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  • Por importaciones récord, la industria textil ya está al borde del colapso

    » Comercio y Justicia

    Fecha: 25/07/2025 09:33

    Por Javier De Pascuale La industria textil argentina atraviesa uno de sus peores momentos en décadas, marcada por una combinación letal de caída en las ventas, exceso de inventarios, pérdida de empleo formal y una competencia desleal impulsada por un boom de importaciones. Los datos en los últimos informes son inéditos por lo grave: el gasto en ropa importada alcanzó un récord histórico de US$1.572 millones entre enero y mayo de este año, un aumento del 136% interanual y un 9% por encima del máximo previo que fuera registrado en 2017. Este fenómeno, exacerbado por las políticas gubernamentales de apertura comercial y una desregulación en los controles aduaneros, está asfixiando a un sector que emplea a más de 500.000 trabajadores y representa un pilar clave de la economía nacional. Importaciones récord y desventaja competitiva La Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI) informó que los envíos internacionales puerta a puerta crecieron un 211% en los primeros cinco meses de 2025, con un salto del 253% solo en mayo, es decir que van en aumento. Este verdadero disparo, impulsado por la reducción de aranceles anunciada por el gobierno en marzo pasado —que bajó los gravámenes de ropa y calzado del 35% al 20%— generó una avalancha de productos importados, principalmente de países asiáticos como China, que representan el 70% de estas compras. Según la Fundación ProTejer, el 67% del consumo de ropa en Argentina durante el primer trimestre de 2025 fue de origen extranjero, un nivel sin precedentes desde 2015. Los bajos precios de importación, que cayeron un 26% anual, y la subfacturación de productos denunciada por el sector, han inclinado la balanza en contra de los productores locales, quienes enfrentan una presión fiscal cercana al 50% y costos logísticos elevados, es decir que enfrentan la denunciada “cancha desnivelada” que no les permite competir en igualdad de condiciones con los extranjeros. Caída de ventas y acumulación de stock Una encuesta de la CIAI correspondiente al tercer bimestre de 2025 reveló que las ventas de indumentaria cayeron un 7,7% interanual, con el 56% de las empresas reportando pérdidas y solo un 32% registrando incrementos. Este retroceso revirtió la tendencia positiva de bimestres anteriores, profundizando la crisis. Además, el 35% de las firmas señaló un exceso de stock (inventarios), lo que refleja una demanda interna debilitada, atribuida en un 77% a la pérdida de poder adquisitivo de la población. Los altos costos de producción, combinados con la incapacidad de trasladar incrementos salariales a los precios —el 58% de las empresas no pudo hacerlo y un 23% lo hizo parcialmente—, han generado un escenario de márgenes reducidos y rentabilidad comprometida que termina de cerrar el círculo de fuego que amenaza a la actividad. Impacto en el empleo y la cadena de pagos El empleo formal, uno de los pilares del sector, está en declive. El 24% de las empresas redujo personal mediante jubilaciones o renuncias no cubiertas, mientras que el 18% recurrió a despidos, un aumento de cinco puntos respecto al bimestre anterior. Solo el 2% contrató nuevo personal, frente al 10% en períodos previos. La Fundación ProTejer estima que, en el último año, un tercio de los empleos industriales perdidos en Argentina corresponden al sector textil. A esto se suma una crisis financiera: los atrasos en la cadena de pagos alcanzaron niveles récord, con un 9% menos de empresas sin problemas financieros y la aparición de interrupciones esporádicas, afectando especialmente a las pymes. Un futuro incierto y un sector en alerta El pesimismo domina las expectativas del sector. Solo el 14,5% de las empresas espera una mejora en las ventas para el próximo trimestre, mientras que el 25,8% prevé un empeoramiento. La combinación de baja demanda, competencia desleal, alta presión tributaria y problemas de financiamiento ha llevado a la CIAI y a la Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA) a calificar la situación como un “industricidio”. Ambas entidades reclaman políticas públicas que equilibren las condiciones de competencia, reduzcan la carga impositiva y fortalezcan los controles aduaneros para frenar la subfacturación y el ingreso de productos a precios irrisorios. Sin estas medidas, advierten, el sector enfrenta el riesgo de cierres masivos y una mayor pérdida de empleos. La industria textil argentina, que históricamente ha sido un motor de empleo y desarrollo regional, necesita con urgencia un plan integral que promueva la competitividad sistémica. Propuestas como la reforma tributaria, el control de la competencia desleal y el acceso a financiamiento son prioritarias para las empresas. Mientras el gobierno apuesta por la apertura comercial para reducir precios, los datos sugieren que esta estrategia no ha logrado el impacto esperado en el consumidor y, en cambio, amenaza la supervivencia de un sector clave. La pregunta sigue siendo si Argentina podrá proteger su industria textil antes de que el derrumbe sea irreversible.

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