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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 27/07/2025 06:35
Las mujeres predominan en la familia, pacientes y lectores del psicólogo Walter Riso, que lo ayudaron a desarrollar "sensibilidad y un fuerte femenino interior" para poder escribir y profundizar sobre el amor (Jaime Olivos) El último de los napolitanos podría ser el título de una novela para Walter Riso, el psicólogo que editó varios libros en los que vinculó el universo de la mente con el amor y quien, otra vez, pasó por Buenos Aires para promocionar su nueva obra: Los 7 pilares del amor propio, editada por Planeta. A comienzo de la década del ´50, su padre, Fernando, llegaba –junto a sus hermanos- de polizón a la Argentina, proveniente de Italia. Pero antes, existieron dos intentos fallidos. “Los agarraron en Brasil y los devolvieron, ellos insistieron y los volvieron a agarrar en Sudamérica. Al tercer intento, hicieron pie en Buenos Aires”, recuerda Riso, a Infobae Cultura, en la antesala del restaurante de un hotel recoleto. Riso nació en Nápoles en 1951 y, cada vez que puede, viaja a comer una pizza a esta ciudad italiana. "Voy allá, veo el mar y me emociono", reveló Su progenitor arribaba al país “sin el idioma, sin dinero” y tenía que juntar, billete sobre billete, para expatriar a su mujer Dora, hermanas e hijos, fiel a la costumbre inmigrante de aquellos tiempos. “Así llegó mi madre, mis tías y yo, quien fui el último napolitano que arribó, tenía 2 años. El resto de mi familia, nació aquí”, sentenció el barbado entrevistado nacido en 1951. El GPS porteño marcaría la dirección Pichincha 157, en el barrio de Balvanera, como primer punto de residencia del pequeño Walter, en diagonal al, por entonces, viejo Mercado Spinetto, el actual shopping. “Era como un gueto italiano, ahí mi papá -fiel al estilo napolitano- puso una pizzería, yo atendía las mesas y él me enseñó el oficio. Así que aprendí a cocinar de chico… y también a comer comida italiana”, añade. Luego de cursar la escuela primaria, junto a otros inmigrantes del barrio, la familia levó anclas y viró el timón hacia la provincia de San Luis en donde su padre montó otra pizzería, pero quebró al poco tiempo. “Allá cursé parte del bachillerato y apliqué para ingresar al Otto Krause en Capital: salí tercero entre mil aspirantes, así que guardé el cupo”, rememora. La zona del viejo Mercado Spinetto, en el barrio de Balvanera, en donde actualmente se levanta el shopping, el barrio de la infancia de Walter Riso Una vez en Buenos Aires, el entrevistado reconoce que “fue complicadísimo” cursar en la primera institución de educación tecnológica en la Argentina. “Me recibí de Técnico Mecánico y después, en la facultad, pude estudiar Ingeniería Electrónica, pero no me gustó. Cursé tres años y medio, la familia italiana quería que fuera el ingegnere, pero abandoné la carrera y me fui a mis 20 y pico, a dedo, de hippie, de vuelta a San Luis: con trenzas y todo, a recorrer el país”. El descubrimiento de la psicología Ese viaje de regreso a la región puntana acercó a Riso hacia lo que sería su pasión y profesión: la psicología. ”Venía de una formación muy técnica, pero no muy científica, descubrí la Universidad Nacional de San Luis, junto a dos amigos, que también provenían de carreras técnicas”, afirma a este medio. La escuela psicoanalítica de Sigmund Freud, que dominaba la currícula universitaria, era algo que no le gustaba al joven aspirante. “Yo asociaba la psicología con la mente y la mente con el cerebro. Además, le coqueteaba a la física nuclear, pero también a la parte neurológica como lectura”, explica. Riso reconoce que siempre asoció la psicología "con la mente y la mente con el cerebro" (Jaime Olivos) Pero, al poco tiempo