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  • El hijo del arte que le pone cuerpo al dolor adolescente: la metamorfosis escénica de Tomás Wicz en Despertar de Primavera

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 27/07/2025 02:54

    En medio del gran éxito de su carrera, Tomás Wicz habla a corazón abierto sobre sus inicios, su pasión por Despertar de Primavera y sus futuros proyectos (Gentileza Prensa) Criado en un hogar atravesado por el arte, Tomás Wicz encontró desde chico una conexión natural con la actuación. Hijo del guionista y director Jorge Maestro y la actriz Alejandra Rubio, su infancia transcurrió entre camarines, rodajes y escenarios, espacios que pronto se volvieron tan familiares como inevitables. Con apenas 27 años, Wicz se destaca como uno de los talentos jóvenes más versátiles de la escena local. Actualmente, brilla en Despertar de Primavera, el musical dirigido por Fer Dente en el teatro Ópera, que repone una obra fundamental del arte contemporáneo. En diálogo exclusivo con Teleshow, el actor repasó su historia, su vínculo con el personaje de Moritz y los caminos que también lo llevan por la música y el humor en redes. La obra, una adaptación del texto escrito por Frank Wedekind hace más de un siglo, con música de Duncan Sheik y letras de Steven Sater, indaga en el conflicto adolescente frente al peso de lo no dicho: la sexualidad silenciada, la culpa heredada, el castigo institucional. En ese paisaje, Wicz entrega una composición cruda y honesta, sin artificios, que condensa su historia personal con la del personaje. La conexión no es casual: vio el musical por primera vez a los 11 años y, desde entonces, lo sintió como propio. Por eso, cuando surgió la posibilidad de sumarse al elenco, lo hizo sin dudar, y encontró en el vértigo del cambio una nueva manera de crear. Cada función, para él, es una forma de reconciliar pasado, deseo y vocación. Pero el escenario no es su único territorio. Entre ensayo y ensayo, Wicz avanza también con Plastilina, un proyecto musical que comparte con su amiga Paloma Sirvén, y que acaba de lanzar su primer disco, Marca de nacimiento. A la par, en el mundo digital, construye una faceta más lúdica, con personajes como “la Milipili afónica”, que nacen desde el absurdo y logran viralizarse. En ese vaivén entre lo íntimo y lo público, lo escénico y lo virtual, el artista se mueve con soltura, reafirmando que el arte, en todas sus formas, es el territorio donde puede ser y sentirse libre. Criado en una familia artística, Tomás supo qué camino quería seguir desde temprana edad (Gentileza Prensa) —¿Cómo comenzó tu pasión por la actuación? ¿Venís de una familia ligada al arte o fue algo que nació por sí solo? —Vengo de una familia ligada al arte. Mi mamá es actriz, dramaturga y directora. Por otro lado, mi padre es guionista y también trabajó como actor, hacía shows de magia con su papá, mi abuelo, cuando era chico. Así que diría que desde mi abuelo hay algo de lo escénico, performativo, que anda viajando por la sangre de la familia. Nací en una casa donde se trabajaba de eso, por lo que es algo que vino conmigo, algo que aprendí en mi casa, pero que con el tiempo fui eligiendo y confirmando qué era lo que sabía hacer, lo que me hacía feliz, lo que me permitía explorarme y conocerme más a medida que fui creciendo. Así que lo seguí eligiendo. —¿Trabajaste con tus papás alguna vez? —Nunca trabajé con ellos, pero sí los acompañaba mucho al teatro cuando hacían temporadas. Estuve mucho en camarines, viviendo el detrás de escena desde muy temprana edad. También acompañaba a mi madre a rodajes. Estuve desde chico habitando esos lugares de trabajo, que también eran como un hogar nómade, pero un hogar al fin. —¿Cuáles fueron tus primeros pasos por este camino? —Empecé a estudiar teatro musical en lo de Hugo Midón, cuando era chiquito, pero hasta el día de hoy me sigo formando. Fui pasando por distintos estilos de entrenamiento actoral según lo que fui necesitando o lo que me daba inquietud. También tomé clases de danza. —Estás en Despertar de Primavera, donde hacés de Moritz. ¿Cómo se te presentó la oportunidad? — Yo ya conocía la obra, la fui a ver en 2010 con mi papá, cuando tenía 11 años. Siempre fui muy fan de los musicales, pero esta me voló la cabeza. La vi como seis veces. Había temáticas que no entendía bien por mi edad, pero abrió un espacio de conversación muy bueno con mi papá sobre adolescencia. Y, además, me obsesioné con ese musical, por lo que cuando me enteré que se iba a hacer con la misma producción con la que trabajé en Rent, sentí que tenía que intentar estar. Era mi musical favorito, y el personaje que interpreto, Moritz, era un rol que siempre soñé con hacer. "Siempre fui muy fan de los musicales, pero esta me voló la cabeza", asegura Wicz a este medio (Gentileza Prensa) —¿Cómo fue el proceso de encarnar a Moritz? —Fue un proceso hermoso. Fer (Dente), Vanesa García Millán y Eugenia Gil Rodríguez generaron un clima de trabajo muy especial y cuidado. Hicimos un mes y medio de entrenamiento actoral muy intensivo para poner el cuerpo a disposición de los personajes. Fue un gran desafío, pero también muy amoroso, muy creativo. Individualmente, como tenía tan estudiada la obra, me