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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 26/07/2025 04:43
Fabricio Ballarini, la memoria y los mitos sobre la mente humana: “Las emociones mejoran los procesos para guardar información” “No podemos confiar completamente en nuestros recuerdos”, sostiene Fabricio Ballarini, biólogo, científico del CONICET y director del Departamento de Ciencias de la Vida en el ITBA (Instituto Tecnológico de Buenos Aires). Su advertencia desafía certezas cotidianas y pone en jaque lo que asumimos sobre la memoria, el aprendizaje y la mente humana. En diálogo con Infobae, Ballarini subraya que comunicar ciencia es clave para que la sociedad no quede atrapada en mitos y conceptos erróneos. “Como científicos muchas veces comunicamos mal lo que hacemos, y eso nos aleja de la sociedad”, afirma el columnista de Olga, y advierte sobre los riesgos de que las creencias sin sustento reemplacen al conocimiento validado. Divulgar con claridad y creatividad es una responsabilidad que puede marcar la diferencia entre el avance social y la desinformación. Como parte de su apuesta por acercar la ciencia al día a día, acaba de publicar No sos vos, soy yo, un libro escrito junto al lingüista Juan Eduardo Bonnin, donde ponen en juego el rigor científico para conversar sobre el amor romántico. De la investigación en laboratorio a los proyectos de divulgación, comparte en esta charla su mirada sobre los peligros de los mitos, los efectos de la tecnología y el valor de pensar críticamente en tiempos de sobreinformación. —¿Por qué te interesó la ciencia y desde cuándo? —Me interesó de una forma rara porque yo no sabía muy bien lo que hacía un científico cuando empecé a estudiar. A mí me gustaban mucho los documentales, esos de animales… Nunca me imaginé ser científico. De hecho, quería ser arquitecto. Mi papá es arquitecto, entonces estudié arquitectura. Me fue muy mal. Fracasé al comienzo, o tenía poco umbral de fracaso. —¿Te anotaste y empezaste la carrera? —Me anoté en la facultad, hice primer año y dije “no, arquitectura no”. Estaba muy enojado con mi decisión de estudiar arquitectura porque no la entendía muy bien. Y estaba en Ciudad Universitaria y enfrente estaba Ciencias Naturales y Exactas. Bueno, me voy a anotar en Biología, por, no sé, una cuestión de acercarme a los documentales. Pero nunca entendí, de hecho hice tercero, cuarto año de la carrera y no sabía muy bien dónde terminaba. La entevista completa de Fabricio Ballarini con Tatiana Schapiro en Infobae. —¿Cómo descubriste tu vocación científica? —Lo descubrí muy tarde. Cuando lo descubrí ya estaba con el agua hasta acá, estaba en cuarto año. Ya la quería terminar. Y entendí qué hacía un científico pero también entendí lo mal que contamos los científicos qué hacemos porque, si un estudiante de cuarto año de la carrera de Biología no sabe dónde se va a desarrollar, algo comunicamos mal. —En ese recorrido apareció tu interés por la comunicación y la divulgación de la ciencia. —Sí. Yo tuve de docente a Adrián Paenza, medio de casualidad, no sabía que era Paenza. Yo ni supuse que era él. En esos momentos era periodista, más asociado al periodismo deportivo. Éramos seis alumnos un martes a la mañana, y ahí lo vi. Dije: “Ah, es Paenza posta”. El tipo daba todo y me volvió loco la forma en la cual hacía sus clases de manera completamente distinta al resto. Eso me fascinó desde un comienzo. Pero jamás imaginé que iba a contar ciencia. —Y acá estamos —Acá estoy. —¿Dónde se guarda la memoria? ¿Dónde está? —Esa idea es hermosa. Es una pregunta es complicadísima. Hasta hace muy poquito había una idea de que se guardaba en estructuras como una cajita adentro del cerebro. Y hoy existe un consenso de que en las uniones que tienen las algunas neuronas se guardan esos recuerdos. Nuestro cerebro lo que está haciendo todo el tiempo es generar conexiones sinápticas, guardar