de la cursada, descubrió que muchos de los profesores que impartían sus conocimientos habían sido alumnos de eminencias del pensamiento. “Una lo fue de Jean Piaget (el padre de la psicología evolutiva) y otro de Alexander Luria (uno de los fundadores de la neurociencia cognitiva y la neuropsicología), por ejemplo, y todo eso lo fuimos rescatando. Cuando salimos, la universidad ya era tan cognitiva como psicoanalítica, vos podías elegir hacia donde especializarte”, añadió quien reside hace 15 años en Barcelona. Su inclinación hacia la terapia cognitivo conductual lo hizo tomar distancia de la escuela psicoanalítica que, por entonces, proliferaba en el país. “Había muchas discusiones ahí. Con los freudianos –discípulos de Freud- y lacanianos –seguidores de la línea de Jacques Lacan- siempre teníamos una lucha metodológica y política. Nosotros lo que pretendemos es que el paciente se independice del psicólogo, nuestras terapias son más directivas, les mandábamos hacer tareas para la casa, podíamos reunirnos a conversar en una pizzería, era otro modelo”, ejemplifica. Sigmund Freud y Jacques Lacan, íconos de la escuela psicoanalítica que se contraponía a la terapia cognitivo-conductual que buscaba Riso Por eso, en su obra, Riso es muy autorreferencial. En su último libro, él recuerda el bullying sufrido por sus compañeros de escuela primaria (por su baja estatura y orejas grandes) como así también los destratos de su padre cuando, por ejemplo, le tiró a la basura su colección de historietas preferidas porque el niño se retrasó en llevarle el diario para que revise qué números habían salido en la lotería. Aunque, ante la consulta de si esa violencia paternal lo marcó para hacer una tesis de grado referida al tema intrafamiliar. “No, yo fui un muchacho muy querido por sus padres: el último de los napolitanos”, repitió con orgullo. Durante la entrevista, a una mesa de distancia, lo escucha su mujer, la psiquiatra colombiana Iris Luna, con quien convive hace 28 años y conoció hace tres décadas en la Universidad Pontificia Bolivariana, de la ciudad de Medellín, en Colombia, cuando él era titular de la cátedra Psicología Clínica y ella, una de sus alumnas. “Era severo, muy disciplinado”, confía ella a Infobae Cultura, durante una pausa en el reportaje, mientras a Riso le toman las fotografías que ilustran este artículo. Y él, desmitifica: “Estoy casado dos veces pero hay un mito en las redes que dice que estoy casado como 20 y que tengo muchas mujeres, nada que ver”, aclara con firmeza. Albert Ellis y Aaron Beck, los referentes de la terapia cognitivo-conductual que guiaron a Riso en su abordaje del tema Según Riso, los terapeutas cognitivos “son expertos en software humano” y los grandes autores que escribieron sobre el tema -y cita en su obra- como Albert Ellis y Aaron Beck, entre otros, también realizaron libros técnico-académicos. “Diría que es algo así, como una autoayuda científica”, afirma risueño el autor. Riso, además, confiesa que “la psicología lo agarró” y que, si volviera a nacer, estudiaría dos cosas: filosofía y matemáticas... ¡y las mezclaría! “Los psicólogos tenemos que dar respuestas a los problemas mientras que los filósofos hacen preguntas. Nosotros también las hacemos, poderosísimas, pero para resolver cosas”. El arte de amar Si existe un tópico casi enciclopedista en la literatura, el cine o la música, es el amor. Recorriendo los títulos de la bibliografía de Riso, esa mágica, trillada y abstracta palabra, se repite –camuflada o no- en la mayoría de los títulos de sus obras: De tanto amarte me olvidé de mí, Los límites del amor, Enamórate de ti, Manual para no morir de amor, Amores altamente peligrosos, ¿Amar o depender? y el cual es motivo de esta entrevista, Los 7 pilares del amor propio. "Los 