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» Diario Cordoba
Fecha: 22/07/2025 19:37
Los datos se desprecian como si estuvieran escritos en papel mojado. No es un fenómeno nuevo, forma parte de nuestra naturaleza humana. No respondemos a la realidad, sino a la percepción y la interpretación de esa realidad. Mientras las cifras desmienten el aumento de la delincuencia y su relación con la inmigración, una parte cada vez mayor de la población la señala como la principal amenaza a su seguridad y al porvenir colectivo. Para ellos, las instituciones y los medios no tienen ninguna credibilidad. El populismo reaccionario se extiende por todo el planeta y, envalentonado, ya defiende lo que hace una década nos habría escandalizado. Vox permite la apología del franquismo a sus diputados y defiende sumar a los pronazis de la AfD alemana en la alianza trumpista europea. Se señala a la inmigración, mientras una nueva oligarquía de superricos se está zampando el mundo y amenaza la democracia. Milei, Abascal y el resto del clan son sus capataces. Los votantes y los migrantes, simples peones del juego. De los primeros obtienen el acceso a las instituciones. De los segundos, material inflamable. Las imágenes de los enfrentamientos en Torre Pacheco triunfan en las redes. Lo que la socióloga Leticia Sabsay denomina la estética de la crueldad: esa «especie de goce, de fascinación y, a la vez, de anestesia» que produce la normalización de la crueldad sobre quienes consideramos ‘los otros’. ¿Han calculado los jóvenes fascinados por Vox cuáles serían las consecuencias de su gobierno? Adiós al derecho al aborto, adiós a la protección de personas LGTBI, adiós a las ayudas por violencia de género y adiós a la igualdad. La religión como instrumento de coerción y la reducción al máximo del gasto público. ¿Entienden lo que significa la progresiva privatización de la sanidad o la educación? Que miren a EEUU. Su ignorancia sobre la libertad y el bienestar de los que han disfrutado nos interpela. Hemos dejado su formación crítica a las redes sociales. Y así nos va. A través de las pantallas, triunfa la individualidad, se desvanece el espíritu comunitario y cunde la soledad. ¿Y ahora? ¿Vamos a entregar la democracia sin defenderla con uñas y dientes? ¿Somos capaces de unir fuerzas para construir un escudo protector? Cuando la bomba está a punto de caer, poco importa si se está a favor o en contra de la financiación singular de Cataluña, de la reducción de jornada laboral o del 30% de vivienda protegida en obra nueva. Todo ello es relevante, pero no puede ser la razón para exacerbar la polarización y denigrar a los oponentes políticos. La democracia no se defiende saboteándola desde dentro. Para quienes aún hacen cálculos partidistas, nada saldrá bien. La derecha será fagocitada por la ultraderecha y la izquierda, como siempre en tiempos difíciles, implosionará. Solo un generoso pacto político, social y ciudadano a favor de la justicia social y la convivencia puede romper la dinámica. Una movilización de la sociedad diversa que realmente somos. Para salir de las pantallas. Para salir de la parálisis. *Escritora
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