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Parana » Ahora
Fecha: 25/07/2025 02:42
Armando Ábrego solía pasar sus noches en la zona de Avenida Almafuerte y Marangunich de Paraná. Este miércoles por la mañana lo encontraron sin vida en el hall de un edificio en el que se había acostado a dormir. Tenía 32 años, estaba en situación de calle y quienes lo conocieron lo recuerdan con gran afecto por su predisposición para trabajar y ganarse el día a día. Las causas del deceso están siendo investigadas. Por orden de la Justicia, fue trasladado a la Morgue Judicial de Oro Verde y se esperan los resultados de la autopsia. El cuerpo será entregado en las próximas horas. Mientras tanto, sus allegados organizan una despedida para poder brindarle el último adiós a un personaje conocido, y fundamentalmente querido, en la noche paranaense. Vivir y morir en la calle Las circunstancias de cada persona en situación de calle son particulares e individuales. Generalizar deriva en un estigma social que suele ser el gran inconveniente para abordar de manera seria el problema de fondo: hay gente que necesita ayuda urgente. “Él era diferente”, afirma uno de sus amigos, para reforzar la idea. En el caso de “Armandito”, el fallecimiento de su madre hace un año fue un factor determinante. El episodio agudizó sus consumos problemáticos, entre otros problemas personales, que derivaron en que eligiera pasar sus días en la zona del ex Hipódromo, donde encontró un lugar rodeado de gente dispuesta a darle una mano. “Todos le prestaban la moto” La esquina congrega a cientos de jóvenes que construyeron allí un espacio para compartir aficiones. Por ejemplo, la música y las motos. En ese mundo, Armando se hizo conocido y comenzó a ocupar un rol: era quien se ofrecía a lavar los vehículos y limpiar toda la cuadra. Se sentía acompañado, importante, era parte de la movida nocturna paranaense en “El Hipo”. La decisión de una persona cambió su panorama. Un día, un momento particular en que comenzó a ayudarlo, a confiar en él, a hacerlo parte. Así contagió esa confianza. Sucedió con los comercios de la zona, quienes le permitían ingresar, resguardarse del frío, le daban comida y bebida. Lo hicieron sentir a gusto, en familia. Armando volvía a encontrar un espacio en el que preguntaban por él. Lo necesitaban. Se volvió una sensación entre quienes asisten cada noche a compartir un momento entre amigos. Le prestaban las motos, los autos y las camionetas. Armando sólo mostraba agradecimiento y ofrecía sus servicios de lavados. A veces por dinero, otras sólo lo hacía para que le permitieran estar cerca. No se sentía tan solo. No mirar al costado La problemática de vivir en la calle es multicausal. Por lo tanto, se requiere un trabajo minucioso y constante por parte de las autoridades si en verdad se busca una solución y no un placebo. No es rápido ni sencillo, pero no es otra cosa que urgente. El de Armando es el segundo caso en menos de un mes en la ciudad de Paraná. Con respecto a cada vecino, la reacción más adecuada pareciera ser la empatía. De todas las posibilidades que podrían haber llevado a una persona a vivir en la calle, lo que se impone y debería acaparar toda la atención es aquello más importante: necesita ayuda, y ahora. Con poco o mucho, siempre se puede tender una mano.
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