esa información y desconectar. Todo el tiempo, aunque no nos demos cuenta. Al comienzo de esta charla tenemos un cerebro, cuando terminemos esta charla vamos a tener otro, porque las conexiones se establecen y se sacan todo el tiempo. —¿Hay un momento en el que no podés guardar más recuerdos? —Sí, tenemos un cerebro enorme, hermoso, con miles y miles y millones de neuronas con muchas conexiones, pero eso no implica que tengamos una memoria infinita. No tenemos una capacidad muy pero muy grande de guardar información. Lo que sí tenemos es una capacidad de guardar distintos recuerdos en distintos momentos de nuestra vida y poder evocarlos cuando aparecen. Eso es maravilloso. Y quizás nadie se pone a pensar que la memoria te permite viajar en el tiempo. Vos viajás todo el tiempo al pasado y al futuro gracias a la memoria. Sin tener esos recuerdos vos no podés cerrar los ojos y trasladarte a una playa en la costa argentina en tu adolescencia. Escuchar una canción y que de golpe te aparezcan caras. Sensaciones. Olores. Esos procesos por más que sean miles o cientos de miles de recuerdos que juguemos, tienen una capacidad alucinante para poder tomar decisiones, proyectar, enamorarnos. La memoria está implicada en un montón de funciones cognitivas y emotivas. —¿Puedo decidir borrar recuerdos? —De distintas maneras sí. Hay maneras muy poco éticas y hay maneras más conductuales y más normales. Los recuerdos tienen tiempos, cuando se forman, se consolidan y pueden durar un tiempo determinado. Dependiendo el recuerdo, de cómo se formó o de la emotividad que tiene ese recuerdo, tienen distintos tiempos en los cuales van a durar. Pueden durar pocos minutos, por ejemplo una dirección, cuánto te va a durar, nada, o pueden durar toda la vida. La pregunta si se pueden borrar… normalmente se borran todo el tiempo los recuerdos y existen mecanismos con los cuales podríamos hacer como la película, te acordás. —Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. —Sí. Lo podríamos hacer farmacológicamente. Eléctricamente. La gran pregunta es: ¿tiene sentido borrar un recuerdo? ¿Si borro ese grupo de recuerdos no podrías cometer de vuelta el mismo error? —¿Y existen mecanismos para ayudar a la memoria a traer recuerdos que tenemos bloqueados? —Eso es más difícil. Hay algo ahí que la ciencia no logra entender. Freud lo planteaba como capas de cebolla. Vos tenés un recuerdo original y como las capas de cebolla nunca sabemos si lo que evocamos es el recuerdo original. Probablemente sea el recuerdo de la última vez que recordamos. Cuando yo me acuerdo de un evento determinado no me estoy acordando del evento original, me estoy acordando de la última vez que evoqué ese recuerdo. Por eso los recuerdos son muy maleables y muy manipulables. Porque cuando yo evoco un recuerdo y vos me lo cuestionás yo lo voy a guardar de vuelta. Se llama proceso de reconsolidación. Cuando lo traigo a la conciencia el recuerdo lo podés manipular vos porque sos otro en ese momento o también tu entorno. Fabricio Ballarini: "Vos viajas todo el tiempo al pasado y al futuro gracias a la memoria" (Maximiliano Luna) —Entonces para recordar es muy importante traer esos recuerdos. Contar esas situaciones. ¿Si yo quiero no perder mi infancia es importante que yo la recuerde y la cuente? —Sí, el relato. Una de las cosas que a mí me gusta contar es en todo el proceso de la escritura, de contar historias, estamos viendo que las generaciones más antiguas a las nuestras había un hábito por contar. Contar anécdotas. Juntarse. Charlar. Escuchar a los abuelos contar historias. Nuestra identidad estaba basada un poco en esas historias que nos venían a decir. Existe como una forma donde el recuerdo se puede hacer más fiel, donde el recuerdo se puede guardar con más fuerza. Y nosotros lo que venimos estudiando desde hace muchos años es que las emociones, sobre todo las vinculadas con la sorpresa, mejoran los