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  • Los daños irreversibles que provoca la falta de sueño

    Parana » AIM Digital

    Fecha: 27/07/2025 09:29

    Dormir no es solo una actividad placentera, sino que se trata de una necesidad biológica que permite que el cuerpo y, sobre todo, el cerebro se reparen. Un nuevo estudio sugiere que el sueño se activa como respuesta a un daño específico en las mitocondrias, las “centrales energéticas” de las células. La investigación, llevada adelante por científicos del Centro de Circuitos Neuronales y Comportamiento de la Universidad de Oxford y publicada en la revista Nature, aporta evidencia de que el impulso de dormir, lo que los especialistas llaman “presión del sueño”, podría tener su origen en el agotamiento energético celular. El experimento se realizó en moscas de fruta conocidas científicamente como Drosophila melanogaster. La razón por la que las eligieron fue porque se trata de un organismo modelo en neurociencia por su sistema nervioso simple, pero funcional, es decir, es comparable al de los humanos. Los investigadores estudiaron neuronas específicas en moscas privadas de sueño y en otras que habían descansado. El hallazgo fue que en los cerebros privados de descanso, las mitocondrias mostraban signos de estrés y un funcionamiento alterado. Estas mitocondrias sobreexigidas estaban ubicadas en neuronas implicadas en la regulación del sueño. Cuando estas células detectaban daño mitocondrial y desequilibrio energético, actuaban como un “interruptor biológico” que forzaba al cuerpo a dormir. Durante el descanso posterior, esos daños se revertían y el equilibrio se restauraba. “El sueño no es solo fundamental para la cognición o la memoria, sino también para garantizar que las neuronas mantengan su equilibrio metabólico”, explicaron los autores del trabajo. En un sentido más coloquial, esto significa que dormir le permite al cerebro “recargar su batería energética”. Este estudio es sumamente relevante, ya que hasta el momento se sabía que la falta crónica de sueño podía causar deterioro cognitivo, afectar la atención e incluso aumentar el riesgo de enfermedades neurodegenerativas, pero los mecanismos celulares que motivaban la necesidad de dormir seguían siendo un misterio. De esta forma, los científicos determinaron que el cuerpo duerme porque sin esa pausa las células que regulan la actividad cerebral entran en “crisis energética”. A su vez, el análisis también plantea una perspectiva evolutiva del sueño. Las mitocondrias surgieron hace más de 2000 millones de años, cuando ciertos organismos comenzaron a aprovechar el oxígeno para producir energía. Con el tiempo, la evolución dio lugar a cerebros cada vez más complejos y con mayores demandas energéticas. Dormir, entonces, no sería una debilidad evolutiva, sino una necesidad inevitable, “un modo de apagar momentáneamente el sistema para que sus piezas fundamentales no se fundan”. ¿Cuáles son los síntomas que puede producir la falta de sueño? La falta de sueño no solo se manifiesta con cansancio. A medida que el cuerpo acumula horas de vigilia, aparecen signos cada vez más evidentes de deterioro físico, mental y emocional. Algunos de los síntomas más comunes incluyen: Falta de concentración y problemas de memoria: el cerebro fatigado tiene menor capacidad para retener y procesar información. Esto afecta la productividad y el aprendizaje. Cambios de humor e irritabilidad: la falta de descanso influye directamente en la regulación emocional, aumentando la ansiedad, el estrés y la susceptibilidad a estados depresivos. Disminución de la capacidad de reacción: la somnolencia impacta de forma negativa en los reflejos, lo que puede ser peligroso, por ejemplo, al manejar. Fatiga crónica y bajo rendimiento físico: el cuerpo no logra reparar tejidos ni regenerar músculo, lo que produce sensación de agotamiento persistente. ¿Cuándo es recomendable acudir a un médico? Aunque dormir mal puede ser parte de una etapa de estrés o de un cambio de rutina, cuando los problemas para descansar se vuelven persistentes, es clave prestar atención. Los especialistas aconsejan consultar a un médico en algunos casos: Se experimenta insomnio al menos tres veces por semana durante un mes o más. Hay dificultad frecuente para conciliar el sueño o despertares nocturnos constantes. El descanso no resulta reparador, incluso después de dormir las horas necesarias. Se observan síntomas de somnolencia diurna excesiva, como quedarse dormido sin intención en situaciones cotidianas. Se ronca intensamente o se presentan pausas respiratorias al dormir, lo que podría indicar apnea del sueño. Hay cambios repentinos en el patrón de sueño o en el estado de ánimo que afectan la vida diaria.

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