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  • Omitir el desayuno es una de las maneras más sencillas de mejorar la salud metabólica

    Parana » AIM Digital

    Fecha: 23/07/2025 11:12

    Tras más de dos décadas dedicándose a la psiquiatría, la doctora Georgia Ede admite que ha llegado a conocer profundamente «las carencias de la atención orientada a la medicación», que consiste en un proceso de prueba y error, muchas veces frustrante. El cambio de perspectiva llegó cuando comenzó a experimentar síntomas en su propio cuerpo. En su década de los 40, empezó a sufrir migrañas, dolores corporales y fatiga, problemas que nunca antes había manifestado. Las consultas médicas que hizo por estos temas no le ayudaron a resolverlos. Entonces, decidió investigar otros modelos terapéuticos. «Nunca se me había pasado por la cabeza que la comida podría ser tan importante para la salud mental», confiesa la experta formada en Harvard y especialista en salud mental en esa universidad, donde fue pionera en ofrecer a los estudiantes un enfoque basado en la terapia nutricional como alternativa a la medicación psiquiátrica. Su nuevo libro, Cambia tu dieta, cuida tu mente (Urano, 2025), desmonta mitos sobre la nutrición y ofrece herramientas para poner en práctica este enfoque. —En su libro, señala que nos hemos acostumbrado a darle a nuestro cerebro los alimentos equivocados. ¿Cuáles serían los adecuados para una buena salud cerebral? —Contrariamente a la creencia popular, algunos de los alimentos más eficaces a la hora de nutrir, proteger y energizar nuestro cerebro son los de origen animal no lácteo: carnes, mariscos, aves y huevos. Estos productos son ricos en micronutrientes esenciales y en proteínas de alta calidad. Están entre los alimentos integrales más nutritivos. Además, al ser naturalmente bajos en carbohidratos, no elevan los niveles de glucosa en sangre de manera significativa. —¿Es la dieta mediterránea realmente la mejor para nuestro cerebro? —Varios ensayos clínicos de calidad han demostrado que cuando las personas con depresión moderada a grave cambian de una dieta estándar de baja calidad a la dieta mediterránea, sus síntomas pueden mejorar. Sin embargo, aún no se ha probado en otras afecciones psiquiátricas, por lo que aún se desconoce si podría ser útil para otros problemas de salud mental como el Tdah, los trastornos de ansiedad, el trastorno bipolar o la esquizofrenia. —¿Qué problemas presenta este patrón alimentario desde su punto de vista? —La dieta mediterránea es más segura y nutritiva que las dietas estándar porque promueve el consumo de alimentos integrales y desalienta los ultraprocesados, pero esto no significa que no podamos mejorarla. Que la dieta mediterránea supere a las dietas estándar de baja calidad a la hora de tratar la depresión no significa necesariamente que sea la mejor para el cerebro, y existen muchas razones biológicas para creer que no lo es. Por ejemplo, debido a que entre el 40 por ciento y el 60 por ciento de las calorías en el patrón mediterráneo provienen de carbohidratos como cereales integrales, panes, pastas, legumbres y frutas, los niveles de glucosa e insulina pueden aumentar después de las comidas, lo que es problemático para el creciente número de personas que tienen problemas metabólicos como resistencia a la insulina, prediabetes o diabetes. —¿Qué impacto tienen los ultraprocesados en el cerebro? —El ingrediente insignia de los productos ultraprocesados son los carbohidratos refinados. Hablamos de azúcar, harinas o derivados de cereales. También suelen contener grasas refinadas como aceite de soja o de maíz. Estos ingredientes contribuyen al desarrollo de una larga serie de patologías y condiciones, desde la depresión hasta la demencia. —¿Cómo nos afecta el consumo de azúcar a nivel anímico? —Las dietas demasiado altas en azúcar o en carbohidratos refinados como harinas, cereales o zumos de fruta suelen provocar altibajos en los niveles de glucosa y de insulina en sangre, lo que somete a muchas de nuestras hormonas, incluidas las relacionadas con el estrés y con la regulación del apetito, a una constante fluctuación durante horas. Esta fluctuación invisible puede causar síntomas como bajones de energía después de las comidas, ansiedad e irritabilidad