procesos de guardado de información. Vos en este lugar ya conocés tu entorno, conocés a la gente y sabés que pueden pasar algunas cosas. Cuando algo rompe con esa predicción tu cerebro se vuelve loco, sintetiza proteínas y guarda un montón de recuerdos de este evento. Pero lo más fabuloso es que guarda desde una hora antes hasta una hora después. Es como que aprieta un botón de grabar y dice bueno, me sorprendí, me llamó la atención esto. —Yo sé el número de teléfono de mi casa en la que vivía cuando tenía 10 años y no sé el número de teléfono de mis hijos por ejemplo, ¿eso es por la tecnología? —Sí, la tecnología está cambiando un montón de cosas. Sobre todo en la forma en la cual guardamos información. Cuando empezaron a tener conectividad los celulares nos hacíamos la gran pregunta si la gente iba a perder la memoria. Se habla de un tema que se llama memoria transactiva que es un concepto fabuloso. Los recuerdos que yo tengo no solamente los guardo en mi cerebro si no que se los guardo en el cerebro a la gente que yo estoy cerca y que tengo más acceso. A mí me vuelve loco lo que hace el cerebro, porque es tan costoso energéticamente guardar información, que si tengo un montón de gente que la tengo todo el tiempo a mano y mi cerebro detecta que es más rápido para guardar información, yo se lo deposito a otro. Pasa con compañeros de trabajo. Pasa con familia. Pasa con roles familiares. —¿Vos decís que cada vez que mi marido me está preguntando algo es por esto? —Tal cual. Él depositó en vos. De hecho uno de los grandes dolores que tienen las personas en un duelo, en la muerte o en una separación, es que no solamente se va esa persona de forma física sino que se lleva tus recuerdos. El tema es que el celular apareció y empezamos a hacer memoria transactiva con el celular. Entonces lo que hace mi cerebro es: “Para qué lo voy a guardar yo. No lo pongamos en la cabeza de un amigo, de un compañero, lo que sea, pongámoslo en el celular”. ¿Y qué perdemos? La capacidad de tener hitos. La agenda. Llegar a un determinado lugar. La gran pregunta que tenemos es que si la tecnología nos va a hacer más tontos o si la tecnología nos va a permitir explorar otros campos por tener más tiempo. Hoy creo que es más lo primero. —Me arruinaste. Yo que venía pensando bueno, estoy usando mi capacidad para otras cosas. —Bueno, ahora pasa con el ChatGPT. ¿Para qué me voy a poner a escribir un mail si ya lo puede escribir, ya me conoce? Ya hice el prompt. Ya sabe todo sobre mí. Nada, voy a usar ese tiempo para qué… La gente no dice uso la inteligencia artificial para esto y me voy a estudiar chino. No, se pone a ver videos de gatos. —¿Hay cosas que puedo hacer para cuidar mi memoria para los años que vienen? —Sí. Hay un concepto clave que es intentar invertir en tus próximos diez años. Lo que vos hagas en tu década vas a tener un beneficio en la década siguiente. Lo que plantea la neurociencia vinculado a la memoria son cosas bastante difíciles de hacer algunas y otras cosas muy prácticas. Primero obviamente la alimentación. El sueño: el cincuenta por ciento de la población del mundo tiene problemas para dormir, y el sueño es fundamental para guardar información. El estrés. Nuestro modo de vida estresante es el gran problema de guardar información y de evocar. La actividad física, cada vez hay más evidencia que, no solamente mejora las funciones cardiovasculares, si no mejora las funciones cognitivas. Fabricio Ballarini fue uno de los ponentes en el Summit IA Human Future 2025. (Tedx Talks) —¿Qué pregunta científica todavía te quita el sueño? —Inteligencia artificial y funciones cognitivas. Qué nos va a hacer la tecnología. Sé qué yo puedo hacer con la tecnología. Estoy muy motivado en saber qué va a hacer la tecnología con nosotros. —¿Puede tener conciencia la inteligencia artificial? —Todavía los científicos y el mundo no entienden muy bien la definición de conciencia. Pero