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Chajari » Chajari al dia
Fecha: 27/07/2025 00:01
“Amnistiado por Juárez Celman, se instalará en Buenos Aires en 1888, donde sería asesinado el 22 de junio de 1889 en circunstancias no aclaradas satisfactoriamente”. Así lo escribió José María Rosa en su “Historia Argentina”. Se refería al que fue el último federal en armas, que no dudó jugarse la vida, arma en mano, para defender la causa federal y la libertad del pueblo. El 22 de junio pasado se cumplieron 136 años del asesinato de Ricardo López Jordán, hecho que se produjo en Buenos Aires. Había nacido en Paysandú (ROU) el 30 de agosto de 1822. López Jordán encabezó los últimos intentos revolucionarios, fue el jefe de las últimas montoneras que opusieran resistencia al poder de Buenos Aires, intentado que se concrete definitivamente un país federal y una provincia libre y soberana que esté más allá de lo que los porteños marcaban según sus conveniencias. Peleó por Entre Ríos; no se amilanó cuando fue convocado por el pueblo para encabezar las luchas, aunque sabía a ciencia cierta que en alguna oportunidad no tenía chance de triunfo. Pero eso no fue un muro de contención para este hombre, sino que fiel a sus convicciones, levantó la bandera federal para defender su patria chica. Era imposible el triunfo. La orden de Sarmiento era dura y el armamento que disponía el ejército nacional, era superior al que tenían en mano los valientes entrerrianos. Más aún: hay quienes afirman que el entrerriano podría haber contado con armas similares, pero se opuso a emplearlas considerando que, con ellas, una batalla se podía transformar en una masacre. No se equivocó López Jordán. Eso fue lo que sucedió en Don Gonzalo, el 9 de diciembre de 1873. La “civilización” de Sarmiento quedó una vez más parada en la vereda contraria; en la de la barbarie. Vale insistir en lo que escribiera José María Rosas sobre la muerte del valiente entrerriano: “(…) En circunstancias no aclaradas satisfactoriamente (…)”. Se habló y se habla aún de un asesinato por encargo. Sarmiento, como indica alguna versión, no pudo dar esa orden porque había fallecido el 11 de septiembre de 1888. Pero no hay que olvidar que el sanjuanino lo había declarado culpable de la muerte de Urquiza, lo que le dio una excusa intervenir Entre Ríos, mediante la movilización de tropas nacionales y la declaración de estado de sitio en la provincia. Sin embargo, la muerte del entrerriano que debió esperar un siglo para descansar en su tierra, no quedó clara. Como tampoco quedó clara la muerte de Urquiza, aunque hay muchas cosas que hacen pensar que Sarmiento lo quería fuera de juego a quien cediera el triunfo en Pavón y además lo recibiera con bombos y platillos en e palacio San José, cambiando la historia de manera definitiva. Hay, sobre estos hechos, distintas opiniones de conocidos estudiosos. Lo cierto es que aquél 22 de junio de 1889, López Jordán, ya alejado de la política, caminaba por la porteña calle Esmeralda. Se dirigía a la casa de su amigo Dámaso Salvatierra. Pero en un momento, fue atacado por detrás. Dos cobardes balazos terminaron con su vida. Como una increíble paradoja de la vida, López Jordán cayó muerto frente a la vivienda ubicada en calle Esmeralda 562, que era habitada por Diógenes, uno de los hijos de Justo José de Urquiza. Así terminó la vida del último caudillo federal; muerto a traición, tiroteado por la espalda. Tal vez el criminal no se hubiera animado a apretar el gatillo si tenía que mirar a los ojos a su víctima. El autor del crimen tenía 27 años. Se llamaba Aurelio Casas. Fue arrestado, pero esgrimió que había cometido el crimen porque López Jordán había ordenado matar a su padre Zenón. Este hecho también tiene versiones. Fermín Chávez escribió que habría sido muerto por orden del oriental Oviedo en el mes de mayo de 1873. Pero más adelante apuntó que “según los datos personales que he obtenido, fue primero partidario de López Jordán y después su enemigo político. Hay una versión que indica que yendo Casas en viaje al Uruguay con una partida de diez hombres, estos mismos lo ataron y le dieron muerte para librarse de su mando”. (Dictamen del Agente Fiscal. Fallos y disposiciones de la Excma. Cámara de Apelaciones de la Capital. Publicados por Luis S. Aliaga y Daniel J Frías, tomo IX. Buenos Aires, 1896). Pero además, en un trabajo firmado por Santiago Zorrilla, se indica que “en el propio dictamen de la fiscalía se señala la declaración de ´…Los testigos Andrés Pigneto y Luis A. Leompart, que oyeron decir que el procesado se encontraba en Buenos Aires, porque lo había traído don Justo Urquiza; y por otra parte, José Abella, que declara: que además de tener conocimiento que Justo Urquiza buscaba a Aurelio Casas, afirma que fue visto por el citado Urquiza, para que matara al general López Jordán, y Felipe Limo, que afirma también saber que el citado Urquiza hacía diligencias para dar con el paradero de Aurelio Casas´” (Op. Cit). Hay otro dato para considerar: se afirma que la familia Urquiza le hizo llegar a la familia del matador -que se encontraba en una total indigencia- una importante suma de dinero en concepto de “donación”. La suma habría sido de 70 mil pesos de aquella época. Ningún Urquiza fue citado por la Justicia a declarar sobre la posibilidad de haber tenido algún tipo de relación con el crimen. Aurelio Casas, en tanto, fue condenado a cadena perpetua, pero el 25 de mayo de 1919 fue indultado. Es importante destacar que en 1989 el Gobierno provincial, a pedido de no pocos entrerrianos destacados, trajo los restos de López Jordán para que descansen definitivamente y como corresponde, en su tierra entrerriana. El 16 de junio de 1990, el gobierno entrerriano que encabezaba Jorge Pedro Busti, afirmó: “Tarea cumplida. Los restos del general Ricardo López Jordán descansan en suelo entrerriano y en justicia”. En noviembre de 1994 se inauguró un mausoleo en la Plaza Enrique Carbó de Paraná. Allí descansan finalmente los restos del último caudillo federal en armas. Es importante ampliar la enseñanza que sobre Ricardo López Jordán se da a los estudiantes entrerrianos y, además, analizar las distintas opiniones sobre este hombre y los hechos que lo involucraron, ya que como bien dijera el conocido historiador entrerriano Rubén Burlot, “López Jordán se inscribe como la mejor tradición del federalismo”.
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