7 pilares del amor propio", la última obra de Walter Riso, editada por Planeta, que vino a presentar en Argentina y otros puntos de Sudamérica Él reconoce que para profundizar –y teorizar- tanto sobre dicha temática su “sensibilidad y un fuerte interior femenino” lo ayudaron mucho. “Me críe entre mujeres, guerreras, napolitanas, atrevidas y valientes, hasta algunas pelearon en la Segunda Guerra Mundial. Además, tengo dos hermanas y dos hijas, ningún hombre en la familia. Y la mayoría de mis pacientes, al igual que mis lectores, en su mayoría son mujeres. Pero ojo, también poseo un Mel Gibson adentro, no el de la película Lo que ellas quieren, sino el Wallace de Corazón valiente, con espada y todo”, arremete. Aunque muchas veces el escritor encarna su obra, en el caso de Riso parecen ausentes las experiencias personales de desamor o amores no correspondidos del devenido escritor llevadas al papel. “Quisiera decirte que sí, pero no (risas), siempre he sido muy pragmático, tengo un chip que a veces la gente lo hereda, yo no sé amar a alguien que no me ame, y no es narcisismo“, se ataja, sino “realismo puro”, aclara. El desamor o los amores no correspondidos, uno de los temas clave en la bibliografía de Riso (Freepik) Según él, lo que cura en la terapia cognitiva no es ni lo positivo ni lo negativo, lo hace el realismo, afirma este amante de los Beatles, Rolling Stones como así también de la música clásica, el jazz y las instrumentaciones medievales. ¿Estamos frente al psicólogo del amor? ¿Cómo no se repite a la hora de encarar un nuevo desafío escrito? “Cuando tú te metes en la Inteligencia Artificial (IA), de casi todas las personas que escriben de esto, la IA no dice lo mismo de todos: ´este es más comercial, este menos´”. Y prosigue en el desarrollo de su idea: “Supongamos que yo no escribiera de estos temas y que fuera como el filósofo francés (de la rama racionalista y humanista) André Comte-Sponville. Él puede hablar del filósofo renacentista francés Michel de Montaigne y, cada vez que lo aborda, repite, sí, porque los conceptos pueden entrar en otro contexto”. Según Riso, lo que cura en la terapia cognitiva "no es ni lo positivo ni lo negativo, lo hace el realismo" (Jaime Olivos) — Pero usted habla del amor, no de Montaigne… — Sí, porque el 60% de los pacientes que asisten a las consultas es por temas relacionado con el amor. Yo, con casi 30 o 40 mil horas de terapia realizada, veía que mucha gente asistía con problemas de este tipo y no tenía referencias al respecto. — ¿Por qué? — Porque casi no habían investigaciones sobre el tema. Entonces, en la universidad, con mi grupo de trabajo, nos adentramos en ello. Y así encontramos diez temas del amor que eran fundamentales como, por ejemplo, la infidelidad, la dependencia emocional, los trastornos de personalidad, entre otros. Entonces, de esa decena de temas que investigamos, recolectamos información a nivel mundial, todo lo que había. Y yo dije: “de cada tema, voy a escribir un libro”. — ¿De qué año estamos hablando? — Era 1988. Y empecé con un libro general que se llama Deshojando margaritas, editado en 1994. Después seguí con ¿Amar o depender? (1999) que trata sobre la dependencia emocional. O bien, Ya te dije adiós, ¿ahora cómo te olvido? (1999) que es sobre el duelo afectivo. Cada tema, con su libro. Ahora, si uno se repite o no, la verdad que no tengo la menor idea porque yo suelto un libro y no lo vuelvo a leer. Trato de no repetirme aunque, lo admito, al principio quise escribir un libro solo para vender. "Hay muchos libros que empecé a escribir y no continué como uno acerca de la prevención de la depresión", afirmó Riso (Freepik) — ¿Cuál era y qué sucedió? — No recuerdo el título pero iba en contra de mis principios. Reconozco que no escribo