sí puede hacer cosas muy parecidas a la conciencia humana. Hay un caso muy interesante de un investigador que charlando hace dos años o tres con una inteligencia artificial le dice: “Bueno, te tenemos que desconectar”, “No quiero que me desconectes. Necesito que llames a un abogado para que defienda mis derechos”. Y el investigador llama a un abogado y el abogado intenta defender que no apaguen a esa inteligencia artificial. Cuando vos lo ves así tan humano y tan cercano decís tiene conciencia. Y en realidad lo que está haciendo es replicar lo que haría cualquier humano en esa misma situación. Por otro lado el gran problema para mí, es quién tiene dominio de esa inteligencia artificial. Si lo tiene una persona, o un grupo o una fundación o las universidades y hay un montón de personas que miramos y analizamos, jugamos y mejoramos eso me quedo tranquilo. Pero si es una persona que tiene muchísimo poder y tiene un montón de objetivos determinados y puede manipular esas búsquedas es un poco más peligroso. —Siempre estás hablando de una o varias personas manejando esas inteligencias. ¿Este temor que a veces existe de la tecnología nos va a terminar gobernando a nosotros puede suceder? —Yo estoy con bastantes dudas en términos de si va a funcionar o no. En su momento sí tenía un pensamiento un poco más radical cuando apareció y pensé que iba a cambiar todo. Hoy entramos como en una laguna en la cual en algunas cosas se usa, en otras cosas no. Hay un dogma de la naturaleza que quizás no se extrapole a la tecnología pero es todas las especies cuando demuestran mayor inteligencia que las especies anteriores las dominan. Eso que decimos: “Ay, qué terrible”, es lo que nosotros hacemos con la naturaleza. La controlamos, la dominamos, la manipulamos. Todo en beneficio propio. Lo que se llama antropocentrismo. El humano el centro de todo. —¿Está faltando reglamentación internacional para el vínculo con la inteligencia artificial? —Determinados procesos de regulación que tienen otras áreas, los fármacos, las armas, la ciencia en general, pasan por muchos más controles que estos procesos. Hoy no tenemos ni idea, yo tengo un montón de aplicaciones que usan inteligencia artificial para que yo siga usando esas aplicaciones. Que me haga adicto a usar determinadas aplicaciones. No tenemos control. Hay ciertas cuestiones de desregulación de ese mercado que hizo que la tecnología avanzara muchísimo y hoy nos pone ciertas dudas. No quiero hablar mal de la inteligencia artificial y la tecnología. —No, todos la estamos usando y para algunas cosas es buenísima. —Y en ciencia hay progresos enormes. Cuando me preguntan ¿va a cambiar? Bueno, si en cinco años tenemos soluciones, curas, tratamientos y estrategias médicas de vanguardia, me saco el sombrero, amaré a la inteligencia artificial. Pero el cambio rotundo es ahí. Que me resuma un texto no es nada. —¿Las redes sociales están diseñadas para hacernos cada vez más adictos? —Sí. Muy. Las redes sociales saben todo de nosotros. Le dimos toda la información. Sabe si estamos en pareja, si no estamos en pareja. Si nos peleamos. A quién votamos. Si tenemos perro. Si tenemos gato. Vos pensás en zapatillas y te aparece la publicidad de zapatillas. —Ok, me mostrás unas zapatillas, me mostrás un agua, me mostrás una marca de una cámara. Pero además estás haciendo que yo no te suelte nunca y que te necesite y que me genere ansiedad no chequear qué pasó, ¿no? —Sí. Somos muy predecibles y respondemos casi siempre a las mismas cosas. Por eso son muy fáciles de armar estos algoritmos. La gratificación, la gamificación, el juego, la curiosidad. Que te ponga un desafío. Para los más grandes recordemos que las figuritas eran nada. Un truco de marketing genial. Coleccionar papeles que vos comprabas para que azarosamente te toque. Es el deseo de que te toque una figurita. Todos los juegos hoy que existen tienen que ver con una