entre comidas o ciclos de atracones. El exceso de glucosa en sangre también llega al cerebro, donde se adhiere a las moléculas, formando cúmulos de sustancias inactivadas llamadas productos finales de glicación avanzada o «AGE». Estos favorecen un envejecimiento prematuro. Desencadenan oleadas de inflamación y estrés oxidativo en el cerebro que dañan físicamente su estructura y desestabilizan sustancias químicas cerebrales como la serotonina, la melatonina, la dopamina, el glutamato y el Gaba, muchas de las mismas moléculas a las que se dirigen los medicamentos psiquiátricos. —¿Qué impacto tiene el consumo de alcohol en nuestro cerebro? —Toda la evidencia apunta a que el alcohol tiene un impacto negativo. Es un tóxico conocido por sus efectos en nuestra conciencia, nuestra coordinación, nuestro discernimiento y nuestra memoria incluso en el corto plazo. Es una sustancia potencialmente adictiva que somete al cerebro a una inflamación y a un estrés oxidativo muy dañinos para la salud mental. —¿Cómo funciona nuestro metabolismo cerebral? ¿Cuáles son algunos de los elementos clave que deberíamos conocer sobre él? —El cerebro es un órgano con una alta actividad eléctrica y por tanto requiere un suministro constante y estable de combustible, de energía. Sus dos combustibles preferidos son la glucosa y las cetonas. Mucha gente piensa que la glucosa es el alimento ideal para el cerebro y creen que las cetonas son como un combustible de reserva, de calidad inferior, para situaciones extremas como la inanición. Pero esto es incorrecto. El cerebro necesita glucosa en todo momento para funcionar de forma óptima, pero no necesita mucha. Incluso cuando recibe abundante glucosa, utiliza una mezcla de glucosa y cetonas, ya que esta combinación le ofrece lo mejor de ambos mundos. Algunas operaciones cerebrales prefieren la glucosa porque se quema más rápido y tiene el tamaño adecuado para ayudarle a desempeñar ciertas tareas, y otras operaciones cerebrales prefieren las cetonas porque estas se queman de forma más limpia y eficiente, generando un estrés oxidativo menos dañino. —¿Qué rol tienen las cetonas específicamente en nuestra salud cerebral? —Las cetonas son pequeños fragmentos de grasa listos para quemar que le llegan fácilmente al cerebro, donde pueden utilizarse como una fuente de energía limpia, eficiente y fiable. Pero solo cuando los niveles de glucosa e insulina en sangre son relativamente bajos, el cuerpo comienza a quemar grasa y a producir cetonas en grandes cantidades. —¿Cómo podemos potenciarlas? —Dado que los carbohidratos producen niveles más altos de glucosa e insulina, es fundamental reducir su consumo y sustituir esas calorías por grasas saludables, que no elevan los niveles de glucosa ni insulina. Hay que tener en cuenta que las proteínas tienen poco efecto sobre los niveles de glucosa, pero sí estimulan la producción de insulina, por lo que también es importante no consumirlas en exceso. —Sugiere aumentar el consumo de ciertos productos de origen animal, entre ellos, los huevos. ¿Debería preocuparnos el colesterol que contienen? —Los huevos son un alimento casi perfecto, ya que aportan casi todos los nutrientes que necesitamos en su forma adecuada, la más biodisponible y fácil de consumir, incluyendo elementos vitales para el cerebro que son difíciles de obtener de otras fuentes, como la colina y la vitamina K2. No hay evidencia de que los huevos contribuyan a niveles altos de colesterol ni a enfermedades cardiovasculares, ni de que sea necesario que las personas tengan cuidado con la cantidad de huevos que consumen. Y, al ser bajos en carbohidratos, los huevos no causan picos de glucosa en sangre. Se encuentran entre los alimentos más saludables que puedes comer. A menos que tengas alergia o sensibilidad a los huevos, puedes disfrutarlos sin problema. —¿Cuántas comidas deberíamos hacer al día? —A menos que tengas bajo peso corporal y necesites aumentar, estés embarazada, en período de lactancia o en fase de crecimiento, no suele ser necesario comer más de dos veces al día. Incluso una sola comida al día puede ser suficiente, dependiendo de cómo esté compuesta. Omitir el desayuno es una de las maneras más sencillas de mejorar la salud metabólica.

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