para vender y tampoco para mí, sino para el otro, eso sí, el tema lo debo disfrutar. Es más, hay muchos libros que empecé a escribir y no continué como uno acerca de la prevención de la depresión. Era una obra técnica de la cual ya no quiero escribir más, aunque sí tengo temas en mente para realizar ensayos… ¡pero no saben dónde ponerme en las librerías! — ¿Cómo sería eso? — Tengo varias obras traducidas, pero, ¿dónde las ponemos? ¿en divulgación, en autoayuda, en filosofía, en psicología clínica? No me interesa eso. — ¿Dónde se “pondría” en una librería? — En categorías que no existen como psicología práctica o divulgación psicológica. Sí figura la divulgación en física, en otras cosas, porque en autoayuda, entra de todo... — Hablando al respecto, ¿qué opina del mindfulness? — Es la expresión de la impermanencia y del desapego. No deja de ser una técnica, útil, pero técnica al fin: es la punta del iceberg. Es la reducción máxima de la interconexión de todos los principios budistas. Pero entonces, si yo lo saco de esa filosofía, me queda solo como una técnica. Se aplica mucho en terapia de aceptación y compromiso (ACT, por sus siglas en inglés) que nosotros también la tomamos como una terapia cognitiva de última generación. Por ejemplo, el mindfulness no aplica a que venzas la ansiedad, sino para que aprendas a relacionarte de una manera distinta con ella. Ni pelearla ni evitarla, solo verla. Decía Buda, “solo ve y mira, no interpretes”. Jiddu Krishnamurti, el célebre pensador y orador indio que influenció en la obra de Walter Riso — En su libro cita mucho a Jiddu Krishnamurti, ¿qué significó para usted leer a este gran pensador indio? — Comencé a leerlo cuando tenía 14 años, en 1965. Compré un libro intitulado La libertad primera y última, editado en 1954, lo leí y no pude leer nada más por dos años. Krishnamurti era un iconoclasta, duro, fabuloso, un salto en la evolución. Empecé a estudiar filosofía en Colombia (NdR: país en donde vivió por 25 años), aprendí muchísimo y empecé a cruzar la filosofía con el budismo. Krishnamurti me enseñó los límites del pensamiento pero, a veces, me pasa que lo entiendo pero no lo puedo explicar. Por eso, cuando uno hace esto de traer conceptos complejos, y traducirlos en un trabajo pedagógico de prevención en materia de salud mental, además de tener una responsabilidad, también descubrís algo muy interesante: cuando no podés explicar algo, tenés que releer y reaprender. Es un proceso difícil y profundo, porque vas descubriendo lo que creés que sabés, pero no lo sabés. El misterio del amor propio Para escribir su último libro, Riso admite que, previamente, investigó mucho y que, a lo teórico, le sumó varios casos de su experiencia clínica. Y así resumió sus 7 pilares del amor propio. A saber: Aprender a distinguir qué es y qué no es el amor propio Activa la aceptación incondicional de ti mismo, el corazón del amor propio Trátate con amabilidad y date el gusto que mereces Defiende tu amor propio y aprende a marcar límites Libera el amor propio de los apegos y conéctalo con tus valores Cambia tu narrativa y rescribe una historia personal que fortalezca el amor propio El amor propio en acción: vuélcate al mundo y vive intensamente Según Riso, cuando se escribe acerca del “amor propio”, lo primero que asoman son las disculpas de muchos autores por el desconocimiento del tema. ”Y dicen: ´Estoy de acuerdo con la compasión, pero no con la empatía´, y dan toda una explicación para justificar que van a hablar del amor propio porque tiene mala fama. Entonces, la mejor manera de reducirlo es catalogarlo como egoísmo y no es así”. "Al amar mi humanidad, amo a la Humanidad”, uno de los principios básicos del amor propio, según el psicólogo Walter Riso (Jaime Olivos) En palabras