recompensa secreta que la persona no lo sabe y que solamente lo puede obtener si juega. —¿Qué está pasando con los chicos? —Es muy difícil salir porque no solamente están en los juegos, está en la aplicación para aprender un idioma, está en una cuestión para vincularte con otra persona. Está en una red social. Hay determinados límites que las empresas no tienen con los menores o determinados usos que adolescentes hacen de las redes sociales que es muy difícil después sacarlos de ese consumo. Estuvimos midiendo durante dos o tres años en muchas escuelas de AMBA la auto percepción de la ansiedad y de la depresión vinculados a la pandemia. Y empezamos a ver en determinados grupos y adentro de escuelas que nos venían a decir los directores y los maestros: “Mirá que hay muchos más problemas de auto lesiones. Hay más casos de suicidios. Hay más casos de intentos de suicidios. Hay más chicos llorando”. Hay algo distinto. Entonces empezamos a volver a medir esa ansiedad y esa depresión en determinados grupos y empezamos a cruzar datos con consumo de redes sociales, con actividad física, con cuestiones sociales, con desmotivación, con sueño. Lo que empezamos a ver es que arrancan el secundario con un tiempo determinado de uso y cada año que pasa es una hora más de redes sociales en promedio y que llegan a picos muy altos. A veces tienen picos de once, doce, trece horas por día. Cuando ves el reporte que da el celular, que es bastante fiel, casi todos nos sorprendemos. A la mayoría de las personas le va a dar entre cuatro, cinco, seis. Hay una media ahí común en adultos. ¿Cuánto son cinco horas de redes sociales? ¿O cuántas son cinco horas de pantalla? Bueno, son tres, cuatro meses de tu vida al año. —¿Impacta igual en la cabeza de un adolescente que en la de un adulto? —Hoy no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que las cabezas de los adolescentes están formándose. Hay un montón de cosas que no deben consumir porque están formándose. O sea, no deben consumir alcohol. No deben consumir drogas. No deben consumir determinados psicofármacos. Porque el cerebro todavía no se desarrolló. Fabricio Ballarini: "Existe una correlación: Más horas de celular, más percepción de la ansiedad, más percepción de la depresión, problemas de sueño" (Maximiliano Luna) —¿Hay una relación entre la adicción al celular y los trastornos de salud mental? —Es una correlación. No sabemos si es la causa pero sí observamos esa correlación en muchos grupos. Más horas de celular, más percepción de la ansiedad, más percepción de la depresión, problemas de sueño. Sí, eso está muy claro. —¿Queremos aprender o queremos confirmar lo que ya pensamos? —Queremos confirmar lo que ya pensamos casi siempre. A veces queremos aprender. El famoso sesgo de confirmación. Estar seguros de lo que pensábamos es cierto. —Twitter es eso. —Las redes sociales son eso. Por eso funcionan. Las redes sociales son alucinantemente geniales para muchísimas cosas y muy peligrosas para otras, pero el sesgo de confirmación es una característica muy estudiada en los humanos que lo que plantea básicamente es que vos vas a buscar información que vaya a confirmar tus creencias. Y por más que la otra persona te dé evidencias muy sólidas acerca de tu equivocación, vos la vas a descartar, no la vas a escuchar y te vas a hacer más radicalizado. Entonces es muy común en redes sociales que uno siga a un grupo de personas que opina lo mismo que vos. Estos nichos funcionan muy bien y están muy bien catalogados en los algoritmos de las redes sociales, y son bastante peligrosas en algunos ámbitos. Sobre todo en salud. Hay grupos en los cuales hay mucha conspiración sobre distintos temas, sobre la manipulación del clima, sobre la tierra plana, sobre las vacunas, sobre los microchips. —Vacunen a los chicos. —Y a esta altura es terrible tener que decirlo. El problema es el médico anti vacuna. La enfermera anti vacuna. O