo el elenco estable de los intendentes testimoniales. Con ellos se enfrenta al kirchnerismo camporista, cada vez más encerrado sobre sí mismo y obsesionado con castigar la rebeldía del gobernador. Cristina y Máximo Kirchner, como Milei, también ansían “orden, pragmatismo y verticalismo”. El acuerdo con el PRO La proclama de Karina Milei proyecta un interrogante sobre la viabilidad de los acuerdos con el Pro y otros aliados en potencia. ¿Aceptará Mauricio Macri el mandato de un apoyo acrítico? ¿Habrá muchos gobernadores dispuestos a alinearse a ciegas para que en 2027 quieran tomarles por asalto el territorio con los candidatos que elijan, sin discusión, los hermanos? La respuesta es muy relevante porque el Gobierno seguirá en minoría parlamentaria incluso si gana en octubre. Con algunos funciona. Cristian Ritondo, el delegado del Pro en la negociación de las listas bonaerenses de LLA, ya anunció que apoyará el veto de Milei a la ley de Emergencia de Bahía Blanca, a pesar de que la había aprobado en primera instancia. Tabula rasa también hubo para el Gordo Dan. El influencer amigo de Santiago Caputo que se hizo famoso por el cinismo y la provocación asumió su derrota en el reparto de candidaturas, juró lealtad ciega al proyecto y consiguió en Córdoba un abrazo efusivo de Milei, que incluso volvió a retuitear sus ocurrencias. “Quien se impone en la cultura se impone en la política”, sentencia el Presidente. Él es un divulgador, suele decir, y su hermana, el jefe: “Ella es Moisés y yo soy Aarón”. Esta semana, el mundillo de la política empezó a preguntarse si cuando empieza con las metáforas bíblicas no habrá que tomárselo en serio. *Periodista. Columnista del diario La Nación.

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