sentí muy cómodo. Fue puro goce. —¿Siempre te visualizaste como Moritz o pensaste en otro personaje durante la audición? —Siempre quise hacer Moritz, pero estaba tan enamorado de la obra que decía: “Cualquier personaje que me toque, si llego a quedar, lo haría feliz”. —¿Y cómo fue finalmente que quedaste? —En realidad, no lo hice. Hice las audiciones hasta la última instancia, quedábamos dos para mi personaje y eligieron al otro chico, que era Octavio Murillo, quien hoy es el protagonista, Melchior. Pero a cuatro días de arrancar los ensayos, el actor que interpretaba ese papel se bajó y Octavio pasó a hacer de él. Ahí me llamaron a mí para hacer de Moritz. Fue un volantazo místico. También le pasó algo similar a Trini Montiel, quien interpreta a Wendlia. Todas esas experiencias fueron capturadas por Fer, quien realizó un documental sobre las audiciones y los ensayos previos que lo explica todo, ya que no solo ocurrió en mi caso. —¿Qué significa para vos que Fer Dente, quien fue protagonista de la anterior versión musical, hoy lo dirija? —Es muy conmovedor. Es una obra muy importante para mí, y con Fer me crucé en varios proyectos, dinstitos roles, e incluso hemos actuado juntos. Me dirigió desde que tengo 13 años, así que él esté al frente del proyecto que protagonizó tiene algo muy especial, casi mágico. La forma en que abordó la obra fue muy personal, muy cálida, muy paternal. Fue un espacio de apertura emocional para todos. —¿Sentís que este proyecto te cambió la vida? —Sí. Todos los proyectos nos enseñan algo. Este, en particular, por ser mi obra favorita desde chico, fue muy importante. Me está haciendo muy feliz y me da mucho orgullo el trabajo que estamos haciendo. Tal vez entienda todo lo que representa más adelante, pero por ahora siento que me cambió la vida. "Siempre quise hacer Moritz, pero estaba tan enamorado de la obra que decía: 'Cualquier personaje que me toque, si llego a quedar, lo haría feliz'", explica el actor (Gentileza Prensa) —¿Hay otra obra que te haya marcado así o que esté a la par de esta? —La verdad, no. Despertar de Primavera está en el puesto uno. Es una obra que me sacudió cuando la vi y ahora lo continúa haciendo. Después de esta, no sé qué más podría hacer que represente un sueño así. —Además de actuar, sos músico. ¿Cómo surgió esa faceta? —Tengo un proyecto que se llama Plastilina, con una de mis mejores amigas, Paloma Sirvén. Nos conocimos en la compañía de teatro musical de Ricky Pashkus cuando éramos adolescentes. Comenzamos componiendo por diversión, sin pensar en sacarlo. En un momento nos dio, nos empezó a picar el bicho de la curiosidad, ya que siempre en las obras que estábamos juntos, cuando cantábamos, la gente nos decía que nuestras voces quedaban lindas juntas y casi como un juego. Después de años, decidimos hacerlo en serio y nos animamos a dirigir este proyecto creativo a “fuego lento” y, de a poco, todo esto empezó a madurar. Esto esnuestro espacio íntimo de exploración y es hermoso compartirlo con una amiga como ella, ya esto que honra nuestra amistad. Sacamos nuestro primer disco hace unos meses, Marca de nacimiento. Como si se tratase del destino, Tomás fue llamado para el rol de Moritz pese a no haber quedado previamente (Gentileza Prensa) —Y también hacés humor con tu personaje en redes, la “Maripili afónica”, que se viralizó. ¿Cuál es su origen? —En realidad, ocurrió como un accidente, no lo planeé. Una amiga me filmó en un McDonald’s haciendo un personaje que solía hacerle a otra amiga, se viralizó y a partir de ahí empecé a explorar. Ahora incluso estoy desarrollando un arco narrativo para el personaje, como si fuera una serie. Me divierte mucho el ida y vuelta con la gente. —¿Tenés planes para llevarlo al teatro? —Por ahora, no. Siento que su mundo es el de las redes. Me gusta ese formato. Por el momento, no lo pensé para el teatro. —Sos joven y estás viviendo mucho éxito en distintos ámbitos. ¿Qué esperás a futuro de tu carrera? —Estoy en varios proyectos de teatro y lo que más deseo es que la gente vaya al teatro. Que los proyectos se sostengan. No estoy buscando algo más. Siento que estoy en un presente abundante y quiero sostener eso. Además de la actuación, Wicz se desenvuelve como músico en su proyecto Plastilina y, además, con su humor en las redes (Gentileza Prensa) —¿Y después de Despertar de Primavera qué sigue? —Además de Despertar, estoy en Saraos Uranistas, otro proyecto de teatro musical alternativo, y Precoz, una obra de teatro independiente. Con Plastilina queremos viajar a otras provincias e incluso a otro país a tocar. Ese es un gran deseo que tenemos con Palu. Desde la platea, cada función es distinta. Para Tomás también. A veces se despide de Moritz con lágrimas contenidas, otras con el cuerpo vibrando. Pero siempre con la certeza de que algo se movió, al menos un poco, en alguien del público. Después llega el silencio del camarín, las luces que se apagan, el regreso a casa. Y el deseo intacto de seguir creando, ya sea con una canción, un chiste en redes o un nuevo personaje que lo ponga a prueba. Como ese adolescente que se enamoró del teatro en una butaca, todavía busca lo mismo: contar una historia que importe.

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