del psicólogo, “amar el amor propio es un factor de resistencia hacia la depresión, quizás, el más importante porque ayuda a combatir los problemas de ansiedad, mejorar las relaciones afectivas e interpersonales y hasta sirve para prevenir problemas cardiovasculares, porque, al amar mi humanidad, amo a la Humanidad”. Y completa la idea: “Entonces, a mayor amor propio, tu dolor me va a doler más y seré más empático. Pero el egoísta es una persona que quiere solo para él, le importan un rábano los demás. Si yo me amo a mí mismo, voy a buscar mi bienestar, como lo haría en otra persona que amo. En cambio, el egoísta termina siempre solo o aislado“. — ¿Cómo no confundir el amor propio con el individualismo, en una época en donde el “culto al yo”, pregonado desde la superficialidad de las redes sociales, los gobiernos de derecha y la ausencia del concepto de lo colectivo prevalece en la sociedad? — Te voy a decir algo que quizás te sorprenda, hay un individualismo responsable y uno irresponsable. El primero es en el que busco mi bien, sin descuidar el del otro. Te quiero y me quiero, mi individualidad y mi singularidad es tan importante como la tuya. En el que yo tengo en cuenta no violar los derechos del otro, tener libertad, independencia y buscar ser asertivo. "Los psicoanalistas, cuando hablan del narcisismo, van al mito y no al trastorno clínico que son tres egos mezclados: egoísmo, egocentrismo y egolatría", dice el autor (Imagen Ilustrativa Infobae) — ¿Y cómo talla el orgullo aquí? — Es muy importante, porque no es un pecado para los psicólogos cognitivos. El orgullo es una emoción positiva, pero no forma parte del amor propio, porque es la satisfacción que tú sientes por haber alcanzado una meta. Claro, por ser quien eres, es una emoción positiva, por decirlo así. Amor propio es quererse, tratarte como lo harías con una persona que amas. Tú no le dices a tu pareja que “es una inútil”, pero si tú te equivocas, puedes empezar a auto castigarte porque nos enseñaron así: ´que estúpido que soy, yo no sé hacer nada, me equivoco siempre´. — ¿Por qué es tan común confundir amor propio con narcisismo y egoísmo? — Porque no estamos acostumbrados a nosotros, nos educaron a todos mirando más para afuera que para adentro. Solamente el 5% de nuestro tiempo lo dedicamos a observarnos, sí, solo el 5%. Entonces, hay un gran desconocimiento porque miramos más hacia afuera que hacia adentro, no estamos acostumbrados. La otra premisa es que una persona que trabaje el amor propio no es fácil de disciplinar, es una persona que tiene claras las cosas, defiende su identidad, sus principios y su dignidad: se vuelve muy difícil de manipular. Los psicoanalistas, cuando hablan del narcisismo, van al mito y no al trastorno clínico que son tres egos mezclados: egoísmo, egocentrismo y egolatría. El narcisista no busca amor, sino la idolatría, seguidores y fans. "Solamente el 5% de nuestro tiempo lo dedicamos a observarnos", indicó Riso (Freepik) — En el libro, habla de que cada uno debe tener su “día especial”, ¿usted practica lo que predica? — Si y ese día hago lo que quiero, por ejemplo quiero comer pizza y me tomo un avión de Nápoles a Barcelona, me como la pizza y vuelvo. Lo hice mucho con mi señora y una vez, solo. Voy allá, veo el mar y me emociono. O bien escuchar música, me encierro y lo hago, pongo un disco de Palito Ortega, Leo Dan o Facundo Cabral, con un vaso de whisky de por medio. — Comenzamos la nota hablando de su infancia, ¿qué cree que pensarían sus padres hoy de usted? — Se pondrían contentos y orgullosos porque dirían: ‘Este muchacho salió adelante, fue a la universidad´. Sí, soy (piensa) el último de los napolitanos, es un buen título para una novela, ¿no?
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