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» Diario Cordoba
Fecha: 25/07/2025 09:07
Qué hace un niño tan chico con un móvil paseándose sin control por internet. Eso es como si un día te dice que quiere irse a Nueva York el fin de semana y tú vas y le compras el billete, le das una tarjeta de crédito y lo llevas al aeropuerto. Un ambicioso proyecto de investigación ha llegado a una conclusión alarmante: los niños que reciben su primer móvil inteligente antes de los 13 años presentan peor salud mental cuando llegan a adultos. Los resultados, publicados recientemente en una revista científica de prestigio, se basan en el análisis de datos de casi 2 millones de personas de 163 países. El Global Mind Project ha documentado un patrón preocupante: cuanto más pequeño es un niño al recibir su primer móvil, peor es su salud mental años después. En concreto, entre las chicas jóvenes que recibieron un móvil a los 5 o 6 años, el 48% reporta pensamientos suicidas severos, comparado con el 28% de quienes lo obtuvieron a los 13 años. En el caso de los varones, las cifras son del 31% frente al 20%, respectiva-mente. Los investigadores identificaron varios síntomas que se asocian más fuertemente con la temprana exposición a los móviles: pensamientos suicidas, agresividad, desconexión de la realidad, alucinaciones, baja autoestima y confianza, y dificultades para controlar las emociones. Según los investigadores, el principal problema no es el teléfono en sí mismo, sino el acceso temprano a las redes sociales. Estas plataformas utilizan algoritmos de inteligencia artificial diseñados para maximizar el tiempo que los usuarios pasan conectados, aprovechando vulnerabilidades psicológicas que son especialmente pronunciadas en los cerebros en desarrollo de los niños. El estudio identificó cuatro factores clave que explican por qué el uso temprano del móvil daña la salud mental: el acceso prematuro a redes sociales (explica el 40% del problema a nivel global), deterioro de las relaciones familiares (13% del efecto), ciberacoso (10% del impacto), trastornos del sueño (12% de la asociación). Ante la magnitud del problema, los investigadores proponen un enfoque de política pública similar al que se usa para regular el alcohol y el tabaco. Sus recomendaciones incluyen una educación digital obligatoria, verificación estricta de edad en redes sociales con multas para las empresas tecnológicas, prohibición completa de redes sociales a menores de 13 años, y sobre todo una restricción del acceso a los móviles a esos menores, con alternativas como «teléfonos para niños» solo para llamadas y mensajes. Los investigadores subrayan que este no es un problema que puedan resolver las familias individualmente. Los padres que intentan restringir el uso de los móviles se enfrentan al dilema de proteger a sus hijos arriesgándose a su exclusión social. Además, colocar la responsabilidad de autorregularse en los propios niños es «poco realista y éticamente insostenible» cuando se enfrentan a sistemas diseñados para explotar sus vulnerabilidades psicológicas. El estudio revela que el 41% de los jóvenes de 18 a 34 años luchan con síntomas que afectan a su vida diaria, invirtiendo la tendencia histórica de que el bienestar mejora con la edad. Esta Generación Z, nacida entre 1997 y 2012, es la primera en crecer con teléfonos inteligentes y redes sociales desde la más temprana infancia. Si las tendencias actuales continúan, las proyecciones sugieren que esos factores relacionados con el uso temprano de los móviles podrían provocar pensamientos suicidas y problemas de salud mental en casi un tercio de la población en los próximos años. Esta investigación científica envía un mensaje claro: proteger la salud mental de las futuras generaciones requiere repensar radicalmente cómo y cuándo acceden los niños a internet.
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