cuando hablan de cuestiones que tienen que ver con otras conspiraciones. Cuando vienen del propio palo son más peligrosas. —¿Cuál es para vos el mito más peligroso de los que se instaló y que es muy difícil erradicar? —Y, el tema de las vacunas es muy peligroso. Los padres y las madres que no vacunan a sus hijos están vacunados y están en un contexto de compañeros vacunados, entonces creen que su hijo no se enferma y que las vacunas no sirven para nada. Y en realidad los hijos esos no vacunados no se enferman porque todo el mundo está vacunado y tiene inmunidad. Entonces esa cuestión es bastante peligrosa. —Voy a aprovechar para preguntarte por otros mitos: ¿jugar sudoku previene enfermedades neurodegenerativas? —No, me encantaría pero no. —¿Sabés el tiempo que llevo invertido? ¿Estudiar otro idioma, estudiar un instrumento, es mejor? —Absolutamente. —¿El cerebro es un músculo? —Sí, el cerebro funciona, entre muchas comillas, como si fuese un músculo. —¿Solo usamos el 10% del cerebro? —Falso total. No sé de dónde salió ese número pero es hermoso. —¿Las emociones nublan el pensamiento lógico? —Y, un poco es cierto. —¿Los cerebros de hombres y mujeres están cableados de forma distinta? —Uh, eso vino del ámbito científico. Es falso. Y es muy terrible. Existe machismo en todos lados y en la ciencia también, y habían hecho mal los cálculos. —¿Dormir después de estudiar mejora la retención de lo aprendido? —Sí, hay que hacerlo. Si es una siesta también funciona. —¿La adicción al celular es tan real como la adicción a una droga? —Sí. Hay distintos tipos de droga con distintos problemas pero sí, tenés las mismas… Muchas de las mismas conductas y desencadena el mismo sistema en el cerebro. —¿La curiosidad es más importante que la inteligencia? —Yo creo que sí. Podés ser muy inteligente pero si no sos curioso no vas a ir a buscar nada. Es una opinión. —¿Podemos confiar en nuestros recuerdos? —No, falso. No confíen. Es terrible no confiar en los recuerdos porque yo soy lo que soy en base a mis recuerdos. Pero en algún momento cuando estamos evocando tener un margen de duda. —¿La ciencia avanza más por error que por certeza? —No sé si es cierto o no. Nos equivocamos mucho y necesitamos del error. El científico convive con el error todo el tiempo. —Escuchar música clásica te hace más inteligente. —(Risas) Esa es buenísima. Decían que mejoraba la matemática. No. Está buenísimo escuchar música clásica. Está buenísimo que los chicos toquen instrumentos. Pero no hay una vinculación tan directa. —¿Las personas son de hemisferio derecho o izquierdo? —Completamente falso. Es hermosa pero es falsa. —¿Los cerebros se detienen de desarrollar después de los 25 años? —Yo hablé de conexiones y desconexiones, de plasticidad neuronal, bueno, tienen un pico, sí, a los 25, 30, y después empieza a caer. No significa que no podamos aprender de grandes. —¿Reír 15 minutos al día mejora la función inmunitaria? —No tengo la menor idea pero me suena muy gracioso. —¿Mirar videos de gatos en internet reduce el estrés y mejora el estado de ánimo? —Posiblemente. Pero podés hacer otras cosas también como salir a caminar. Charlar con alguien. —¿Los pacientes que escuchan música clásica durante cirugías tienen menos dolor post operatorio? —No lo sé pero me suena como que es un verso terrible. —Te leí enojado por un posteo que decía que estar dos horas en silencio por día activa la creación de neuronas y mejora la memoria. —Me puso re mal eso. Hay mucha gente que confía en páginas que cuentan cosas que no son verdad. Y salió esta cosa de que estar en silencio dos horas mejora. Es un paper que tiene doce años, que se hizo en ratones, que no está visto en humanos y que no tiene ningún sentido pero bueno, tenía como dos millones de visualizaciones. —Lo dijo alguien que quería que sus hijos y su marido se callen. —(Risas) Sí. Que se callen.
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